Capítulo 24 - Respuestas

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Sigo en estado de shock. Estoy esperando a mi madre en la puerta del instituto, es de lo único que estoy segura, el resto me parece difuso. La noticia de que mi padre estaba enfermo me ha pillado por sorpresa, y como si de un interruptor se tratara, había encendido varios recuerdos de mi vida pasada. Me estaba adentrando en las imágenes de mi cabeza en el momento en que mi madre aparece en la puerta del instituto y me da un fuerte abrazo. Como si mi cuerpo reconociera la calidez del abrazo de mi madre, mi cuerpo casi se desploma y empiezo a llorar sin poder remediarlo.

Cuando conseguimos calmarnos, subimos al coche y nos dirigimos al hospital donde mi padre se encontraba. Con palabras amables mi madre me explica que mi padre llevaba varios días encontrándose mal y que cuando no parecía que fuese a desaparecer, fue al hospital y le ingresaron de inmediato. Estaba segura de que mi madre había suavizado la historia para no asustarme, lo cual agradecía, porque, aunque no sabía con certeza por qué, la noticia me había afectado por partida doble. A parte de la razón evidente, que era mi padre y estaba preocupada por él, había despertado algo de mi pasado y no había descubierto aún lo que era.

Al contrario de lo que sucedió en el despacho de la Directora, parecía que todo iba muy deprisa, hasta que entramos en la habitación de hospital de mi padre, donde se encontraba él durmiendo. Intento no despertarle cuando le agarro la mano con suavidad y le observo dormir con tristeza. Mi madre estaba colocando nuestras cosas en el armario de la habitación en el momento en el que alguien llama a la puerta, era una mujer con bata, probablemente su médico. Yo sigo concentrada en mi padre, pero noto como mi madre se aleja de la habitación y sale fuera para hablar tranquilamente con la doctora. Dejo con sumo cuidado la mano de mi padre en la cama y me apresuro a llegar a la puerta para poder escuchar lo que la mujer tenía que decirle a mi madre.

– ... y para ello tendremos que hacerle diferentes pruebas a lo largo de los próximos días para poder estar seguros.

– ¿Pero está bien? Por teléfono no han sabido decirme – era la voz de mi madre, más preocupada de lo que quería sonar cuando estábamos solas.

– No puedo responderle con certeza – respondió la doctora – Los análisis no han dado los resultados que deberían, solo con las pruebas podremos asegurar la gravedad de la enfermedad – oigo que mi madre emite un suspiro – Haremos lo que esté en nuestras manos.

Esa frase conecta con mis antiguos recuerdos y empiezo a recordar algo. Preocupada por si se trataba de otra crisis, fui corriendo a sentarme en el sofá, para no caerme esta vez, aunque no parecía lo mismo. Esta vez no había dolor, solo una imagen nítida de un doctor mirándome a los ojos susurrándome las mismas palabras...

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– Haremos lo que esté en nuestras manos, señorita, pero esta operación tiene sus riesgos.

Lo que debería haberme preocupado, me alivió por completo. Las cargas y el miedo que llevaba años soportando se habían aligerado. Esa frase abría las puertas de mi libertad, por fin podría... ser feliz. Me giro para mirar sonriente a la gran figura oscura que me acompañaba, que se acercaba con rudeza hasta que su oscuridad me devoró...

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Mi despertar fue mucho más suave esta vez. Tenía la cabeza apoyada en las piernas de mi madre, que me acariciaba la espalda con cariño. Me levanto con cuidado y me estiro como puedo desde mi asiento:

– ¿Llevo mucho tiempo dormida?

– No, cariño, solo un rato – gira su mirada hasta dirigirla a la cama – Aunque lo suficiente para que se despertara.

Miro en su misma dirección y veo que mi padre está observándome con la sonrisa bondadosa de siempre. Me levanto de un salto y voy a su encuentro. Con sumo cuidado le doy un abrazo. Intento reprimir con todas mis fuerzas las lágrimas, para evitar crear un ambiente desolador en la habitación.

– Hola, querida – me susurra mi padre con amor – Tu viejo padre te ha interrumpido las clases, perdona.

Niego rápidamente.

– No te preocupes, hoy teníamos historia, así que me "has salvado" – quise bromear, pero mi sonrisa se desvaneció en seguida.

Hablamos de lo que le había pasado a mi padre sin decir las palabras concretas. Mi padre parecía muy optimista con las pruebas de los próximos días, y mi madre parecía querer seguir su ejemplo y creer que todo iba a salir bien. Yo no estaba tan segura como ellos, pero no se lo iba a decir. Les pedí quedarme con mi padre esos días hasta los resultados, pero él se negó en rotundo, argumentando que ya me había molestado bastante. Parece que aún no entendía que la vida de mi padre era mucho más importante que cualquier clase. A lo largo de la tarde, varios enfermeros le hicieron pequeñas pruebas como medir la tensión, la temperatura... lo habitual. Cuando llegó la hora de dormir, les dije que me quería quedar a dormir allí con ellos. Al principio, parecían reticentes, pero al decirme que no a lo de faltar a clase para estar con mi padre, parecían más abiertos a otras opciones.

Durante la noche, incapaz de dormir, me quedé pensativa mirando un punto de la habitación en silencio. Pensé en mi padre, en su salud y en cómo podría desarrollarse los acontecimientos, rezando para que todo saliera bien. Y aunque no quisiera, también reflexioné sobre la nueva visión de mi vida pasada. Ahora recordaba por completo la razón por la que había reencarnado en mi juego otome favorito: había muerto en mi vida pasada. Tenía una grave enfermedad y tuvieron que operarme, y aunque los médicos hicieron lo que pudieron, me morí. No sentí miedo en ningún momento, porque esa era mi salida para huir de aquella vida. La razón por la que Corazón de Melón era lo poco que recordaba de mi vida anterior fue porque era de las pocas cosas que me aportó felicidad en mi corta vida. Aún no sabía la razón de mi desdicha, pero debió ser algo muy grave para que me alegrara de mi enfermedad. Sin querer, tuve un escalofrío, por mi, por mi madre, por todo... Ahora me sentía mucho más agradecida por haber reencarnado, pero también más preocupada de que esta maravillosa vida pudiese ir a peor...


Viviendo un isekai en el Sweet Amoris // Corazón de MelónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora