Randall Wilson.
Miro con determinación la casa de metal donde tengo encerrada a la escoria de mi hija, llego a la puerta principal y acomodó mi traje antes de entrar a la casa. Detrás de mí vienen mis hombres, todos están de buen humor. Imaginándose qué tipo de tortura haríamos hoy, cuando llego a la puerta del sótano la abro con rapide y sonrío.
Hay estaba guindada, tal y como la dejé. Le apartó el cabello del rostro y cuando miró su rostro quedó en completo shock. Esta no era la bastarda, era Bianca mi hermana. Y acercó mis dedos a su cuello, lamentablemente no había signos vitales.
Maldigo y levanto su camiseta y observo lo que escribieron.
¡Sorpresa boom!
Que quieren decir con el ¿boom? Joder camino con rapidez tratando de salir de la casa y mis hombres me siguen con terror. Cuando estoy por salir de la casa, explota y vuelo lejos de ella. Impactando contra un árbol, mi rostro arde y lo toco con brusquedad. Siento algunos pedazos de mi piel callendose y grito.
Miro a mi alrededor, algunos de mis hombres continúan con vida y me ayudan a levantar. Vaya sorpresa, al llegar a un lugar seguro me atienden el rostro y los golpes.
—Señor, tiene una quemadura de segundo grado —me informo el médico y sonrío.
—Esa perra me las pagara —gruño y mato al medico.
Gravo un mensaje en vivo que posiblemente lo esté viendo: El FMM, la interpol, la policía y todo el jodido mundo, sonrío a la cámara con la mitad de mi rostro cubierta.
—Los malos siempre nos disfrazamos de bueno, yo Randall Wilson haré pagar a toda la humanidad por ser unas ratas incompetentes —informó sonriendo—. La hora X ha llegado.
***
Bia.
Hijo de puta.
Observó con determinación y cuidado las noticias, todos estamos mirando con enojó lo que los reportes informaban. El infeliz había sobrevivido a la bomberos. Yerba mala no muere, Siento la adrenalina en los músculos, el grito gestándose en mi garganta, nutriéndose de todos mis miedos.
Randall Wilson esta vivo y estalla. Lo dejo salir y desgarrar mi garganta mientras golpeo la pared una y otra vez con todo lo que fui, con todo lo que soy, hasta que mis nudillos duelen.
Una gota fría recorre mi espalda. Me dejo caer exhausta, deslizándome
contra la pared.
Su silencio no me dice nada, no muestra más que el atractivo varonil que puede apreciarse más al tener la boca cerrada. Las lágrimas siguen cayendo y odio tanto que todo me lo arruine, que todo me lo dañe.
—¡Maldito hijo de puta! —gritó.
Vladimir se arrodilla frente a mí y limpia las lágrimas que bajan por mis mejillas.
—Tranquila Bia, esta vez estoy un paso por adelante —me informa besando mi mejilla.
—Lo odio, con todo mi ser.
—Se de lo qué eres capaz, Bia.
—Soy mujer y se muy bien de los que somos capaces —mencionó—, cuando alguien nos traiciona.
—Bia, nunca olvides que debes tener control sobre tu cuerpo y mente —susurra besando mi mejilla—, la seguridad del éxito es asegurarte de que lo puedes hacer bien.
—¿Por qué todos me quieren ver mal? —preguntó enojada.
—Mucha gente quisiera estar en tu lugar y por eso te envidian, están esperando ansiosos la oportunidad de hundirte —dijo mirandome fijamente—. Pero tu no les vas a dar ese gustó Bia, no se los vas a dar.
—Siempré he trabajado para ser una mujer de éxito y parece que eso fuera un delito —digo—. No estoy acostumbrada a fracasar, no soporto el fracaso.
—Bia, difamaron tu nombre —mencionó Pambele levantándose de golpe.
—Estoy acostumbrada a que hablen de mí de frente o a mis espaldas, la verdad me da exactamente igual.
—Bia, nos estamos enfrentando a alguien muy peligroso.
—La guerra está cada ves peor, Pambelé.
—Tienes razón, hija.
—En la guerra como en el amor, una mujer es mil veces más despiadada que un hombre.
—Eres muy dura, Bia —agrego Eros negando.
—Lo acepto, tantos sufrimientos, me han endurecudo el corazón.
—Eres muy fuerte, Bia —susurro mi madre
—Eh, sufrido los peores pesares, dolores, humillaciones por eso hice un juramento —mencionó—, un juramento que he cumplido hasta ahora, no volveré a tener piedad con alguien que no se lo merece.
—No llores, Bia —dice Mia acercándose a mí y envolviendome en sus brazos.
Mía me ayuda a poner de pie y limpio bruscamente mis lágrimas, observando a todos a mi alrededor mirarme con atención.
—Ya basta, acabo de tener uno de esos raros momentos en que me da por hablar de mis sentimientos pero se acabo.
—Excelente, ¿ahora que planes tienen? —Pregunta Pambelé.
—Primero encontrar, atrapar, torturar y crucificar a ese hijo de puta.
Todos asienten y se disparsen por el lugar, me acerco a Vladimir y ambos nos alejamos del resto. Teniendo un momento de soledad y tranquilidad juntos.
—¿Tienes alguna foto de los niños? —preguntó emocionada—. No iré con ellos, hasta matar a ese infeliz.
El saca su teléfono y me muestra varias fotos, son hermosos y únicos. El cabello de Cheryl es tan rojo, igual al mio y de Luz.
En cambió, Samael tiene el cabello como el de su padre, son jodidamente hermosos y estoy tan feliz de que estén sanos y salvos. Un golpe de nostalgia me golpea, llevaba siete meses sin verlos y por ahora no lo haria. No quiero que los vayan a tener el de rehenes o los secuestre, sabíamos de que era capas esa escoria.
—Se qué te deje sola en ese momento —sollozo Vladimir—. Por favor te lo ruego no me dejes—implora rompiendo en llanto—. Dime que no me dejaras por favor, perdóname no quise dejarlos solos.
Las lágrimas se acumulan en mis ojos y se derraman como cascadas, mientras veo al amor de mi vida implorarme. El nunca lo había hecho, nunca se había sometido a las órdenes de otras personas.
—Por favor, Vlad.
—Perdóname, te lo suplico fue mi culpa, todo fue mi culpa —solloza—. Te juro que no quería que esto te pasara, te amo demasiado Bia, no podría vivir sin tí.
Me agachó s su tamaño y le doy un rápido beso en los labios. Y el me envuelve n sus brazos mientras ambos lloramos, lo extrañaba mucho y el no tenía la culpa de mí padre fuea un psicópata.
—Y no importa lo que hagas, solo importa lo que creen que hiciste —gruñe—. Pero recuerda que eres inocente, Bia.
—Tanto tú como yo lo somos, el único malo aquí es el.
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La coronel y el capo.
RandomMi nombre es Bia Wilson y yo no perdonó, ciertas situaciones involucradas con mi trabajo en el FBI me llevan a conocerlo, al Capo de la mafia rusa italiana, al hombre que roba mi corazón. Vladimir Volkova, lo cual me lleva a tomar la decisión de dej...