Randall Wilson.
Asesinar ya no fue suficiente para mi, al principio me bastaba la adrenalina que sentía para acabar con una vida, me llenaba, me excitaba, me daba ese golpe de energía que necesitaba pero llega un punto en que hasta eso me aburrió.
Todos suplicaban, morían y sangraban. Y su miedo me alimentaba. A pesar de todo eso, necesitaba algo más y por un momento pensé que mis días sangrientos llegarían a su fin, hasta que me di cuenta de que me entretenía mucho más la tortura, jugar con mis víctimas.
Su sufrimiento.
Verlos quebrarse frente a mí, hasta que solo quedaran lo más fuerte me fascinada, tanto como una droga fuerte. La muerte sigue siendo mi compañera, eran los momentos que llevaban a ella lo que me motivaba a ser: El malo disfrazado de bueno.
Era superior a ellos después de todo, soy más inteligente que la mafia o la misma INTERPOL. Tome un poco sorbo de whisky pensando en el amor. Un sentimiento de debilidad por eso jamás quise ni un poco a mis hijos.
Sin embargo una me salio más astuta de lo que creí, la juzge mal. Ella tenía mucho potencial. No obstante, yo siempre estaba un paso adelante del restó. Asesinar a mí familia de pequeño no era algo normal para los demás. A pesar de todo, no sentí ningún remordimiento. Ya sabía y había aprendido lo que era sacrificar y eso me gustaba.
Si no tenias a nadie a quien amar, no tendrías a nadie por quien sufrir.
Estar ahí de pie en medio de la gente, en plena luz del día, expuesto, fue alucinante, increíble de solo recordarlo me daban escalofríos de emoción, creen que soy el bueno de la historia: el impecable y honorable Ministro del FMM Randall Wilson quien se imagina que yo estuviera controlándo a todo como una estúpida marioneta humana.
Esto había sido lo mejor que había hecho hasta este momento, pero quiero más y tendré más. Nunca es suficiente, porque mi próxima víctima no estaba lejos de caer en mi juego, mi próximo juego estaba por comenzar, otra mente que romper, otra chica que quebrantar. Era una lastima que esa pobre chica sea mi propia hija.
Bia Wilson Jones De Volkova.
Tome whisky nuevamente, me puse de pie, caminé al mural que estaba a mí izquierda. Estaba lleno de fotos de ella y cada persona que le he arrebatado porque para tener ha alguien muerto solo tengo que llamar a mis contactos; manipularlos y yo quedar con las manos limpias.
Le quite y quitaré todo lo más preciado a mi hija: Bia Wilson Jones por ser la maldita perra que daño todos mis planes, era idéntica a mi aunque lo niegue porque al final de cuantas ambos tenemos sangre Wilson.
Mi celular vibró en el bolsillo de mis vaqueros y lo saqué para responder la llamada.
—¿Qué quieres? —preguntó.
—No lo lastimes, me lo prometiste —dijo Bianca.
—¿Quién eres para darme órdenes? —le preguntó irritado.
—Soy tú hermana —aclaro—. Tu hermana melliza.
Y sí, era totalmente cierto. Fue a la única persona que dejé viva, porque era una gran ficha, sin embargó, ella se operó con el pasar de los años.
— Y ella es mi hija, además el no es nada para mí.
—Solo no lo toques, es mío —gruñe—, haz lo que quieras con tu bastarda, pero no toques al dueño de mis pensamientos.
—Esa bastarda arruino mucho de mis planes —musito—. Fui muy generoso al mandarla de tour a los quince años, al sótano.
—Sólo juega con su mente y vuelvela tú peón, así completaremos nuestros sueños.
Camino de un lado a otro, como siempre ella tiene razón. Bia es una ficha clave para todo esto, si ella se deja influenciar por mí. Tendre a la mafia rusa italiana a mí poder y así tendré el grupo militar más importante del mundo y la mafia más buscada. Todo estaria a mí favor y nadie se interpondrá mis planes.
Sería el dueño de la élite, más grande del mundo.
—¿Qué pasara con Abigail? —preguntó irritada—. ¿La matarás?
Pienso en la mujer qué me obsesionó, con su ardiente cabello rojizo. Sus mejillas carmesí y ojos deslumbrantes, la pequeña ninfa que me entregó todo de ella. Todo, hasta su virtud. Y por años pensé que la podía controlar, que ella era una sumisa para mí. Sin embargo, todo se fue al carajo. Es hermosa y folla como los dioses pero es muy ingenua y un hombre necesita una mujer fuerte a su lado si no, no tendre el poder que necesito.
—No, la dejaré tranquila —menciono—. ¡Por ahora!
—¡Eres un estúpido, puedes conseguir otro coño! —grito.
—Nunca como el de ella.
—En fin, Geronimo Condé era muy parecido a mí —confesó—, te luciste, como lo conseguiste, hermanito.
—En este mundo todo es dinero.
—Por culpa de esa perra, el FMM puede dudar de ti —me dice frustrada.
—Tu tranquila, necesito capturarte y demostrales qué soy el bueno.
—Esta bien, hermanito.
***
Acomodó mi corbata y me dirijo a donde estaba toda la central reunidas, todos estaban formando y mirándome con determinación. Ellos no dudaban de mí y sonrío, el juego estaba por empezar.
Camino acercandome al micrófono y todo baja la mirada, nadie me mira a los ojos. Todos están con sus oídos alerta pero con sus ojos lejos de los míos.
—Buenos días para todos, es una lastima tener que anunciar qué mi hija fue despedida por preferir a la mafia antes que al FMM—informo—. La pobre se dejó influir por el Capo Vladimir Volkova y para mi lamento, ella ahora es alguien buscado por nuestro equipó. Quiero que la traigan viva o muerta pero todo perro traicionero morirá.
Basuras y más basuras son unos estúpidos ingenuos.
—Ministro, haremos todo en nuestras manos para atraparla —todos contestan al unísono.
—Gracias por cumplir su labor sin importar qué —Digo—. Ademas ella ya no es su Coronel, ella es la reina de las mafias.
—Si ministro.
—Ahora vayan y atrapen a esos bastardos.
ESTÁS LEYENDO
La coronel y el capo.
RandomMi nombre es Bia Wilson y yo no perdonó, ciertas situaciones involucradas con mi trabajo en el FBI me llevan a conocerlo, al Capo de la mafia rusa italiana, al hombre que roba mi corazón. Vladimir Volkova, lo cual me lleva a tomar la decisión de dej...