Sonaban estridentes las llantas del triciclo amarillo a toda velocidad rozando el pavimento, una niña rubia de ojos inmensos pedaleaba con todas sus fuerzas por uno de los senderos del parque, dejando el alma en la competencia, cual guerrera en un campo de batalla. Abundantes gotas resbalaban sin cesar por toda su cara haciendo brillar su blanca piel. Levantó la mirada y observó a lo lejos la pequeña mano en alto que empuñaba una paleta de caramelo, indicando que se acercaba a la meta, entonces, agarró firmemente el manubrio y pedaleó hasta sentir que sus músculos dolían. Un niño de cabello negro, montado en su triciclo azul con franjas rojas, pedaleaba incesante acercándose peligrosamente a la rubia, amenazando con robarle el invicto en tan disputada carrera. A pocos metros de la meta, se rozaron con furia los manubrios, pero el chirrido de unas llantas intentando frenar, seguido del ruido de alguien al caer, hizo que la rubia se detuviera al instante y se quedara observando estática, la escena, mientras que su contrincante, aprovechando la pequeña ventaja y el descuido de su acérrima rival, cruzó la meta arrebatándole por primera vez, la victoria.
−¡Luisita! −gritó Leonor a lo lejos− pero ¿Qué ha pasado? - dijo mientras se acercaba a su hermana pequeña.
María que llegó corriendo aún con su paleta de caramelo en la mano, también lo había visto todo y corrió al lado de sus hermanas.
−Aquella niña − respondió María por su hermana pequeña, señalando a una niña morena de abundantes rizos y grandes ojos y que aún estaba en el suelo −que se ha caído de su bici por esquivar a Luisi −explicó.
−¡Oh! Pobrecilla− dijo Leonor caminando hacia ella rápidamente −déjame ayudarte −se acercó a aquella niña que aún estaba en el suelo, sobándose un brazo y viéndose con pena los raspones en su rodilla y pierna derecha. Tenía sus manos cubiertas de polvo y sus ojos con abundantes lágrimas.
−¿Estás bien, preciosa? ¿Puedes levantarte? −le preguntó cuidadosamente Leonor.
La niña asintió y se levantó con ayuda de la adolescente, que la tomó suavemente de los brazos. Caminaron hasta un banco del parque para poder observar mejor los raspones y revisar qué tanto daño se había hecho. Leonor notó que aquella niña era muy hermosa, tenía unos rizos castaños oscuros y alborotados, ojos grandes y expresivos, de un color muy bonito ¿miel? ¿verdes? "Qué ojos más preciosos", pensó. Tenía unas pestañas largas que resaltaban sus enigmáticos ojos, una pequeña nariz respingada y unos rosados labios que dejaban entrever sus blancos y alargados dientes.
−¿Has venido con alguien, cariño? -le preguntó y la niña con los ojos llenos de lágrimas asintió señalando a un chico que intentaba hacer piruetas con un balón de futbol y no se enteraba de lo que acababa de ocurrir.
−¡Hey! Hola, ¿viene contigo esta preciosidad? -le preguntó Leonor al chico, acercándose a él, llevando de la mano a la niña de rizos.
−Pero... ¿Qué ha pasado? −preguntó el chico totalmente asustado arrodillándose frente a la niña de rizos para ver de cerca los raspones que tenía.
−Me he caído intentando esquivar a una niña que iba en su triciclo −respondió la de rizos haciendo un puchero, con los ojos brillantes.
−Pero ¿Estás bien? ¡Dios! La que se va a armar cuando papá te vea así −dijo llevándose la mano a la cabeza.
−¿Por qué no vienen con nosotras a casa? así puedo ayudar a limpiar esas heridas −dijo Leonor, mientras María y Luisita estaban paradas a un lado, atentas a la conversación.
La carrera de triciclos ya era historia, la victoria de aquel niño se había quedado en segundo plano y éste al darse cuenta de que su proeza había pasado sin pena ni gloria, se dirigió rumbo a su casa decepcionado, siendo indiferente al accidente ocurrido.
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Prometo amarte y esas cosas
FanfictionLusita Gómez conoce accidentalmente a Amelia Ledesma desde la infancia y sus vidas serán inseparables. Esta historia narrará, las vivencias de los Gómez y los Ledesma, quienes lucharán contra viento y marea para ser felices, demostrando que el amor...