Capitulo 4.

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Vladimir.

Al despertar, los primeros rayos del sol se filtraban a través de la ventana de mi lujosa habitación, y al intentar buscar el cuerpo de la encantadora mujer que había pasado la noche a mi lado, me di cuenta de que no había nadie.

Abrí los ojos y, al observar a mi alrededor, noté que estaba completamente solo; incluso el espacio donde ella había estado durmiendo se sentía frío. Sin preocuparme por mi desnudez, me levanté y comencé a buscar a la pelirroja cuyo nombre aún desconocía, pero era evidente que se había marchado. Regresé a la habitación con un ligero malestar por no haber podido despedirme de ella y, al fijar la vista en la mesita de noche, noté una nota que había dejado junto a la cama.

La tomé y la leí: "Gracias por la estupenda noche, no la olvidaré jamás. Lástima que no repita folladas. ¡Tu polla me encantó, Sr. sexy! De: Bia." Recordé a la diosa Bia, símbolo de fuerza y violencia, y una sonrisa se dibujó en mi rostro al rememorar los momentos vividos la noche anterior. Justo en ese instante, mi teléfono sonó, interrumpiendo mis pensamientos; lo busqué y lo encontré en la mesita. Al ver quién llamaba, rodé los ojos, sabiendo que era Sasha, mi leal guardaespaldas, que seguramente estaba preocupado por no haber recibido noticias mías.

—¿Bueno?

—Capo, señor —escuché un suspiro de alivio—. ¡Por fin! ¿Dónde está? La señorita Julieth ha estado desesperada llamándote. —Su tono de voz se tornó un poco alterado—. Ha pasado toda la noche buscándote.

—Tranquilo, Sasha, estoy en la mansión campestre y en cuanto a Julieth, me encargaré de mi amiga cuando llegué —respondí, sintiéndome irritado—. ¡Ahora deja de gritar y molestar, adiós!

Me dirigí hacia las cámaras y la vi con su porte elegante y confianza, realmente esta mujer debería ser una reina. De repente, escuché un ruido y entró una rubia con una expresión de enojo; era Julieth, mi mejor amiga y como una hermana para mí. Sin embargo, fruncí el ceño al notar que llevaba un arma en la mano.

—¿¡Qué demonios haces, Juli!? —grité.

—Maldito, te estuve buscando como una loca —admitió, furiosa.

—Ya me encontraste, ahora baja el arma —le ordené.

—Bueno, ahora suéltalo —murmuró.

—Me acosté con una chica —le respondí.

—No me sorprende en absoluto —suspira con frustración—. ¿Acaso deseas que finja estar asombrada? —preguntó levantando una ceja.

—Julieth...

—¡Oh, no puedo creerlo! ¡Vladimir acaba de tener sexo! —exclamó, provocando que me riera.

—Quiero que sea mi reina —declaró—. Necesito que la investigues, solo sé que se llama Bia.

—¿Como la diosa? —preguntó, frunciendo el ceño.

—Exactamente, ahora busca toda la información que puedas.

Julieth se marchó, es una persona fundamental en mi vida. Cuando mi padre falleció y asumí el control de la mafia, ella estuvo a mi lado en todo momento, es mi mano derecha, al igual que Sasha.

Me dispongo a tomar un baño mientras sigo pensando en esa mujer tan atractiva. Dios, su cuerpo, su energía, todo en ella me fascina. Salgo de mi mansión con la intención de resolver algunos asuntos; no puedo permitirme perder ni un segundo, ya que hay problemas con unos franceses.

Llegó a una gasolinera abandonada y veo a Sasha conversando con un hombre mayor. Este traidor reveló información confidencial y, para colmo, abusó sexualmente de niños, algo que nuestra familia no tolera. Odiaba a esos bastardos, no podían ser más enfermos.

—Vladimir, el maldito Capo —escuché a Alexander.

—Tú rey, eres un traidor que ha fallado a la familia —grité con rabia—, y además abusaste de niños. Eres un enfermo, conoces nuestras reglas.

—Vladimir.

—¡Soy tu Capo!

—Sí, señor.

—¿Qué has hecho, Alexander?

—Capo.

—Nadie puede infringir las normas de la mafia —declaró—. Nadie tiene el maldito derecho, ni siquiera tú, hijo de perra.

—Por favor, primo, ten compasión de mí —imploró—. Rey, tú eres mi familia.

—Tú no la tuviste con los niños —respondí—, pásenme un cuchillo.

—Sí, señor —respondió Sasha.

—¡Primo, mándenme un disparo y terminen con esto! —gritó Alexander en medio de un charco de sangre.

Me acerqué y crucé los brazos sobre mi pecho mientras lo miraba fijamente, sus ojos estaban desmesuradamente abiertos. Estaba al borde de las lágrimas, y me di cuenta de que esta escoria no representa a mi familia.

—Nuestra familia no actúa de esta forma tan brutal, ¿dónde estaría la emoción en eso? —le cuestioné, dejando escapar una sonrisa burlona—. Nosotros nos dedicamos a torturar sin compasión, lo sabes bien, y nadie escapa de las garras de la mafia, ni siquiera tú.

Sasha se acerca a él y le baja los vaqueros rápidamente, dejando su polla expuesta. La mirada de horror en su rostro me da asco y colocándome unos guantes, me acerco. Tomó su polla con una mano y la aprieto con fuerza.

Sus gritos son melodía para mis oídos, y con rapidez tomó el alicate que está a mi lado. Con lentitud, cortó su polla. Y sus gritos llenos de dolor y desesperación me hacen sonreír, sin embargo, la sonrisa en mi rostro desaparece cuando mi traje se ensucia con una mancha de sangre.

«Qué asco mi traje Armani está arruinado» pensé.

—¡Basta ya, cabrón! —exclamó con voz elevada—. Por favor, Capo.

—Tú mismo elegiste el desenlace de tu historia.

—Capo.

—El Capo nunca otorga perdón.

—Primo.

—Que lo violen —ordenó mientras ajustaba mi traje.

—Como usted mande, Capo —respondió Sasha.

Observé cómo tres hombres entraban y comenzaban a abusar de él, la desesperación reflejada en sus ojos alimentaba mi alma.

—¡Primo, ten piedad, compartimos la misma sangre! —gritó.

—Soy sordo.

Lo vi ser dejado nuevamente en su silla y me acerqué, apuntándole con mi arma en la frente. —¡Ci vediamo all'inferno!

—¿Qué hacemos ahora, Capo? —preguntó Sasha.

—Encárgate del resto —ordenó—. Y que toda la mafia lo sepa, nadie desafía al Capo, el rey de las mafias.

La coronel y el capo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora