Capitulo 3.

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Al ingresar al establecimiento, todas las miradas se centraron en mí; mi cabello y mi figura nunca pasan desapercibidos. Mientras recorro el lugar, aprecio cada detalle a mi alrededor y, al llegar a la barra, me acerco para tomar asiento. Dirijo mi atención hacia el mesero rubio que se aproxima, ya que tengo un buen instinto para reconocer a las personas de buen carácter. Con solo verlo, supe que este chico emanaba tranquilidad.

El ambiente estaba repleto de luces brillantes, música vibrante, humo artificial y strippers ofreciendo un espectáculo impresionante. Hombres y mujeres de diversas edades disfrutaban del lugar, que tenía un aire exclusivo y acogedor, casi como un club VIP.

—¿Señorita, qué le gustaría beber? —me preguntó el mesero en inglés, sonriendo de manera encantadora.

—Un vodka —respondí con una sonrisa.

Observé cómo preparaba mi bebida con rapidez y me la entregaba con una sonrisa. —Aquí tiene, bienvenida al Luz Demonial.

Tomé el trago de un solo sorbo, sonriéndole; vaya que el alcohol de Moscú era fuerte, pero mi cuerpo anhelaba más. Pasaron unos veinte minutos y no estaba segura de cuántas rondas había consumido, pero comenzaba a sentirme un poco mareada. Al mirar hacia la pista de baile, sonreí y, al ver nuevamente al mesero, le extendí mi bolso para levantarme y dirigirme a la pista de baile.

Observé a todos los hombres en el lugar y, con un gesto de mi dedo, comencé a señalar.

«De tin marin, hoy me follo ha usted» pienso.

Me encontraba en el centro de la pista de baile, disfrutando del ritmo y moviendo mis caderas con libertad. Sin embargo, los tacones que llevaba puestos empezaron a causarme más incomodidad de la que esperaba. Decidí acercarme a mi lugar, dejando atrás esos molestos zapatos, y regresé a la pista descalza, sintiendo la frescura del suelo bajo mis pies.

Con mis manos recorriendo mi cuerpo desde los pies hasta el pecho, dejé que mi cabello se moviera de un lado a otro mientras contoneaba las caderas al ritmo de la música, justo cuando pensaba en ir a buscar una nueva bebida. De repente, unas manos firmes se posaron en mi cintura, atrayéndome hacia un pecho robusto, y una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo al sentir su cercanía.

Me dejé llevar por la erección del hombre, tomando sus manos y deslizándolas por mi figura con total confianza. En un instante, él rompió cualquier control que pudiera haber tenido, apretando mi cintura y girándome para que nuestros ojos se encontraran. Oh Dios, su rostro se veía un poco borroso, pero sus ojos color aguamarina eran los más hermosos que había visto jamás. Su cuerpo estaba adornado con tatuajes y su sonrisa era cautivadora; cuando la música llegó a su fin, me levantó de puntillas y susurró algo en mi oído.

—Tus manos saben exactamente dónde tocar —susurré mientras me alejaba de él.

Me dirigí hacia el joven que estaba detrás de la barra, quien, al verme, me entregó mi bolso con una sonrisa cálida.

—Chico, por favor, un whisky —le pedí con una sonrisa en el rostro.

—En un momento, aquí tienes.

Cuando me pasó la bebida, la consumí de un solo trago, y él me sonrió con admiración.

—Nunca había visto a una mujer beber de esa manera —comentó una voz profunda y seductora a mi lado.

Volteé para encontrar al dueño de esa voz cautivadora, era el chico atractivo que había estado en la pista de baile.

—No soy como las demás, soy mucho mejor —respondí con una sonrisa coqueta.

—No tengo dudas al respecto.

—¿Y ahora qué? ¿Vamos a tener una aventura o no? —pregunté con curiosidad.

La coronel y el capo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora