Capítulo 34. Valencia

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−Amor, ¿Puedes quedarte solo con las niñas? quiero ir con mamá a comprar algunas cosas.

−Claro, cariño.

−¿Estás seguro? Igual le podemos pedir ayuda a Benigna.

−¡Que va, mujer! yo me apaño, vete tranquila.

Leonor se despidió de Jordi con un beso y luego se acercó a las dos niñas para despedirse de ellas.

−Nos vemos en un rato, amores −dijo a sus hijas mientras les daba un beso en la cabeza −. Portaos bien.

Leonor se acomodó su abrigo, tomó su bolsa y salió de la casa de los Ledesma. Minutos después, Alfons salió de su habitación bostezando y vio en el comedor a su hermano y a sus sobrinas. Abril estaba sentada en la silla de bebé y Jordi intentaba darle a Emilia su biberón.

−¡Qué bien te sienta la paternidad! ¿Eh? −se burló Alfons.

−Calla y mejor ayúdame con Abril, que está tirando el desayuno por todo el comedor.

−¿Quién es la princesa hermosa del tito Alf? −dijo el chico acercándose a su sobrina y agarrando la cuchara con la que la niña estaba tirando la papilla.

La niña sonrió ampliamente al ver al chico y le extendió los brazos para que la sacara de la silla.

Alfons alzó a la niña y empezó a bailar con ella.

−Alfons, sería bueno que Abril terminara su desayuno.

−Que ella no quiere eso, Jordi −le respondió −. A que quieres una tortita, ¿Verdad? −le dijo a la niña.

Abril seguía sonriendo y mirando a su tío como si de la octava maravilla se tratara. Alfons recogió del suelo un pequeño piano de juguete y puso a la niña nuevamente en la silla para bebé.

−Toma, pequeña, voy a la cocina a preparar las tortitas y vuelvo enseguida −le dijo dejándole un beso en la frente.

Alfons entró a la cocina y empezó a sacar los ingredientes de la alacena. Mientras tanto, Emilia en brazos de su padre, pataleaba con fuerza y no aceptaba el biberón, rechazándolo enérgicamente con las manos. La pequeña empezó a llorar a todo pulmón y no se calmaba con los arrullos de Jordi.

−¿Qué le pasa? −preguntó Alfons saliendo de la cocina.

−No lo sé, no ha querido comer mucho. Mi suegra dice que posiblemente le van a salir sus primeros dientes.

−Hum.

Emilia lloraba con más ganas y manoteaba sin parar.

−No sé, Jordi, yo creo que le ocurre algo −le dijo Alfons preocupado, acercándose a la bebé −. Hola pequeña, ¿Qué pasa contigo hoy? −le preguntó.

La bebé se calló por un momento al escucharlo, pero luego de hacer una mueca de dolor, rompió a llorar nuevamente.

Jordi se levantó de la silla con la niña en brazos y siguió arrullándola, mientras caminaba con ella por todo el salón. Abril lo observaba todo desde su silla, sin entender lo que pasaba con su hermana.

Alfons volvió a la cocina para echar un vistazo a las tortitas y Jordi decidió ir a la habitación de Amelia, donde tenían las cosas de las pequeñas. El hombre trataba de calmar a Emilia meciéndola en sus brazos y cantando una canción de cuna, pero cada minuto que pasaba, se le hacía más difícil tranquilizarla.

Abril al escuchar el insistente llanto de su hermana, empezó a llorar también. Alfons intentó jugar con ella haciéndole un "avioncito" con la cuchara y un trozo de tortita, pero la niña ya no le prestaba atención a él, sino al llanto de Emilia.

Prometo amarte y esas cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora