Fernanda Topas.
No entiendo porque carajos me metí en esto, pase de ser modelo a una agente militar. Maldición, todo lo estoy haciendo porque era el sueño de Cooper de mi hermano mayor, del hombre que ame como a nadie y la vida me lo arrebato. Solo por eso, esto era lo que más quería mi hermano, su último deseo era verme como militar y estaba haciendo lo posible por cumplirlo. Miro a mi alrededor, todos estábamos en el lugar todos disfrazados e infiltrados.
Por todo el pasillo estrecho caminan varias mujeres en el mismo estado que yo. Con antifaces y esposas. Estas gritan y forcejean como niñas lloranas. Los hombres las arrastran al ver que no se mueven y cooperan haciendo que ellas griten y lloren con desesperación.
Otras en cambio son levantadas como sacos de papás en sus hombros al ver que su resistencia es persistente, hay rubias, pelirrojas y castañas. Blancas, morenas, delgadas y no tan delgadas. De ojos verdes, azules, cafés y hasta avellanas. Altas bajas y medianas.
¡¿Dios mío qué es esto?!
Me detengo mirando detenidamente a mi alrededor.
—Sigue caminando —me ordenan un hombre de negro.
Así lo hago, no le importaba una mierda si los enormes tacones me lastiman las plantas de los pies, entramos a una sala en la cual observó chicas de diferentes edades, tamaños y colores sentadas en sus sitios con lágrimas en los ojos.
Giro mi cabeza a la derecha y observé a mi equipo disfrazado e infiltrado. Sin embargo, no encuentro al Capo por ningún sitio parecía no haber venido.
—Muy buenas noches damas y caballeros, el día de hoy les hemos traído una variedad de mujeres hermosas. Mujeres que podrán ver en unos segundos —informó el hombre—. Señoritas de todas las edades, cada una de ellas de diferentes países mostrando la belleza de cada lugar, una por cada país. La más bella de cada país. Depositen el monto correspondiente a salir del lugar, el monto es al contado, dicho esto les deseo a todos los presentes una feliz noche y sin más que decir. ¡Qué empiece la venta!
Todas sueltan gritos de miedo, pero no pasa mucho hasta que los hombres las callan.
Entonces es el turno de una rubia, ella grita y forcejea tercamente mientras es llevada hacia el escenario
—Tatiana, tiene 16 años, rubia, alta, delgada y virgen —dice el que porta el micrófono. Se escucha los gritos y sollozos de la muchacha.
Observó como empiezan a apostar y la suma mayor fue de cinco millones de dólares, estos hombres eran unos psicópatas. Sin embargo, los gritos no duran demasiado porque la presencia de alguien llama la atención del publico: Bianca Conté, la mujer lleva un elegante vestido de color rojo y una enorme sonrisa impregnada en su rostro.
—Bienvenidos a esta hermosa velada, traemos variedad por favor no sean difíciles con el dinero —mencionó Bianca sonriendo—. Quiero brindar porque gracias a mi, la unidad militar de Estambul está destruida y próximamente la más importante. ¡Salud!
Los gritos estallan en el lugar y un hombre me toma del brazo haciéndome saber que es mi turno, los nervios me invaden cuando me acercan al escenario y las miradas llegan a mi, los hombres me desnudan con la mirada.
—¡Laura, 19 años, azabache, baja, acuerpada y virgen! —Grita el hombre.
Todos empiezan a dar dinero y el límite es de cuarenta millones de dólares. Veo cómo me van a llevar al ganador y antes de que me toque un tiro impactó en su mano. Todos se alarman y soy más rápido, le doy un fuerte golpe en la cabeza al hombre que tengo alado y corro a donde mi equipo.
Observo en el fondo a la coronel Bia Wilson, esta en una pelea con Bianca Conté. Ambas se dan muchos golpes y la preocupación me invade al instante porque Bia esta en embarazo.
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La coronel y el capo.
RandomMi nombre es Bia Wilson y yo no perdonó, ciertas situaciones involucradas con mi trabajo en el FBI me llevan a conocerlo, al Capo de la mafia rusa italiana, al hombre que roba mi corazón. Vladimir Volkova, lo cual me lleva a tomar la decisión de dej...