Capítulo 36. ¿La amistad es para siempre?

842 77 27
                                    

Los ojos miel de Amelia observaban cuidadosamente el claro nerviosismo y la tensión de la chica que estaba sentada frente a ella.

−Nunca te había visto tan nerviosa, ¿Está todo bien?

−Sí, todo está bien, tranquila.

Una joven de cabello negro y liso, que llevaba un mandil, se acercó a la mesa donde se habían acomodado Amelia y Lucía.

−Buenas tardes, bienvenidas. ¿Qué os pongo? 

−Hola, buenas tardes −saludó la morena sonriendo −para mí, un cortadito, por favor.

La chica asintió y luego volteó a ver a Lucía que parecía no decidirse.

−Un café para mí −dijo finalmente.

Amelia frunció el ceño, le parecía rara tanta seriedad y nerviosismo en Lucía. La chica anotó el pedido en su pequeña libreta y antes de marcharse, les preguntó si deseaban algo más. Ambas negaron y le sonrieron de vuelta, por lo que la chica sonrió también y se marchó.

−Estás muy seria Lu, ¿Es por la universidad? Luisita me ha contado que tu profesor de derecho penal es una completa pesadilla.

−Me tiene frita.

Amelia dejó escapar una risita al ver la cara que había puesto Lucía, a veces ella podía tener el mismo talento que María para el drama, pero se negaba a admitirlo.

−Debe ser un poco difícil tratar de tener todo bajo control, ¿No? La universidad, la familia, tu relación con tu novia...

Lucía miró a Amelia y en ese mismo instante se le borró su sonrisa del rostro. La empleada del lugar regresó a la mesa con los dos cafés y los dejó allí.

−Gracias −le dijo la morena.

La chica le respondió con una sincera sonrisa y se dio vuelta de regreso a la barra.

−Estás empezando a asustarme −le dijo Amelia con preocupación −. ¿Qué es eso tan grave? 

−No es grave, Amelia, pero sí es importante.

La morena intentó relajarse y levantó su taza para dar el primer sorbo a la bebida.

−Entonces, dime.

−Bueno, lo primero que quiero decirte es que Paloma y yo, ya no estamos juntas, así que por el momento, no hay novia.

Amelia abrió los ojos sin poder creérselo, quería hacerle mil preguntas, pero prefirió dejar que Lucía terminara de hablar.

−También quiero decir que, lo siento muchísimo, por haberme alejado de ti, sin darte al menos una explicación. Siento que pensaras que era tu culpa o que habías hecho algo mal, no fue justo para ti.

−Lu, eso no tiene importancia. Te he echado mucho de menos, es verdad, pero entiendo que tenías tus cosas y necesitabas tu espacio para...

−¡Amelia!

La morena se calló y miró a Lucía con asombro ante su interrupción.

−Déjame terminar, por favor, o nunca seré capaz de decírtelo.

−¿Decirme el qué?

−Que la razón por la que me alejé de ti, no fue por la universidad, ni porque debía dedicarle más tiempo a mi novia...exnovia...−se corrigió −. Fue porque yo ya no te podía ver solo como una amiga, Amelia.

La morena miraba a Lucía completamente confundida, sus oídos habían captado a la perfección sus palabras, pero su cabeza no lograba interpretar lo que había dicho, o quizás, no quería hacerlo, porque eso significaba traspasar una barrera invisible, de la que seguramente, no había retorno.

Prometo amarte y esas cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora