Encerrada en el despacho de Marcelino, Lucía leía con atención unos documentos relacionados con el negocio de su padre. Pasaba las páginas y volvía a leer, resaltando algunas líneas que parecían importantes. Arrugó su frente y luego dejó salir un pesado suspiro.
−Te traigo un café, hija −dijo su padre al entrar.
−Gracias.
−¿Cómo ves eso?
Lucía soltó el aire y se recostó en la silla con pesadez.
−Nunca debiste confiar en esa gente, papá.
−Entonces, ¿No hay nada que hacer? ¿Perderé todo lo que he pedido?
−No lo sé, es que no encuentro una forma de obligarlos a responder; nunca le hiciste firmar un contrato.
−Bueno, es que me dio su palabra, Lucía; parecía un caballero.
−Papá, lamento ser yo quien te lo diga, pero por estos tiempos la palabra no vale mucho. Simplemente, lo escrito; escrito está.
−¡Por Dios! ¿Qué voy a hacer con todo eso? La mitad de las cosas se van a dañar, el restaurante normalmente no alcanza a consumirlo −se quejó el hombre, visiblemente alterado.
−Calma, papá, algo se nos ocurrirá, de verdad.
−No, no, yo lo que tengo es que ir allá y reclamarle por lo que me ha hecho.
−No te dejarán siquiera acercarte; es un político importante, tiene escoltas.
−¿Entonces debo perder lo que invertí para ese evento?
−Lo siento mucho, papá.
−No, no, no puedo perder eso, Lucía, no puedo −dijo sobresaltado y nervioso.
Fran entró en el despacho, interrumpiendo la conversación de padre e hija.
−Perdón. Marcelino, acaba de llegar el camión con el pedido de verduras, necesitan saber dónde van a descargar esa cantidad de cajas.
−¡No! ¡No! ¡Hay que devolverlas!
−¿Qué? ¡No! No podemos hacer eso, jefe.
−¡Ya no hay evento! ¡Todo se fue al traste! −dijo agitado pasándose las manos por la cabeza.
−Pero el proveedor no aceptará devoluciones, son productos perecederos, Marcelino. Lo sabes bien.
−¿Qué vamos a hacer con todo eso, Fran? El restaurante no consume ni la mitad de eso y este canalla ha cancelado el evento.
−Pero él no puede hacernos eso, hay que llamarlo y decirle "Esto no nos lo puedes hacer" −dijo el joven.
−¡Como si fuera tan fácil! −se quejó Marcelino.
−A ver, tranquilos. Les propongo una cosa; yo le llamaré y hablaré con él −propuso Lucía, intentando calmarlos.
La castaña tomó el teléfono inalámbrico del despacho y marcó el número que estaba en la agenda de su padre. Fran salió del allí, para avisar a los de la compañía de reparto, que descargaran las cajas en la bodega.
Lucía daba vueltas por todo el lugar, hasta que, por fin, alguien le respondió al otro lado. Intentó convencer a la mujer que parecía ser la asistente de aquel hombre, para que le diera una cita, pero fue imposible. El candidato, se encontraba de correría, así que no podía atenderlos.
Marcelino empezó a agitarse más y su preocupación se hizo cada vez mayor.
−Papá, bebe un poco de agua −le pidió Lucía ofreciéndole en un vaso −. Ya verás que encontraremos una solución.
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Prometo amarte y esas cosas
FanfictionLusita Gómez conoce accidentalmente a Amelia Ledesma desde la infancia y sus vidas serán inseparables. Esta historia narrará, las vivencias de los Gómez y los Ledesma, quienes lucharán contra viento y marea para ser felices, demostrando que el amor...