Capítulo 29 - Un personaje se unió al equipo

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Debrah estaba aquí. Maldita sea, Debrah estaba en el Sweet Amoris. De lo peor que podría pasarnos... sabía que pronto tendría que encontrarme con ella, pero pensé que podría evitarlo. Agradecí que Nath estuviera conmigo, porque yo no estaba por la labor de mostrar demasiada amabilidad mientras les enseñaba el instituto; bastante me costaba hacerme la simpática y no ir a tirarla de los pelos. Creo que Nathaniel notaba que algo iba mal, porque me miraba de reojo preocupado y tomó el liderazgo del paseo en todo momento.

Nos apresuramos a enseñarles todo lo más deprisa que pudimos para poder tener algo de tiempo antes de clase. Nos despedimos en la puerta con una sonrisa, que se esfumó en cuanto las dos chicas se dieron la vuelta. Entre deprisa en la Sala de Delegados, buscando guarecerme del peligro. Me senté en un asiento, preocupada por lo que podría significar la presencia de esa tipa. Lo que podría hacerle al grupo, a Castiel, a Nath... Joder, es que todo podía irse al garete... ¡Maldita sea!

– ¡Melody! – me giré asustada hacia Nath, que me miraba inquieto – Llevo un rato llamándote, tienes la cabeza en otro sitio.

– No es nada – aparté la mirada y murmuré – Yo... puedo arreglarlo.

– ¿Arreglar? ¿el qué? Desde que has visto a esa chica, estás muy rara – Nath se sentó en la silla que tenía frente a mi con cierta alarma en sus ojos – ¿Qué te pasa? Sabes que puedes confiar en mi.

– Lo sé, pero... no es tan fácil – le miré directamente a los ojos – Esto es distinto.

– Cuéntamelo – insistió.

– Pensarás que estoy loca.

– Ya lo pienso – entrecerré los ojos y vi un atisbo de sonrisa – Perdona, mal momento para hacer bromas. Dime qué pasa.

– Júrame que esta conversación no saldrá de aquí – abrió la boca, pero me apresuré en añadir – Júralo por tu hermana.

Nos miramos seriamente a los ojos. Sabía con certeza que Ámber, con todos sus defectos, era la persona que más le importaba en el mundo, así que si lo juraba por ella, cumpliría su palabra pase lo que pase. Asintió de forma solemne. Respiré hondo.

– No puedes preguntarme cómo lo sé, pero Debrah está aquí porque quiere utilizar la fama y el talento de Falling Crows para hacerse famosa y luego dejaros tirados. Quiere liarse con Castiel, llamar la atención de alguna agencia gracias a él y luego dejarle en la estacada. No es broma, lo digo completamente en serio, y temo que pueda romper vuestra amistad con sus mentiras. Esa una manipuladora, una falsa y no le importa herir a los demás para conseguir sus objetivos.

Dije aquél monólogo casi sin respirar, pero por lo menos había sido sincera, en la medida de lo posible; si le confesaba a Nath que sabía todo eso porque soy una persona reencarnada, me metería en un psiquiátrico seguro. Nathaniel se quedó mirando al vacío pensativo durante varios segundos, y solo hizo una pregunta.

– ¿Estás segura de que todo esto que me has contado es verdad?

– Completamente.

Me miró directamente a los ojos y mientras asentía dijo: Te creo.

Solté todo el aire que había acumulado por los nervios y pude notar que mis manos estaban temblando. Cerré los puños para intentar paliar mis temblores y Nathaniel posó sus manos en las mías. De pronto, mi inquietud desapareció.

– ¿Estás bien?

Le miré con ternura.

– Ahora sí.

Observé el reloj de la Sala y solo quedaban unos minutos para que empezaran las clases, así que puse mi mente a trabajar.

– Bien, tenemos que planear algo para deshacernos de esa tipa. No en el sentido literal, tú me entiendes – empecé a caminar en círculos – No podemos contárselo a nadie.

– ¿Por qué? Yo creo que podrían creernos – razonó él – Al fin y al cabo, son nuestros amigos.

Le dediqué una sonrisa, me alegraba que se refiriera a ellos como nuestros amigos, pero negué con la cabeza.

– Es una manipuladora experta, ahora mismo se estará haciendo hueco entre los alumnos y solo podremos desacreditarla con pruebas. Las chicas son un encanto y no querrán desconfiar sin más, y Castiel estará pensando con sus genitales en lugar de con la cabeza – Nath intentó ocultar su carcajada con el puño. Me acerqué a él de golpe y apoyé mi mano en su hombro – Solo podemos confiar el uno en el otro.

– ¿Y Lysandro? Él es muy intuitivo – razonó Nath. Medité durante unos segundos.

– Él podría ponerse de nuestra parte... pero tiene que ver lo que hace esa con sus propios ojos. Esperaremos a que empiece a moverse, y cuando Lysandro sospeche de ella, se lo contamos.

– Me parece justo. ¿Crees que Debrah hará algo pronto?

Asentí.

– Estoy convencida de que dentro de muy poco empezará a insinuarse a Castiel. Básicamente querrá liarse con él para manipularle fácilmente. Seguro que empieza con el rollito de "soy una cantante muy buena" y le tirará la caña a Castiel para que se una a vuestro grupo. Lysandro no estará cómodo, y tú... – le miré con cierto titubeo – deberás negarte. Aunque Castiel se enfade, tenemos que evitar que consiga notoriedad gracias a vosotros. No puedo obligarte, claro, solo si tú quieres hacerlo.

– Lo haré – afirmó con seguridad – Porque Castiel es mi amigo, pero sobretodo, porque me lo has pedido tú.

Noté cierto calor en las mejillas. No estaba acostumbrada a que me dijeran cosas así de forma tan directa, solo mis padres. Y si a alguien le salía alguna frase de este tipo, intentaba camuflar mi vergüenza con alguna broma estúpida. A ese grado llegaba mi inmadurez, pero no quería hacer eso con Nath.

– Gracias, de verdad – intenté aguantar su mirada sincera, pero solo duré unos segundos. Desvié la mirada y recogí mis cosas para ir a clase – Vamos, tenemos que planear con cuidado la operación "Salvar al Soldado Castiel".

– ¿Qué? – Nath empezó a partirse de risa – ¿Le has puesto nombre?

– Claro, sin nombre no habría operación y esto sería un sinsentido.

– Por supuesto – respondió, pero se estaba riendo a carcajada suelta, así que dudé si estaba de acuerdo conmigo – ¿Le has puesto nombres a tus... "actividades"?

– Eh... solo una vez – susurré con timidez. Salimos por la puerta y empezamos a caminar a clase.

– ¿De verdad? ¿cuál era? – parecía emocionado, pero estaba segura de que mi respuesta no le gustaría nada.

– Prefiero quedarme esa respuesta para mi – aceleré el paso.

– Venga, dímelo ¿Tan malo es? – ajustó su velocidad a la mía – Un momento... – reflexionó. Oh-Oh, estoy en problemas – Hace años, cuando me ayudaste con lo de mi padre... ¿le pusiste un nombre?

– Esto... qué tarde se ha hecho. Hay que darse prisa o no llegaremos.

– Lo sabía. Melody, ¿qué nombre le pusiste? – el tono parecía una mezcla entre molesto y burlón, aunque no me fijé en su expresión, porque corrí un poco más deprisa para entrar en clase.

– No quiero.

– ¡Mel, no huyas!

Intenté escapar, pero Nath acabó atrapándome y obligándome a contarle la verdad. Pensaba que se enfadaría por llamar a su operación "Salvar a un ruiseñor", pero le resultó tan cómico que jugara con la palabra salvar en mis operaciones que no le dio importancia. Me alegré de tener a Nath como aliado, era agradable poder contar con alguien, y juntos poder desenmascarar a esa bruja antes de que sea tarde.


Viviendo un isekai en el Sweet Amoris // Corazón de MelónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora