Capítulo 64. Somos un equipo

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Carol apretaba el  abrazo y acariciaba la espalda de Paula, intentando confortarla. La rubia dejó caer todo el peso de su tristeza, refugiada en los brazos de la actriz.

−Está todo bien, puedes quedarte aquí esta noche, ya te lo había dicho −le dijo Carol.

−No puedo creer que Fran me echara así de la casa.  Tuvimos una pela horrible, Carola y terminó metiendo las cosas en la maleta y dejándola en la puerta. ¿Te lo puedes creer?

−Es un bruto, no debió hacer las cosas así, ¡Pero me va a escuchar!

−No, déjalo... total, esta relación no tenía ningún futuro.

−¿Lo dices de verdad o solo porque estás dolida?

−Lo digo de verdad, es que, no sé ni en qué momento me fijé en alguien como tu hermano.

−Bueno, ¿Y entonces por qué estás así? Tan triste... −le preguntó Carol, limpiándole una lágrima con el pulgar. 

−Pues no lo sé, a lo mejor estoy muy sensible o simplemente, el terminar con una etapa de mi vida de esta manera... −hizo una pausa. 

−¿Qué?

−Que no me lo esperaba; que termináramos tan mal. 

−Hum...ya. Bueno, no te agobies, Pau, te darás cuenta que solo necesitas algo de tiempo y estarás bien. ¿Te sientes mejor? −preguntó la morena, soltándola del abrazo, cuando notó que Paula estaba más tranquila.

−Sí, perdona, que te he dejado empapada la camisa −dijo la rubia limpiando suavemente el hombro de la morena.

−No hay problema, no me molesta.

−¿Qué es lo que huele tan rico?

−Te dije que cocinaría.

−Pues huele muy, muy bien.

−Espera a probarlo, no soy una "cocinillas", pero esto sí que me sale rico. Anda, ponte cómoda. ¿Quieres vino, cerveza, soda? 

−Una cerveza.

−Te advierto que solo tengo sin gluten −sonrió Carol antes de entrar en la cocina.

−Sí, está bien.  Oye, me encanta tu piso, tiene mucha vida. Fran odiaba los cuadros y en la biblioteca, solo tenía unos pocos libros y muchos videojuegos. Siempre sentí que yo no pertenecía a ese lugar.

−Pau, perdona que lo diga, pero esa nunca pareció tu casa −dijo la morena volviendo a la sala con dos cervezas en la mano.

−Es verdad, siempre me sentí como una extraña allí.

−Pero ahora tendrás un piso para ti sola y además, estarás viviendo en el barrio, cerca de todas las personas que te quieren...bueno, que te queremos.

−¿De verdad, Carola?

−¿De verdad qué? ¿Qué te quieren? −preguntó dándole la cerveza a la rubia.

−Que me quieres...

−Mucho, Pau.

La rubia sonrió y dio un sorbo a la cerveza sin dejar de mirarla.

−También te quiero mucho , la verdad no sé qué habría hecho sin ti durante este tiempo. 

−Bueno, hija, es que te encierras en tu propio mundo. Estoy segura que en el barrio hay más de una persona que te habría ayudado encantado. Por ejemplo, Luisita, Amelia, María, Benigna, Marcelino...

−Ya, ya lo sé... ellos son majísimos, pero, tú has sido una gran amiga y quiero darte las gracias por eso.

−No tienes que hacerlo, Pau, porque tú también has sido una gran amiga para mí y como mi ángel de la guarda desde que llegué a Madrid. ¿Te recuerdo cómo te preocupaste por mí el día que pisé el restaurante por primera vez? Ni siquiera Fran, que es mi hermano, se preocupó por mí, como tú lo hiciste. 

Prometo amarte y esas cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora