Todos dirigimos nuestra atención hacia el Ministro, quien siempre se presentaba con una presencia imponente; mi padre era un hombre de carácter frío, calculador, despiadado y con una inclinación hacia lo malévolo, pero era el líder indiscutible de este vasto imperio. Se trataba de un individuo de gran estatura, con cabello negro, ojos azules y una piel extremadamente pálida, además de poseer un corazón que parecía escaso en emociones.
Su vestimenta era siempre impecable, con un traje perfectamente planchado y unas zapatillas que brillaban intensamente, complementadas por una expresión facial que reflejaba su naturaleza distante. Resultaba incomprensible para muchos cómo podía estar unido en matrimonio a una mujer tan opuesta a él; la Doctora Abigail Jones De Wilson, mi madre, era una persona gentil, dulce y profundamente dedicada.
Me encontraba sumida en mis pensamientos, sintiendo una creciente frustración. Cooper había regresado recientemente de México y ya se preparaba para partir de nuevo; era un individuo extremadamente ocupado, cuya fortaleza, habilidad y lealtad realmente admiraba.
—Necesito que capturen al capo de la mafia rusa-italiana, Vladimir Volkova Dasgatti —anunció, mientras sus ojos se movían con impaciencia—. Actualmente, es conocido como el Rey de las mafias. Si logramos apresarlo, tendremos el control sobre la cabeza de todo el imperio criminal. Quiero que se filtren y se dirijan a Rusia. Pero, sobre todo, deseo que realicen un trabajo excepcional.
El ministro se marchó sin pronunciar una sola palabra, abandonando la sala y provocando un suspiro colectivo entre los presentes. Era característico de él no permanecer más de diez minutos en la reunión, y mucho menos ofrecer explicaciones sobre sus decisiones.
Tras su salida, todos los demás abandonaron el lugar, mientras que yo decidí quedarme sentada, reflexionando sobre nuestra nueva misión. Me gustaba analizar cada detalle de la situación y estar bien preparada, así que finalmente me levanté y me dirigí hacia donde se encontraban mis compañeros.
No era habitual que me rodeara de grupos de mujeres; prefería cultivar amistades con hombres, lo que me resultaba más cómodo y natural.
—Cooper, parece que estarás ausente por un buen tiempo —murmuré al acercarme a él—. Cuídate mucho, idiota.
—Si todo sale bien en esta misión, me darán un buen ascenso —respondió con una sonrisa, mientras me abrazaba.
—¿De qué hablan sin mí? —interrumpió David, apareciendo detrás de nosotros.
—De lo idiota que eres —le respondí con una sonrisa.
Estaba a punto de abrazar a David cuando una novata se acercó a nosotros, sin realizar el saludo militar correspondiente y mostrando una actitud poco profesional.
—Mi Coronel, me han asignado la tarea de informarle que viajaré con usted a Rusia —anunció, manteniendo la mirada fija en mis ojos—. Soy la mejor de mi unidad, mi nombre es Valentina Oliver.
Su rostro es ovalado, con una mandíbula ligeramente más delgada que la parte superior; su cabello castaño presenta unas ondas encantadoras que le otorgan un porte excepcional, sus cejas están bien definidas y sus ojos son de un tono oscuro y penetrante.
—Novata —dije para captar su atención.
—¿Sí? —respondió, algo sorprendida.
—¿No te enseñaron a mostrar respeto y a saludar a tus superiores? —pregunté, arqueando una ceja—. Comienza a dar cien vueltas.
—Discúlpeme, mi coronel —se disculpó rápidamente antes de marcharse.
—Siento que has sido demasiado dura —comentó Cooper.
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La coronel y el capo.
RandomMi nombre es Bia Wilson y yo no perdonó, ciertas situaciones involucradas con mi trabajo en el FBI me llevan a conocerlo, al Capo de la mafia rusa italiana, al hombre que roba mi corazón. Vladimir Volkova, lo cual me lleva a tomar la decisión de dej...