Vladimir.
Observó a mi alrededor a todas las personas importantes para el amor de mi vida y yo. Estábamos todos reunidos en el restaurante, veo detenidamente a los presentes y sonrío. Sin embargo, Randall Wilson no había aceptado la invitación. Y en el fondo, sabía perfectamente que le afectaba a Bia. No obstante, se mantenía muy fuerte por fuera.
Sin embargo, mi atencion esta en mi suegra. Abigail Jones, estaba vestida con un hermoso vestido de color rojo, al igual que sus labios y cabello. La sonrisa que llevaba era suficiente para saber qué mi suegra estaba en paz, tranquila y mejor sin él a su lado. Los ojos son el reflejo del alma y sin duda alguna ella había recuperado ese brillo.
—Para comenzar, gracias a todos por su presencia —comentó mirando a mi alrededor.
Miro a mi lado a la mujer que amo, Bia está demasiado nerviosa. Está mordiendo su mejilla y sus manos temblaban sobre la mía. Miro a Bia y esbozo una sonrisa, nunca la había visto de esta manera. Tan vulnerable, nerviosa y asustadiza.
—¿Cuál es el motivo de esta reunión? —pregunta Anna enmarcando una ceja.
—¡Estoy embarazada! —chillo Bia.
La sala se llenó de gritos, chillidos y murmuro. Todos estaban dando saltos, bailando y brincando. La mayoría de las personas presentes estaban con lágrimas bajando por sus mejillas
—¡Seré abuela!—chilla Abigail.
—En realidad, no me sorprende—comentó Eros encogiéndose los hombros.
—Estamos nerviosos y felices, mamá—informó Bia limpiando algunas lágrimas.
Me acercó a ella y la rodeo con mis brazos, envolviéndola en un abrazo fuerte. Por sus ojos aún seguían bajando lágrimas y de su boca se escaparon algunos sollozos. Eran demasiadas emociones; felicidad, amor y paz. Eso llenaba mi corazón y alma.
—Gracias, por tomarse el tiempo de venir—agregó sonriendo.
—¡Hagamos un brindis!—Gritó Amin.
—¡Tienes razón no todos los días, hay una coronel embarazada!—chillo Julieth.
—¡Brindemos, por esta hermosa familia!—Grita Bia.
Todos alzan las copas y brindamos, después de la deliciosa cena y ver a mi suegra pasada de copas. Me acercó a ella y le apartó la que tenía en manos.
—Suegra, creó que ya bebió lo suficiente.
—Cuando esté divorciado ay me quitas mi copa—Protesta.
La veo tambalear y caminar de un lado a otro mientras choca con el hermano mayor de Amin. Ambos se observan durante algunos segundos y ella comienza a sonreírle.
—Hola guapo—escucho que le susurra—. ¿Por qué estás vestido de cristo?—Pregunta Abigail y no puedo contener la risa.
—Tienes que casarte conmigo, es el destino—le dice el hermano de Amin y quedó boquiabierto—. Lo lamento, mi cultura no me permite darle la mano a menos que sea mi esposa y no tengo, en cuanto a mi ropa es mi traje tradicional.
—¡Hay que aburrido mira bailemos!—Grita.
Sonrío, observando a Abigail sostener ambas manos del árabe y llevarlo a la pista de baile. Allí ella comienza a bailar junto a él, haciendo que el árabe tome un suspiro y la siga sonriendo. Ambos bailan emocionados y felices.
Estaba por acercarme sin embargo, Bia se acerca sigilosamente a mí. Dejando su cabeza levemente caída en mi brazo.
—Mi madre, está muy pegada a ese hombre—me murmura Bia.
—No seas celosa—digo dándole un beso en la mejilla.
Ella me sonrió, mirándome a los ojos y apretó mi mandíbula. Había algo que quería decirle desde hace tiempo. Sin embargo, estaba muy seguro que ella me daría batalla para ello
—¿Estás preocupado? ¿Tienes algo que decirme?—pregunto mirándome.
—Bia, quiero que renuncies—le respondo mirándola serio y ella frunce el ceño.
—No volvamos con el tema Vladimir, no lo haré.
—Por favor, no quiero que peligre sus vidas—protestó enojado.
Bia me mira en silencio durante unos segundos, su ceño está fruncido. Sin embargo, al instante sostiene mi mano y me guía a la pista de baile. Evidentemente invitándome a bailar. No obstante, sabía que era psicología inversa.
—¿Confías en mí?—Pregunto con una sonrisa coqueta.
—Cada segundo de mi vida
Ella me abraza y toma mi mejilla para luego apretarla. —Entonces deja de dudar de mí.
—No me manipularas con esa mirada, Bia.
—¿Está funcionando?—indagó sonriendo.
—Está bien, solo prométeme que te cuidaras.
—Lo prometo—dice besando mis labios.
—Mi corazón late por tí, Bibi—susurro contra sus labios.
—Y mi corazón, llama a ti. Vlad.
—¡Pueden ir a un motel, si quieren!—bromeó Valentina.
—Es cierto, estamos en una zona pública—se queja Eros.
En ese instante siento una mirada en nosotros, sin embargo la ignoro y continuo bailando una canción más con el amor de mi vida.
Terminamos de bailar con mi hermosa mujer y nos despedimos de todos. Necesitábamos estar a solas, mis momentos favoritos era cuando permanecimos solos.
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La coronel y el capo.
RandomMi nombre es Bia Wilson y yo no perdonó, ciertas situaciones involucradas con mi trabajo en el FBI me llevan a conocerlo, al Capo de la mafia rusa italiana, al hombre que roba mi corazón. Vladimir Volkova, lo cual me lleva a tomar la decisión de dej...