Capítulo 52. Todo saldrá bien

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María gritó de dolor luego de la segunda contracción, obligándola a retorcerse. Benigna apareció en la sala y dejó caer la bolsa de compra que llevaba.

−¡Hija! ¿Qué ha pasado?

−¡Benigna! ¡El bebé! ¡Ya viene! ¡Este dolor es insoportable! ¡Ah!

−Calma, cariño, voy a tomar el bolso y vamos directo al hospital.

Cuando la mujer mayor intentaba que María se subiera al taxi, apareció Manolín con una caja, para llevar algunas cosas del piso de su hermana al bar. 

−Anda, Manuel, avisa a mi marido y a mi hijo que vamos para el hospital. ¡El bebé va a nacer!

El chico lanzó la caja y salió como alma que lleva el diablo a buscar a Nacho y a Quintero, para avisarles de la situación. 

En poco tiempo, la sala de espera del hospital, se llenó con varios miembros de la familia. Todos estaban nerviosos, especialmente Marcelino y Manolita. Lucía llegó unas horas después de recibir la noticia, pero aún no había novedades sobre su gemela y su sobrino. María seguía en sala de maternidad, esperando a dilatar un poco más, para dar a luz a su primogénito.

−Esta espera es horrible, Luisi, ¿No puedes averiguar qué pasa? −le preguntó Lucía. 

−Voy a ver si la enfermera me dice algo más. Han dejado entrar a Nacho, pero no han informado ninguna novedad. 

Cuando la rubia se levantó para buscar a la enfermera, un médico salió a la sala.

−¿Familiares de María Elena Gómez Sanabria? −preguntó mientras mantenía los ojos fijos en el reporte médico.

−Somos nosotros, doctor −se apresuró Manolita hacia él.

−La paciente y el bebé están bien, están estables.

−¿Ha salido todo bien? −preguntó Luisita.

−Sí... −titubeó el médico −Ha salido bien −. En un par de horas la llevarán a su habitación y podrán verla.

−Gracias, doctor −finalizó Marcelino.

La calma había vuelto a los rostros de todos, pero Luisita seguía dudosa de aquellas palabras del médico.

−¿Qué pasa, Luisi? ¿No te ha convencido el médico? Puedes decirlo, a mí tampoco −le afirmó Lucía muy cerca de ella.

−No lo sé, Lu, su reporte ha sido bastante escueto.

−Pero ha dicho que están bien...−intentó reflexionar. 

−Sí, pero no sé por qué, siento que hay algo más.

−Bueno, en unas horas nos dejarán verla y así estaremos más tranquilos todos −intentó calmarse Lucía. 

−Eso espero.

Dos días después, María recibió el alta y volvió a su casa, junto con su bebé y su marido. No estaba de humor para visitas, por lo que su familia le dio espacio y trató de no molestarla. 

Lucía había decidido instalarse temporalmente en Madrid, así que había vuelto a casa de sus padres, en lo que definía su futuro. Lo único que tenía claro, es que su gemela la necesitaba más que nunca y no iba a separarse de ella por lo pronto. 

−Estoy pensando en renunciar a la universidad y volver a Madrid −le dijo Lucía a sus padres, a su abuelo y a Luisita, mientras tomaban café en el comedor.

−¿Estás segura, hija? 

−Sí, mamá, tengo en mente algo y puedo hacerlo aquí. María me necesita, nos necesita a todos.

Prometo amarte y esas cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora