Bia.
—Chicas, tengo que confesarles algo muy importante —comenta Valentina ganando toda nuestra atención—. Estoy saliendo con el Capitán David.
—¿El hombre sin corazón se enamoró? —bromeó, codeando a mi amiga.
—Es algo tímido al abrir su corazón, pero me trata bien —confiesa, Valentina.
—Nos alegramos por tí —dijo Julieth sonriendo—. Cuando mi bebe crezca y ambas me hagan tía, los obligaremos a hacer amigos.
Nunca he considerado la idea de tener hijos; mi enfoque siempre ha estado en mi carrera profesional y en nada más. Mientras sonrío y me dirijo a la sala de reuniones junto a mis compañeras, nos encontramos con los soldados que se preparan para la misión.
Al llegar, veo al Ministro en una conversación acalorada con algunos de los soldados presentes, lo que me provoca una sensación de irritación que me lleva a negar con la cabeza.
—¡Deben de tenerme miedo! —les grita el Ministro.
La rabia me consume por completo, la paciencia que había logrado mantener se desvaneció en un instante. Me acerqué con rapidez al Ministro, fijando mi mirada en sus ojos, mientras él me devolvía la mirada con una mezcla de desaprobación y furia. Ninguno de los dos se atrevió a desviar la vista, reflejando una inquietante similitud entre nosotros.
—Deberían temerme a mí, no a ti —le digo mientras lo apunto—. Porque soy Bia, la jodida Coronel.
Una sonrisa se forma en su rostro y, de inmediato, saco mi arma. Él levanta las manos con diversión, pero le borró la sonrisa al dispararle en la palma de la mano izquierda.
El salón queda en un profundo silencio.
Tenía miedo, pero estaba cansada de ser su marioneta.
—¡Esto no puede estar sucediendo! —logra decir mientras presiona su mano contra su costoso traje.
—Ministro, no tienes idea de lo que es posible —respondo con voz impasible.
—No sé cómo vas a atravesar a los españoles —dice, chasqueando la lengua e ignorando su mano.
—Solo confía, he enfrentado el fuego, golpes, maltratos, violaciones y el secuestro —le digo, acercándome—. Soy una tormenta y nadie podrá detenerme.
—Además, no está sola —interviene Julieth.
—Cuenta con apoyo —Valentina sonríe.
—La Coronel siempre tiene mi lealtad —dice Mia, colocando su mano en mi hombro.
—Daría mi vida por ella —comenta Luis, y le devuelvo la sonrisa.
—Es como si fuera mi hija —Pambelé se expresa por primera vez y mi sonrisa se amplía aún más.
—Estás jugando con fuego —me advierte el ministro, empujándome hacia atrás.
—Yo soy el fuego.
—Te recuerdo cuánto he sufrido por mis decisiones —me dice, mirándome con desdén.
—Mis recuerdos son igualmente intensos; fui víctima de un secuestro y pasé un año encerrada en un sótano, anhelando que alguien viniera a rescatarme de esa pesadilla —admito, respirando profundamente—. Solo tenía quince años cuando sufrí abusos, maltratos y privaciones extremas. Ahora, tú has decidido marcarme aún más, ordenando que me quemaran la cara. Me has hecho sufrir por haber elegido al hombre que amaba. Soy la Coronel Bia Wilson Jones, y no tengo la capacidad de perdonar; no dejaré que quienes me desafiaron y arrebataran a mi ser querido queden impunes. La gente habla de mis triunfos y de mi influencia, y saben que actuó con inteligencia y pasión. He experimentado tanto el paraíso como el infierno en esta organización; incluso el mejor soldado puede caer, pero si eso me sucede, me levantaré nuevamente y haré que paguen por sus acciones.
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La coronel y el capo.
RandomMi nombre es Bia Wilson y yo no perdonó, ciertas situaciones involucradas con mi trabajo en el FBI me llevan a conocerlo, al Capo de la mafia rusa italiana, al hombre que roba mi corazón. Vladimir Volkova, lo cual me lleva a tomar la decisión de dej...