Capitulo 30.

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Vladimir Volkova.

Decidí darle a Bia unos días para que pudiera recuperarse, mientras tanto, observaba a mi hermano que se encontraba a mi lado en la camioneta, en dirección a la mansión de Antonella, una mujer que claramente no estaba en sus cabales. Con el tiempo, comprendí que esta mujer no solo era excéntrica, sino que también era una traidora despreciable. No obstante, no permitiría que me subestimara; sabía que ella era consciente de mi carácter y de lo que podía hacer si me provocaban.

Tenía información sobre la ubicación de Martín Landino, pero antes de actuar, era fundamental que Antonella enfrentará las consecuencias de sus acciones. No podía permitir que sus errores quedaran impunes, ya que había una línea que no se debía cruzar. La traición es un acto que no se olvida fácilmente, y estaba decidido a hacerle pagar por lo que había hecho, asegurándome de que entendiera que nadie puede traicionar mi confianza sin enfrentar las repercusiones.

La determinación que sentía en ese momento era inquebrantable. Sabía que debía actuar con cautela, pero también con firmeza. La traición no solo afecta a la persona traicionada, sino que también deja una marca en la relación y en la confianza que se ha construido. Por lo tanto, mi objetivo no solo era confrontar a Antonella, sino también restablecer el equilibrio y demostrar que mis límites no deben ser sobrepasados. La justicia, en este caso, sería un acto de restauración personal y una lección para aquellos que piensan que pueden jugar con mis sentimientos.

—Deseo acabar con ella yo mismo —dijo Igor, mientras hacía sonar sus dedos—. Es una mujer atractiva, aunque desafortunadamente está desequilibrada.

—Es completamente tuya —respondí—. Igor, ¿sigues deseando vengarte de Randall Wilson por la muerte de nuestro padre?

—Cada instante de mi existencia —admitió con una sonrisa.

Al momento de arribar a la mansión de la mujer excéntrica, nuestra entrada desató un verdadero tumulto en el vestíbulo. Nos movíamos con rapidez y, en medio del alboroto, noté que ella lucía un elegante vestido largo de color blanco, con sus cabellos rubios cayendo en cascada por su espalda, adornada con numerosas joyas brillantes. En su mano derecha sostenía un vaso de limonada, pero al percatarse de la presencia de mi hermano, el vaso se le escapó y se estrelló contra el suelo, convirtiéndose en mil pedazos. Su expresión reflejaba un profundo pánico y terror, pues acababa de presenciar algo que desafiaba la lógica: un muerto que parecía estar vivo.

—Pe... pero Igor —tartamudea.

Mi hermano se aproxima a ella, evaluándola de arriba a abajo. —Sorpresa, Antonella—pronuncia Igor, acentuando su origen italiano.

—Pe... pero tú estabas muerto.

—Ni la muerte pudo detenerme —responde mi hermano—. Pero tú y yo tenemos asuntos que resolver, ¿verdad?, traicionaste a la mafia por el traidor de Martín. Él es responsable de la muerte de mi Sol, así que espero verte en el infierno, reserva un buen lugar para mí.

Mi hermano saca una navaja grande de su bolsillo trasero, y Antonella retrocede. Igor era mucho más peligroso que yo, y las drogas lo habían transformado en alguien aún más temible.

—Por favor, Igor, estoy embarazada —solloza—. No... crecimos juntos como una familia.

Ella no puede continuar porque Igor ya le ha clavado la navaja en el hombro y luego en las piernas.

—Bueno, premio doble —comenta emocionado—, mataré a mi sol, a su amante y a su hijo ilegítimo.

—¿Acaso no tienes compasión? —grita ella.

—Nadie la tuvo con mi hija.

Mi hermano procede a hundir la navaja en su estómago, provocando que ella ahogue un grito y observe atentamente cómo saca su arma y le apunta.

La coronel y el capo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora