Capítulo 40 - Cumpleaños

800 150 8
                                    

A toda velocidad, coloco mis manos encima de mis labios, evitando que el estúpido de Castiel me bese sin permiso. Nos miramos mutuamente con desafío en la mirada mientras nuestras caras estaban pegadas. Juro por Dios que si salía de esta, a Castiel le iba a faltar tierra para correr. Durante nuestro intercambio de miradas, aproveché nuestra cercanía para pellizcar su labio inferior con las manos que me tapaban la boca. Eso hace que se aparte de golpe con un gruñido de queja.

– ¡Ah! Eso duele, Mel – se lamenta Castiel mientras se lame el labio inferior.

– Y más que te va a doler – bramo enfadada mientras me acerco a él peligrosamente, pero cuando estaba casi a su lado, me detienen – ¡No! Soltadme, que le voy a enseñar al greñudo pelirrojo lo que es el consentimiento.

No sé quién me sostiene o si Charlotte sigue ahí, solo sé que tengo que abofetear a Castiel sí o sí.

– No sabía que eras de las que muerden – se lame el labio de forma sugerente y me guiña un ojo. Eso me enfurece todavía más, lo cual le provoca más risa a él. Le mato.

Me deshago de los brazos que me tienen acorralada y voy a por Castiel, pero aparecen Nath y Lysandro para volver a pararme.

– Melody, debes calmarte – comienza Lysandro en tono sosegado.

– No puedes matar a Castiel, aunque te haya besado sin permiso – sigue Nath con cautela pero muy serio.

– ¡No me ha besado! Lo he esquivado a tiempo, ni para robar besos sirve – le fulmino con la mirada. Veo cómo se lo está pasando bomba con esta situación. En serio, está muerto, hay que hacer un funeral. Intento esquivar la barrera que se ha formado para que no proceda a matar a Castiel, pero no soy capaz. Mirarle me enfadaba, así que rebusco entre mis bolsillos y le tiro una pelota de papel en toda la cara – Eres un capullo.

Me doy la vuelta y me marcho a casa echa una furia. ¿Qué narices se ha creído? ¿que puede hacer lo que le de la gana sin consecuencias? Me da igual que su intención fuera que Charlotte me dejara en paz. Primero, podía con ella, y segundo, había otras muchas formas de actuar que intentar besarme. Dios, en serio, no se puede ser más idiota.

El enfado no se me pasó en toda la noche, hasta me levanté aún molesta. Era acordarme y sentir unas ganas tremendas de emplear la violencia. Respiré y me fui a la ducha; los chorros de agua fría consiguieron despejarme. Me pongo un vaquero azul, una camiseta morada y me peino con dos coletas bajas. Intentando calmarme del todo, bajo las escaleras con cuidado, y me topo con las maletas de mis padres. Les busco en la cocina, sin comprender qué estaba pasando

– ¿Vais a algún sitio? – comento mientras observo los preparativos para su viaje.

– Cariño, ¿no te acuerdas? Tenemos la convención de tu padre fuera de la ciudad. Tranquila, volveremos mañana por la tarde para celebrar tu cumpleaños.

– ¿Mi qué...? Ah, claro – acabo de caer en que era mi cumpleaños. A la gente suelen importarle muchos sus cumpleaños, a mi me daba igual. Suelen carecer de importancia cuando has vivido dos vidas.

– ¿Te has olvidado de tu cumpleaños? – pregunta mi padre confuso.

– Eh... no, solo se me había olvidado la convención – mentí. Últimamente tenía demasiadas cosas en la cabeza como para preocuparme por estas nimiedades. Un pequeño recuerdo flota en mi cabeza, ¿debería...?

– Cariño, no te pongas triste. Volveremos mañana lo más deprisa que podamos para celebrarlo – mi padre estaba equivocado, no estaba triste por eso, estaba pensando si seguir ciertas pautas del juego era buena idea.

– No es eso, entiendo que es por trabajo. Estaba pensando si puedo invitar a mis amigas a casa hoy.

Mis padres se quedaron mirándome, sobretodo mi madre.

Viviendo un isekai en el Sweet Amoris // Corazón de MelónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora