Capítulo 42. La vida es un momento

951 80 33
                                    

POV María

Luego de una noche bastante agitada en el club, llego por fin a casa de madrugada. Abro la puerta de mi habitación y encuentro a Lucía profundamente dormida sobre mi cama. Está completamente extendida y eso me hace imposible acomodarme. No tengo otra opción, que dormir en su cama. Es extraña la forma en que Lucía me echa de menos ahora, que incluso quiere pasar mucho tiempo conmigo, como nunca antes. Creo que, en el fondo tiene miedo de perderme cuando me case con Nacho. ¡Ay, Lu! No has entendido que eres mi alma gemela, que es imposible dejarte de lado, porque simplemente eres una partecita de mí.

Saco mi pijama y me lo pongo con sumo cuidado para no despertarla, me acuesto y enseguida apago la lámpara. Estoy cansada por el arduo trabajo de la semana, pero no logro conciliar el sueño tan fácilmente. Tengo una mezcla de emociones; por un lado, estoy feliz, por mi boda con Nacho, pero, por otro, estoy muy nerviosa, como todos, por la operación del abuelo. 

Le pedí a Nacho que aplazáramos la boda, ni mis padres, ni mis hermanos, tenemos cabeza para pensar en eso ahora, necesitamos saber que el abuelo estará bien. No puedo negar que mi novio es el mejor hombre del mundo y el más comprensivo, se lo ha tomado muy bien y me ha dicho que se casará conmigo, cuando, como y donde sea, le da igual, solo quiere estar conmigo sin importar las circunstancias.

Siento mis pies fríos e intento darme un poco de calor con la manta. Doy algunas vueltas en la cama y finalmente decido ponerme boca abajo para aliviar mi dolor de espalda. De pronto siento un aire frío recorrer mis pies cuando la manta se levanta, me sobresalto y me giro para ver; es Lucía que prácticamente sonámbula, se ha acomodado a mi lado, ha puesto sus pies envueltos en calcetines de felpa, sobre los míos. ¿Cómo sabía que tenía frío? 

Lucía pasa su brazo sobre mí y balbucea una frase que no le encuentro sentido. Yo me río bajito, sabiendo que está dormida y acepto su caluroso abrazo. En cuestión de segundos, mis párpados pesan y pronto caigo en un profundo sueño.

...

La luz traspasa la cortina y llega hasta mis ojos, intento abrirlos, pero un ardor intenso me obliga a mantenerlos cerrados por un largo rato. Me giro y encuentro que estoy sola y la otra cama está tendida. Observo el despertador y me doy cuenta que ya es mediodía.

Me levanto y voy a la ducha, me siento cansada, pero sé que necesito algo de comer para poder sobrevivir en este día. Salgo del baño y busco algo para vestirme. Hoy no saldré de casa y con el frío que hace, decido ponerme algo cómodo. Al abrir el clóset, observo que mi ropa no es tan "guay" como la de Lucía, así que tomo una de sus playeras, uno de sus hoddies, un pantalón de chándal, medias gruesas y sus zapatillas deportivas. No tengo ganas de recogerme el cabello, así que simplemente lo desenredo y lo llevo suelto.

Salgo de la habitación arrastrando mis pies, con dirección a la cocina y cuando estoy allí, escucho varias voces que provienen del salón. Abro el refri para servirme un vaso de leche, mientras pongo la cafetera.

Aprovecho para ver quiénes están en el salón tan animados. 

−¡María! −me dice la chica que charla con Lucía. 

−¿Paloma? −digo sin estar muy segura.

−Sí, ¿No me has reconocido? me pregunta sonriendo.  

−Te ves...diferente.

−Me lo han dicho ya −responde como si se tratase del mejor cumplido. 

−María −interrumpe Lucía −. Esa no será mi...

−Tu ropa, sí.

Mi gemela me mira con cara de pocos amigos.

Prometo amarte y esas cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora