Capitulo 18.

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Julieth Ivanov.

Fui desterrada, ya no pertenezco a la familia.

Antes de que todo esto pasara Eros y yo nos dimos la oportunidad de ser algo mas que amigos. Sin embargo, era un sentimiento agridulce, mi corazón lo quería a gritos, en cambio, mi cabeza tenía miedo de traicionar a la familia.

Y termine haciéndolo.

Y aunque no podía negarle al mundo, yo amaba a Eros, era una persona maravillosa, gentil, amable y sobre todo comprensivo. Detrás de su porte militar, había un hombre increíblemente bueno. Eros había robado mi corazón de una manera muy dulce y sana. Y ahora estaba pagando las consecuencias de amarlo, toda mi familia me odiaría, estaría en la lista negra y ellos podían acabar con mi vida si lo deseaban. Ya no tenía el respaldo del Capo y mucho menos el respeto de la mafia.

Y mis padre preferirán mi cadáver, en vez de una hija traidora. Y las lágrimas no paraban de salir por mis ojos, estaba hecha pedazos en el hospital y Eros simplemente está a mi lado, no me deja sola. Y me acaricia en silencio, uno tan reconfortante.

—Tranquila, hermosa  —susurró tratando de tranquilizarme.

—¿Como quieres que lo este? —cuestiono—. ¡Traicione a mi familia!— expresó llena de tristeza, mi voz sale quebrada.

—De eso no te quejabas cuando lo hacíamos —bromeó Eros dándome un beso en la mejilla.

—Cállate —gruñó entre dientes.

—Mira el lado positivo, me tienes a mi rubia —dice esbozando una sonrisa.

—Tienes razón —sonrío—, valió la pena.

El se acercó y me abrazó. Hundí mi nariz en su cuello, derrotada, indefensa, siendo consciente que gritar no era el refugio adecuado y, sin embargo, no podía hacer otra cosa para aliviar el dolor que me ahogaba.

Me arrebujé en el cálido abrazo. Eros pasó las uñas por mi pelo, levanté la cabeza con los ojos vacíos, el me ofreció una sonrisa débil y bajó su boca a la mía. Fue un beso que me supo a recuerdo, a hogar y a tiempos en los que no me sentía muerta por dentro.

Sin embargo, nuestro beso fue interrumpido por el fuerte ruido de la puerta siendo abierta forzadamente, era el Ministro Randall Wilson con su porte de superioridad, me observa con desaprobación mientras camina hacia a mi y coloca sus manos en mi cuello aficionado me.

—Si la Coronel no regresa mañana —musita apretando su agarre—, ¡mataré a Dimitri y Lorenzo, rata rusa! —grito dándome una fuerte bofetada.

Eros lo aparta de mi bruscamente y lo señala para procederle a decir muchas obscenidades, pero yo estoy en shock y aturdida. No puedo procesar ninguna palabrota que salen de sus bocas, en cambio, estoy mirando al suelo sorprendida.

«Sabe que soy infiltrada» pensé.

No me moví. Observé la pelea como si se tratara de una locura.

—¡No permitiré que le levántes la voz a la mujer que amo! —Grita Eros.

—Tú puta, es familiar del Capo —le comunicó mirandome furioso—. Ella está infiltrada.

—Lo sé —se limito a responder Eros.

Cuando el Ministro golpeó a Eros en la cabeza, estuve tentada acercame y caer encima del Ministro. Lo habría hecho de saber que mi arrojo no me hubiera llevado a terminar como un huevo estrellado sobre el sarten.

Comencé a desesperarme, cuando comenzó a darle repetidos golpes al hombre que amaba. Apreté los puños
con violencia, odiaba que Eros no hiciera nada, que permita convertirnos en simples marionetas. Y conocía al Ministro, nos hara la vida una puta desgracia.

La coronel y el capo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora