Capitulo 14

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Vladimir Volkova.

Estoy organizando todos los detalles necesarios para traer a Bia.

Cada uno de mis planes se está desarrollando de manera impecable, tal como lo había previsto. La dedicación y la paciencia que he invertido en esta situación pronto darán sus frutos, ya que en poco tiempo tendré a la poderosa reina de las mafias a mi lado, lo que sin duda cambiará el rumbo de mis actividades.

No obstante, mis reflexiones se ven abruptamente interrumpidas por la llegada de una llamada de Julieth Ivanov, quien es tanto mi mejor amiga como una hermana para mí. Su ausencia en las comunicaciones durante los últimos días me genera una sensación de inquietud, y la verdad es que no me gusta nada lo que esto implica. Mi instinto me advierte que algo no está bien, y siempre he confiado en mi intuición, que rara vez me ha fallado.

Además, el plan para rescatar a mi primo y sobrino está casi en su fase final, y no estoy dispuesto a permitir que surjan sorpresas o contratiempos inesperados. Es crucial que todo esté bajo control, y la llamada de Julieth no hace más que aumentar mi ansiedad. La situación requiere que mantenga la calma y la concentración, ya que cualquier desliz podría comprometer el éxito de la misión que he estado preparando con tanto esmero.

—Capo —susurra Julieth.

Capo, eso significaba problemas.

—¿Qué ocurre? —pregunté alzando la voz mientras me acercaba por un vaso de whisky.

—¡Estamos en problemas! ¡Ella está al tanto de la DCCAA! —exclamó frustrada—. El maldito de Leonel habló, y pensé en matarlo, pero ya se había tragado la lengua.

—¿Cómo es posible que no lo matarás? —inquirí—. ¡Se puso del lado de los débiles, eso es un suicidio!

—Lo siento, Capo.

—Tendré que encargarme de esto yo, maldita sea —dije, rompiendo mi vaso contra el suelo.

Media hora después, me encontraba en la mansión de Antonella de Luca, sabía que ella estaba detrás de todo. Esa mujer había informado al idiota de Leonel sobre la droga, y no permitiré que mis planes se arruinen por su culpa.

Al acercarme a la mansión, Gabriell, su hombre de confianza, me seguía con una expresión de preocupación.

—¿Qué haces aquí, Capo? —me preguntó molesto.

—¡Cállate y déjame pasar! —grité en italiano—. ¿Dónde está esa mujer?

—No tiene autorización para entrar —intervino.

—¡Yo soy la autoridad! —grité, perdiendo la calma—. ¡Quítate, necesito ver a esa loca!

Antes de que se interpusiera en mi camino de manera abrupta lo empuje, y luego empuje a todos a su paso mientras avanzaba por su mansión. Finalmente, la encontré sentada en una silla de playa, en bikini, disfrutando del sol junto a la piscina.

—¡Vaya!, ¡vaya! —sonrió al quitarse las gafas de sol—. ¿Qué tenemos aquí, el Capo en persona?

Sin dudarlo, saqué mi arma y le apunté. —¿Cómo pudiste, zorra, dejar que Leonel obtuviera información confidencial de la DCCAA?

—¡Te prohíbo que vengas a mi casa y me amenaces! —gritó, visiblemente asustada.

—Soy el Boss, el señor, el don, el rey y el Capo de la mafia —le informé mientras me acercaba—. Nadie puede prohibirme nada.

—Capo.

—Elige —dije, acercándome—. Pierna, brazos o cara.

—Capo —susurró—. Pierna.

La coronel y el capo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora