Capítulo 39. Tiempo a solas

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Luisita pasó el fin de semana en casa de Amelia, mimándola, cuidándola, queriéndola. El tobillo de la morena se recuperaba gracias a los cuidados y al reposo al que le habían prácticamente obligado su doctor, su madre, su hermano y su novia. En un par de semanas estaría como nueva y justo para empezar las clases en la universidad.

Las chicas se sentían como volando en una nube, después de hacer el amor por primera vez, con sus miradas no podían evitar decirse cuánto se deseaban. Era difícil contenerse, pero debían hacerlo porque Devoción y Alfons estaban en casa, aunque en una u otra ocasión aprovecharon que estaban a solas. 

...

Devoción viajó a Barcelona, junto con Manolita, Catalina y Ciriaco, para conocer por fin a Laura. Durante aquellos días, Luisita aprovechó para quedarse en casa de Amelia y así, poder pasar tiempo con Amelia, claro está, aprovechaban mucho más, cuando Alfons salía para la academia de fotografía. El chico no era tonto, sabía lo que sucedía, pero no tuvo problema en cubrir a su hermana. De hecho, estaba feliz por la morena, aunque también sentía un poco de envidia; las chicas se querían y estaban juntas; en cambio él, estaba empezando a hacerse a la idea de que la vida nunca le daría una oportunidad con Alba.

La rubia quería un poco más de intimidad con su novia y pensaba que les vendría bien un espacio para las dos, pero sabía que era muy pronto para aventurarse y proponerle vivir juntas. En un primer instante pensó en buscar un lugar donde pasar algunos fines de semana, así que se le ocurrió la idea de reservar algún sitio para ello. Su primera opción fue en el hotel L' Estrella, pero luego llegó a la conclusión de que no era buena idea, tarde o temprano empezarían los cotilleos y habladurías por todo el barrio y aunque corrieran tiempos modernos, nunca faltaban los comentarios mordaces o con malas intenciones, que terminaría por afectar a sus padres y al negocio. Así que lo mejor era buscar un sitio fuera del barrio. Luisita sabía que las ocupaciones de la universidad de ambas, no les permitiría pasar mucho tiempo juntas, por lo tanto, tendrían que aprovechar el tiempo. 

...

−Mary, ¿Has oído hablar de este lugar? −le preguntó la rubia a su hermana, mostrándole un sitio publicitado en una revista.

−Sí, es un lugar precioso, Luisi.

−¿Lo conoces? −preguntó con asombro.

−Sí −respondió María sonrojada .

−Ya has ido con Nacho, ¿No?

María asintió todavía con sus mejillas encendidas.

−¿Cuándo?

−Bueno, hace ya varios meses, Luisi.

La rubia sonrió.

−Mary, quiero ir a ese lugar con Amelia.

−¿Tan pronto? No me digas que ella y tú, ya...

Luisita confirmó haciendo un sonido nasal y cubriéndose el rostro con sus manos para que su hermana no viera lo roja que estaba su cara.

−¡Ay Luisi! −exclamó lanzándose a ella para darle un abrazo −¿Y qué tal fue?

−Maravilloso, Mary. Amelia es...es... ¡Perfecta! −dijo con brillo en los ojos, recordando.

−Luisi, me alegro mucho por ti, bueno, por las dos. Sé cuánto la quieres y cuánto te quiere ella a ti, aunque debéis tomar las cosas con calma, ¿Eh? Mira a Lucía, que quiso vivir las cosas con prisas y no resultó nada bien.

−A propósito, hace un par de días que no hablo con Lucía, ¿Cómo ha estado?

−Pues normal, hija, que no hables con ella hace días, si ahora prácticamente vives en casa de Amelia. De casualidad, ¿Ya dejaste el cepillo dientes y una mochila con ropa en su casa?

Prometo amarte y esas cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora