Capitulo 7.

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Salgo del baño cuidadosamente para no dar sospechas y me dirijo a mi mesa; Tanto David como Valentina dan un suspiro de alivió al verme. Mi atención va al anciano está distraído dando un discurso, rápidamente tomó asiento en mi lugar y antes de que pueda decir una palabra todo el lugar queda en completó silencio. Uno demasiado incómodo y apretó mis labios en una línea.

Odiaba el silencio, me traía recuerdos tormentosos y difíciles. No me agradaban nada lugares así. Mi atención como la de todos está en el escenario, mientras él hombre comienza a alardear y hablar.

—Llegamos al mejor momento de la noche —informó emocionado—. Con ustedes el rey de las mafias de sangre pura hijo del antiguo Boss Leon Volkova y la mafiosa italiana Francesca Dasgatti.

Cuando oigo los gritos de la multitud, entra al escenario un hombre. Si ves al demonio, enfréntalo. Me decía a mi misma mientras los observaba; sus tatuajes, sus ojos, su cabello y su  estatura era el «Señor sexy» cerré los puños con fuerza y la ira creció por todo mi cuerpo, dejando fluir la tensión por todo mi ser. 

Folleé con el Capo de la mafia rusa italiana, todo mi sistema empieza a colapsar, el hombre qué permanecía en mis pensamientos impregnado estaba allí. El hombre que me dio el mejor sexo de mi vida, el hombre qué solo miré una vez. Está aquí frente a mí y no tenía idea de quién era yo.

—Me alegra verlos, por lo qué saben odio la traición y mi primo Alexandro Dasgatti murió a mis manos por ello —dice esbozando una sonrisa—, aquí nadie se salva de las consecuencias de la muerte. 

Los gritos se intensifican y todos levantan las copas de sus manos y él levanta la suya haciéndolos callar.

—Gracias por su presencia aquí —dice—, ya tienen una reina y pronto estará con nosotros.

Conmocionada llevo mi mano a la boca, mi pulso está acelerado y tengo falta de aire. Cada músculo de mi cuerpo estaba en tensión. A pesar de todo mis ojos se abren de par en par al instante qué las luces se apagan y todo se vuelve un caos, las personas gritan, corren, caen y hacen demasiado alboroto. Llevo mi mano a mi entrepierna y tomo mi pistola.

Busco con la mirada Mía y Luis Maola, quienes desde lejos me miran y están agachados; respiro calmada, Valentina y David están junto a mi mirando cada uno de mis movimientos saben lo espontánea qué soy y no les gustará nada lo que haré.

—Volveré enseguida —informó sosteniendo firmemente mi arma.

—Mi Coronel, es peligroso —advierte David. 

No me importaron los murmullos de inquietud de Valentina y David, rápidamente procedo a quitar mis tacones dejándolos a un lado, estaba descalza pero no me importaba. Amaba el sentimiento de adrenalina que golpeaba mi pecho en cada misión, me hacía sentir viva y orgullosa. 

Esta era una de las principales razones por las qué amaba mi trabajo, no importaba que tan descabellada era la misión después de sentir en mi pecho este sentimiento. 

Camino rápidamente cruzando de un lado a otro, miro la entrada de un salón y me dirijo lentamente allí. Mirando cada lugar que pasaba y me pongo alerta cuándo veo a Dimitri Volkova sosteniendo fuertemente a la hija del ministro. Ella grita y lucha por liberarse pero él, la arrastra por el lugar sin una pizca de piedad.

—¡Callate puta! —gruño en inglés jalando fuertemente el cabello de la chica.

—Déjame, imbécil —réplica la chica intentando zafarse del agarre.

Me acercó sigilosamente, sin embargo, me observa y es mucho más rápido. Me mira empujando a la chica hacia el suelo y procede a jalarme el cabello.

La hija del ministro lo golpea por detrás y él gruñe soltandome. En su distracción, tomo la navaja qué tengo en mi entrepierna y la entierro en la palma de su mano haciendo qué maldiga y se aleje de mí.

La coronel y el capo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora