Vladimir.
Salí del vehículo con celeridad, dirigiendo mi mirada hacia mi leal compañero y mejor amigo, Sasha, que se encontraba justo detrás de mí, acompañado por mis otros hombres. Todos ellos estaban a mi lado, brindándome protección y el respaldo.
—Buenos días, Capo —dijeron al unísono.
Asentí y me dirigí hacia uno de los hombres presentes.
—¿Dónde está el bastardo? —pregunté de manera directa.
—Lo llevamos a la terraza, no ha dicho nada —respondió.
Mi vida giraba en torno a esto: mantener todo bajo control.
Ascendí al siguiente nivel y accedí a la terraza. Al llegar, me encontré con un hombre atado a una silla, su rostro presentaba múltiples contusiones y una apariencia desgastada, mientras que la sangre brotaba de su boca. La escena era inquietante y revelaba la gravedad de la situación en la que se encontraba el.
—Parece que no tienes ganas de hablar —comenté mientras sacaba la pistola de mi traje.
—No lo haré, hijo de puta —respondió con una sonrisa cínica.
—Fue la loca —gruñí—. ¿No es así? ¿La loca de Antonella de Luca? —pregunté, y él me miró titubeante, había dado en el clavo.
—Eh, no —balbuceó.
—¡No me mientas, imbécil! —Tomé mi pistola y me acerqué, colocando el cañón en su mentón y levantando su rostro.
—Capo...
—Esta será tu última oportunidad —advirtió—. ¿Fue ella quien te envió o no?
—Sí, fue ella, mi rey —susurró—. Tengo un mensaje de su parte para usted.
—Dilo.
—Tarde o temprano, tomaré mi venganza, esas fueron las palabras de Antonella de Luca.
Sonrió y cargó la pistola, apuntando a su frente. Los ojos del hombre se abrieron de par en par y su boca comenzó a temblar.
—No me mate, Capo, por favor —suplicó el hombre frente a mí.
—Yo no perdono, y nadie que se cruce en mi camino sale vivo para contarlo —aclaró mientras apretaba el gatillo.
Limpié mi arma en su traje y chasqueé la lengua al ver la sangre salpicada en mi ropa.
—¡Limpien toda esta porquería! —grité.
—Como ordene, Capo —respondieron al unísono.
—Maldita sea, mi traje está arruinado.
La simple mención de Antonella me genera un profundo desagrado; esa mujer, con su actitud manipuladora, intentó entrelazar su familia con la mía de una manera que resultaba inaceptable. Su intención era clara, pero su percepción de la realidad estaba completamente distorsionada. Fue amante de mi hermano mayor y poco después quiso intentar follar conmigo, la locura la llevó a cruzar límites que no deberían haberse traspasado, y su comportamiento errático solo confirmaba que no estaba en su sano juicio.
A pesar de su audaz intento de acercarse a mí, nadie en su sano juicio se atrevería a estar con alguien tan desequilibrada como ella. La locura de Antonella no solo la hacía peligrosa, sino que también la convertía en una figura que inspiraba temor y desconfianza.
Ocupó la posición de ser el individuo más temido en Rusia, así como el más perseguido por numerosos países alrededor del mundo. No permitiría que una persona insignificante se interpusiera en el camino de mis ambiciones y objetivos. Mi reputación me precedía, y cada paso que daba estaba cuidadosamente calculado para mantener mi dominio y poder en un entorno donde la traición y la deslealtad eran moneda corriente.
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La coronel y el capo.
RandomMi nombre es Bia Wilson y yo no perdonó, ciertas situaciones involucradas con mi trabajo en el FBI me llevan a conocerlo, al Capo de la mafia rusa italiana, al hombre que roba mi corazón. Vladimir Volkova, lo cual me lleva a tomar la decisión de dej...