Capítulo 71. Mi todo

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Luisita y Amelia tomaban un café en el bar de María, mientras esperaban a Julia y a Lucía, para desayunar todas juntas. La pareja aprovechaba el tiempo para ponerse al día con la mayor de las gemelas Gómez y también para charlar un poco con Benigna.

−¡Hola chicas! −dijo una animada Lucía cuando entró.  

Se acercó a las chicas que estaban en la barra, para dejarles un beso en la mejilla a cada una y luego caminó hasta su gemela que estaba del otro lado. María recibió el abrazo de su gemela y luego, Lucía se acercó a Benigna, quien prácticamente la obligó a saludarla con dos besos "como se debe", según las mismas palabras de la mujer mayor. Julia, que después de aparcar, entró unos minutos después, saludó a todas y se sentó al lado de su novia.

−¿Qué tal, chicas? −preguntó Julia.

−Muy bien, ¿Tú qué tal? ¿Cómo va tu resfriado? −respondió Luisita. 

−Bueno, mucho mejor, pero he pasado unos días fatales.

−Natalia me dijo que faltaste al hospital toda la semana −afirmó la rubia. 

−¡Uf, sí! Pero ya estoy bien, gracias por preocuparos, de verdad. Oye, Amelia, me ha dicho Lucía que la exposición estuvo increíble. ¡Enhorabuena!

−Gracias; lamento mucho que te la hayas perdido −se lamentó la morena. 

−¿Quién dice que me la he perdido?

Amelia frunció el ceño sin entender.

−Tu obra va a ser exhibida de nuevo en una sala de la universidad, en un evento de intercambio cultural. 

−Pero... ¿Cómo es que sabes eso? −preguntó Amelia sorprendida. 

Julia sacó del bolsillo de su chaqueta lo que parecía ser un recorte de un periódico.

−Supongo que querías esperar para darnos a todos la sorpresa y lo he arruinado −expresó la doctora intentando contener su sonrisa.

−Un poco, sí, aunque bueno, qué más da, el evento es en tan solo tres días, así que iba a contároslo. Julia, en verdad me halaga que estés tan interesada en ver mi obra, gracias, de verdad.

−Pero bueno, ¿Cómo voy a perderme una exposición de la mejor artista plástica que tiene Madrid? −respondió Julia.

−No exageres, anda −le pidió la morena.

−Bueno chicas, ¿Qué os pongo? −preguntó esta vez María, sosteniendo una pequeña libreta y un boli.

−¡Anda, hija! ¡Dame eso! −le pidió Benigna quitándole la libreta y el boli −. Ve a sentarte con las chicas en la terraza y come algo también.

−Pero no tengo hambre, Benigna. De verdad.

−Nada de excusas. ¡Anda, que no quiero yo otro susto como el de hace rato!

−¡Shhh! ¡Benigna!

−¿Qué pasa, María? −preguntó Lucía, inquieta al escuchar lo que dijo la mujer.

−Nada, no pasa nada, que tuve un bajón de energía y ya está, todo está bien. ¿Qué os pongo, chicas, por favor? Que luego llega la gente y empieza la faena.

−María, dime la verdad, ¿pasa algo? ¿Te ha vuelto la anemia? −preguntó Luisita.

−Chicas, de verdad, no os pongáis pesadas, por favor.

−María... −insistió Lucía.

−No seáis pesadas −pidió de nuevo la gemela.

−Está bien, te dejaremos en paz, por ahora, pero con una condición −advirtió Lucía. 

Prometo amarte y esas cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora