Bia.
Hemos estado esperando por esto y ambos estamos tan conectados, apenas podemos hablar. Observé en silencio como Vladimir llevo a nuestra hija a dormir junto a Valentina.
Cuando regresa Vladimir tira de mis vaqueros por mi cuerpo, deshaciéndose de cada prenda sobre mí. Y luego se deshace de su ropa perfectamente sexy y él es tan...
Malditamente.
Perfecto.
Desnudo.
Caliente.
Y en la maldita cama. Conmigo.
Ni siquiera tengo tiempo para ser consciente de mí misma. O tiempo
para sentirme demasiado voluptuosa por el embarazo. Soy un poco más firme y delicada ahora, aunque todavía curvilínea. Pero la forma en que sus ojos me miran mientras se acuesta encima de mí, me dice que este
hombre, este hombre, piensa que soy hermosa y perfecta y asombrosa y
femenina.
Se desplaza sobre mí para que nuestros cuerpos estén en contacto máximo. Así que puedo sentir su polla entre mis piernas, y me gusta mucho el contacto. Demasiado. Me estremezco, empuño su pelo y respiro rápidamente, ansiosamente, a través de mi boca.
—Oh, Dios, Bia, he deseado tanto esto.
—Vlad, esto le hará daño a los bebés.
—Mi coronel, esto le dara vitaminas a los bebes —dice mientras se pone de rodillas, y lo observo, y sé que puede verme mirándolo: su pecho, sus brazos, sus abdominales, su erección.
Así como me está mirando. Mi pecho, mi abdomen, mis caderas... mi
coño.
Estamos impacientes.
—¿De donde sacaste esa información, capo? —cuestionó sonriendole.
Empiezo a acercarlo y él está en lo alto, lo puedo sentir en la fuerza de su beso, sus brazos cuando agarra mis caderas y me arrastra hacia la cama, hacia su erección, duro, y me observa mientras me penetra; jadeo, mis mejillas calientes, mi cabello se enreda detrás de mí a medida que lanzo mi cabeza a un lado y luego al otro.
El placer de este hombre dentro de mí es absoluto.
Es todo lo que quiero.
Toma mis rodillas y tira mis piernas alrededor de sus caderas, conduciéndose más profundo. Tan profundamente que mi visión se vuelve borrosa, y sus ojos se oscurecen, casi engullidos por sus pupilas.
Apoya su frente en la mía. Desliza una mano entre nosotros, frotando mi clítoris con su pulgar.
—¿Te vendrás para mí? —murmura.
Se entierra más profundo, agarra mis caderas y me retiene, así que no
tengo más remedio que tomarlo, más y más profundo, hasta donde quiera ir.
Tanto como lo quiero.
Manos en los huesos de mi cadera, se mueve en mí, y me muevo con él. Como un baile. Vamos más y más rápido. Y nunca quiero parar. Nunca quiero dejar de moverme, ver, degustar, ser follada por Vladimir Volkova el capo de la madia rusa italiana en su cama.
Siempre quise ser amada, y creo que me ama porque estoy lista para ser amada, y él también está listo, así que aquí estamos. Teniendo sexo caliente, pero estamos haciendo el amor.
Me corro y también quiero traer mi corazón a un clímax emocional, y
cuando sólo puedo respirar y ver los colores, las estrellas y la magnífica cara masculina de Vlad delante de mí, lo escucho.
—Te amo, mi dama —dice, besando mis labios hasta que mi pecho está listo para explotar junto con el resto de mí—. Ahora estás conmigo, ahora están conmigo.
***
Es temprano en la mañana y soy la fresa sobre el pastel de la cama de Vladimir Volkova. La fresa de la suerte.
En la mañana disfrute viendo sus músculos mientras se movia y balancea por encima de mí. La tensión de su mandíbula cuando se movía dentro de mí.
El camaleónico cambio en sus ojos cuando empezamos a hacer el
amor... y terminamos de hacer el amor. Soy adicta a todas las maneras en que sus labios saben moverse, y el placer, la tortura y la recompensa. Me folló, me hizo el amor, y bueno... , me hizo sexo oral.
Sonrío ignorando mis pensamientos y acercándome a la cocina donde me encuentro con mi mejor amiga, ella tiene una mirada neutra y la conocía perfectamente. Algo inquietaba a la pequeña Valentina Oliver.
Y cuando me acerco lo suficiente a la cocina, me doy cuenta que no está sola. Esta perfectamente acompañada con el imbecil de su ex y mi mejor amigo.
—¿Yo te gusto? —cuestiono Valentina cruzando sus brazos.
—Si me gustas, Valentina —le contestó furioso.
—¿Pero no me amas? —indagó ella mirándolo a los ojos.
David la observa en completo silencio, uno que dice más que mil palabras y mi mejor amiga está muy clara en ello.
—Ya dejaste todo muy claro —contestó acercandome y el me observa con disgusto.
—Yo... te amo —le dice David.
Tanto mi mejor amiga y yo reímos, su confección fue tan poco original y para nada sincera. Era un hombre que no sabía mentir, era realmente malo haciéndolo.
—Lo siento tu no me amas, no hay manera —menciono Valentina negando—. ¿Cómo podrías amarme y abandonarme?
—Valentina aborta, podríamos ser felices, yo te amo —le sugiere David.
—Dices que me amas pero en realidad no es así, tú no me amas, tu no tienes sentimientos por mi —contesto Valentina—. Lo que realmente amas es la atención que te doy.
—Estoy totalmente de acuerdo contigo, zorra —mencionó alentandola—. En cuanto a tí, David.
—Bia.
—¿Una persona que te ama, te pediría abortar? —indagó mirándolo fijamente—, largo de mi propiedad.
—Ya estas con otra, Valentina —gruño—. ¿Qué ya no piensas en mi?—cuestiono y Valentina lo fulmino con la mirada.
—David...
—No me iré, sin antes hablar con Valentina.
—Ten compasión ya no me busques, estoy siendo feliz con alguien que tiene más huevos que tú, sin siquiera tenerlos.
—¡No me iré Valentina! —grita David.
A continuación llamo a seguridad y observo como se lo llevan, el acto hace que algunas lágrimas se escapen de los ojos de Valentina y la comprendo. Sin embargo, al instante llega Julieth y mi mejor amiga limpia las lágrimas cambiándolas por una sonrisa.
—Es un imbécil, mereces la felicidad que te da Fernanda —informa Julieth abrazándola.
—Hagamos un pactó.
—¿Cuál? —pregunta Valentina
—De acuerdo —sonrie Julieth
—Hagamos un pactó de perras.
Todas ríen y estrechamos nuestras manos.
—Por cierto amiga, casi tumban la mansión ayer —comenta Valentina y mis mejillas tornas carmesí.
—¿Espera qué? —indagó avergonzada.
—Más duro, si así —bromeó Julieth.
—Ja, ja, ja. Callate zorra.
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La coronel y el capo.
RandomMi nombre es Bia Wilson y yo no perdonó, ciertas situaciones involucradas con mi trabajo en el FBI me llevan a conocerlo, al Capo de la mafia rusa italiana, al hombre que roba mi corazón. Vladimir Volkova, lo cual me lleva a tomar la decisión de dej...