−Ledesma Corporation, buenos días ¿En qué puedo ayudarle?
−Buenos días. Me gustaría hablar con Tomás Ledesma.
−¿Quién lo llama?
−Marcelino Gómez.
−Un momento, preguntaré si puede atenderlo.
Marcelino escuchaba impaciente una música que le indicaba que lo habían dejado en espera. De pronto, una voz interrumpió.
−Pero ¿Qué descaro tiene de llamarme?
−Escúcheme, Tomás, necesito hablar con usted ¿Puede venir al bar esta tarde? –le preguntó Marcelino directo.
−Para lo único que tenemos que hablar, es para que me diga dónde están mis hijos y más le vale que me lo diga.
−Bueno, entonces lo espero esta tarde en el bar, a las seis.
−Vaya, entonces al final de cuentas el bar quedó en pie.
−¿Está insinuando que tuvo que ver con lo que le sucedió?
−En absoluto ¿Sabe que muchas personas acostumbramos a leer los periódicos? −respondió con sarcasmo.
−Nos vemos esta tarde −le respondió con fastidio y colgó inmediatamente.
Marcelino tuvo que hacer un tremendo esfuerzo para aguantarse las ganas de decirle hasta de qué mal se iba a tener que morir. No iba a adelantarse a las cosas y hablaría con él en el momento justo.
Marcelino pasó el día impaciente en el bar. Pelayo no estaba mejor, despachó mal dos cafés e hizo un par de desastres en la cocina; realmente estaban muy nerviosos los dos. Manolita terminó el turno en el hotel e inmediatamente se fue para el bar a ayudar un poco para terminar antes de las seis. Pidió a sus dos hijas mayores estar pendientes de sus hermanos y de casa, hasta que ella regresara. Era importante que ella estuviese en esa reunión junto a su marido y su suegro.
...
−No le diré que es bienvenido, porque usted no es bienvenido aquí −dijo Pelayo apenas vio a Tomás entrar en el bar.
El hombre mayor lo miraba con rabia, pero Tomás lo ignoró completamente.
−Calma padre, por favor, mejor tráenos café, anda −dijo Marcelino para serenarlo un poco.
−Vengo a que me diga ahora mismo dónde están mis hijos, no estoy de visita, así que puede ahorrarse el café −le dijo a Marcelino directamente.
−Bueno, un vaso de agua sí que va a necesitar, siéntese −le dijo señalándole una silla mientras él se sentaba en frente.
El abogado siguió con su actitud soberbia y soltó una carcajada.
−Dígame de una vez dónde están mis hijos y evitemos todo este espectáculo, por vuestro bien −amenazó.
−Voy a fingir que no me ha amenazado, Tomás. Antes de empezar, voy a llamar a alguien que falta en esta conversación −dijo mientras hacía señas con la cabeza y con los ojos, a una mujer que estaba sentada unas mesas más lejos.
La mujer se levantó y se acercó hacia donde estaban los dos hombres.
−Buenas tardes, Tomás Ledesma −saludó la mujer.
−¿Quién es usted? −respondió con petulancia.
−Soy Margarita Fernández, del periódico La Libertad.
−¿Qué es lo que quiere? Ahora no estoy para entrevistas, estoy aquí por un asunto personal.
−Por eso precisamente estoy yo aquí.
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Prometo amarte y esas cosas
FanficLusita Gómez conoce accidentalmente a Amelia Ledesma desde la infancia y sus vidas serán inseparables. Esta historia narrará, las vivencias de los Gómez y los Ledesma, quienes lucharán contra viento y marea para ser felices, demostrando que el amor...