Capítulo 74 - Siempre serás tú

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Sonrío sin poder evitarlo al verla huir temblorosa de mi contacto. Aunque Melody no había conseguido recuperar todos sus recuerdos, podía ver en ella todos sus antiguos rasgos. Amabilidad, testarudez, timidez, fortaleza... Ella quería recordar a toda costa, y no se daba cuenta que la Melody que todos queremos nunca se fue, solo se difuminó un poco. Observar el tono rojizo de sus mejillas agrandó mi sonrisa. No sabía si era porque me gustaba ponerla nerviosa, o si era porque necesitaba tocarla, aunque fuera un poco, pero no podía resistirme a poner a Melody en situaciones incómodas.

La dejé alejarse, aunque fue un grave error, porque entre sus nerviosas y las muletas, la pobrecilla se hizo un lío y casi pierde el equilibrio, golpeándose contra las taquillas. Sin mi ayuda, consigue, no sin esfuerzo, mantenerse erguida. Tengo que hacer un gran acopio de fuerza para no reírme de la situación, recordándome sin remedio a que vivimos una situación similar de hace muchos años.

– No pasa nada, es solo un golpe – suelta Melody nerviosa, haciéndome perder los papeles y provocándome una gran carcajada. Esta chica no tenía remedio. Sin poder resistirme, musito:

– Buenas taquillas, ¿verdad?

Ella sonríe nerviosa, asintiendo, hasta que algo sucede. Melody cierra los ojos con fuerza, como si algo le estuviera haciendo daño. Mi sonrisa se esfuma, y la miro con suma preocupación. Corro a su lado, tratando de ayudarla:

– ¿Melody? – la agarro por los hombros, intentando que enfocara su mirada en mi, pero la tiene en blanco – ¿¡Melody, qué te pasa!?

Alterado, la llamo sin parar, pero parece que ella no me escucha. Observo cómo Melody suelta las muletas y se sujeta la cabeza con ambas manos, quejándose dolorosamente sin remedio. Algo la estaba haciendo mucho daño. La sujeto con fuerza, evitando que cayera al suelo, sigo diciendo su nombre, pero no responde. La rozo las mejillas y la frente, midiendo su temperatura corporal, estaba muy fría, pero también estaba sudando. Melody cierra los ojos, y empieza a temblar. Presa del pánico e impotente, grito su nombre:

– ¡¡MELODY!! – cargo con ella, intentando llevarla a la entrada del instituto, con su madre.

– ¡NATH! – oigo mi nombre a mis espaldas, y Castiel llega corriendo a nuestro lado; le acompaña Priya. Castiel palidece al ver que llevo a Melody inconsciente en brazos – ¿¡Qué ha pasado!?

– ¡No lo sé! – respondo bruscamente, avanzando a buen ritmo hacia la entrada, tratando de no hacer daño a Melody – Estábamos hablando tranquilamente y le ha dado una crisis. Tengo que llegar a la salida.

Miro con ansiedad la puerta, tratando de alcanzarla lo más rápido posible. Castiel, que parece saber en lo que estoy pensando, asiente y se adelanta corriendo, saliendo rápidamente por la puerta. Nosotros salimos poco después por la puerta, Priya me acompaña y me abre las puertas. Cuando estábamos cerca de la puerta, Castiel aparece con la madre de Melody, que está aterrorizada, pero no es nada en comparación con la expresión de terror que pone al ver a su hija desmayada en mis brazos.

– Cariño, ¿qué te pasa? – acaricia sus mejillas, pero ella sigue desmayada. Veo lágrimas en sus ojos, pero eso no merma ni un poco la voz rígida que sale de boca – Ayudadme a ponerla en el coche.

Los tres asentimos, obedientes. Nos acercamos al coche, que estaba a escasos pasos de la puerta. Deposito con sumo cuidado el cuerpo desmayado de Melody en el asiento trasero del coche.

– Necesito que uno de vosotros venga conmigo al hospital – dice Josefa, la madre de Melody, tras abrochar el cinturón a su hija y cerrar la puerta, con ojos concentrados – Yo no puedo cargarla hasta allí sola.

– Yo lo haré – decimos Castiel y yo a la vez. La madre de Melody nos mira a los dos, y me señala a mi.

– Mi marido confía en ti, y por eso yo también lo haré – una sorprendente carga aparece sobre mis hombros – Sube.

Viviendo un isekai en el Sweet Amoris // Corazón de MelónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora