Prometo amarte y esas cosas

Capítulo 9. Correr

Llegó el sábado y estaba todo listo para salir de Madrid, Marcelino terminaba de guardar la última maleta en la camioneta, Manolita correteaba a Marisol y Manolín para que se vistiesen, Leonor daba de comer a Catalina una papilla de fruta y Lola junto con las gemelas y Luisita, jugaban con Ciriaco. Pelayo, que estaba en el bar, se aseguraba de dejar todo en orden antes de partir. Antes de cerrar la puerta, puso un cartel en el que se le informaba a la clientela, que el bar no abriría durante varios días.  

Justo, Benigna y sus hijos, también irían de vacaciones a la casa de Sebas. Esperaban impacientes en el coche, que los Gómez por fin se decidiesen a salir, mientras que Sebas, le daba las últimas instrucciones a Juan en la marisquería, no sin antes hacerle miles de advertencias al despistado joven.

Por fin Marcelino había logrado acomodar los últimos juguetes de sus hijos; flotadores, patines,pelotas, muñecas, cochecitos, entre muchas otras cosas que el padre de familia luchó para acomodar como un juego de Tetris. 

Marcelino viajaba con Manolita, Luisita,Marisol, Manolín, Catalina y Ciriaco. En el coche de Justo iba su familia y lasgemelas Gómez. Con Sebas viajaban Pelayo y sus nietas mayores, Leonory Lola. Así, todos, se dispusieron a pasar unos días de descanso; sin embargo,Manolita, en contraste con las caras de felicidad que tenían todos, se le veía en su rostro una preocupación por no saber nada sobre de Devoción y sus hijos. Sentía en su corazón un mal presentimiento y aunque en el fondo de su alma no quisiese alejarse de la plaza, tampoco deseaba que sus hijos se perdiesen la oportunidad de cambiar un poco de aires. 

......

En la casa de Tomás las cosas eran muy diferentes, los chicos no sabían lo que significaba tener tiempo libre, durante el receso del instituto y la escuela, los Ledesma debían aumentar las horas de lectura y la práctica de un instrumento musical, así como intensificar las clases de música. Devoción salía muy rara vez, solo en compañía de su marido o de Hugo, generalmente a algún evento del bufete.  

Tomás llegó temprano a casa ese día, el mismo en que los Gómez y sus amigos salieron de Madrid. Los Ledesma estaban en clase de música y su mujerhabía ido a recogerlos al conservatorio, escoltada por Hugo. Entró el hombre a la cocina buscando un poco de agua y no encontró a Clara; recordó que había pedido el día para hacer resolver algunos asuntos personales. Cuando servía el transparente líquido en un vaso, notó en un rincón de la enorme encimera, una bandeja que llamó poderosamente su atención; no recordaba haberla visto nunca en las cenas, esta era mucho más grande de las que solía ver en la mesa. Se acercó para observarla mejor y notó las letras grabadas en un borde «Los Asturianos». Se sembró entonces la duda en la mente oscura del experimentado abogado, una sombra de celos lo invadieron poderosamente y fue entonces cuando emprendió el rumbo hacia su habitación. 

Empezó a buscar por todos los rincones algo que demostrara si su mujer le estaba mintiendo de alguna forma. Era un completo celópata y un hombre de poco control, podía imaginarse muchas cosas con detalles tan insignificantes como el que acababa de ver en la cocina. 

Abrió el armario y en la parte superior, escondida con algunas mantas, notó una pequeña caja gris a la que nunca había prestado mayor atención. Procedió a tomarla para abrirla y encontró allí, todas las notas enviadas por Manolita a Devoción. Después de leerlas rápidamente, estaba furioso, salió de su habitación para entrar en la de Jordi e hizo exactamente lo mismo, buscar por cada rincón hasta encontrar evidencia de la cercanía de ellos con los Gómez. No confiaba tampoco en sus hijos, realmente, no confiaba ni en su propia sombra. Entró en la habitación de Alfons y finalmente en la de Amelia, para mala suerte de los chicos que no solo encontró las notas y las cartas, sino también, los regalos que los Gómez les habían hecho durante todo ese tiempo.