Capítulo 11 - Días de baja

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La Directora parecía muy desconcertada cuando confesé que le había pegado una muy merecida bofetada a Ámber y que había venido por mi propio pie a decírselo. Llamó de inmediato a mis padres, que llegaron al rato al instituto. Como la Directora se acababa de enterar de que el padre de Nathniel era un maltratador, se puso del lado de Ámber, y quería expulsarme del instituto un mes entero y abrirme un expediente. Mi madre, que sabía que yo no haría algo así sin razón, me pidió una explicación, y le conté lo que había dicho esa ### de su hermano.

Después de entenderlo, le explicó a la Directora lo que había tenido que vivir yo, que había presenciado el maltrato de Nathaniel y era la responsable de que ahora se encontrara a salvo. Empezó a soltar todo un monólogo sobre lo mal que lo había pasado todo ese tiempo y que había defendido a mi amigo sin que ni siquiera el instituto supiera su mala situación. Y que por esa razón había perdido los nervios al escuchar barbaridades del maltrato de Nath. No soy árbitro de debates, pero mi madre le dio una paliza dialéctica a la Directora. Era normal que mi madre se implicara tanto por este asunto, no solo era porque yo estaba involucrada, sino también porque era maestra y sabía lo que eran este tipo de situaciones.

La Directora entendió mejor la situación, pero insistió en que la violencia no era la solución en ningún caso. Así que me expulsó una semana, pero no me abrió ningún expediente. Intentó obligarme a pedirle disculpas a Ámber, algo a lo que me negué en rotundo. Mis padres me apoyaron, y se enfrentaron en un nuevo debate. La Directora me dio una severa reprimenda sobre soportar las emociones y no solucionar las malas situaciones con las manos, y menos siendo delegada, pero conseguí que no me obligara a pedir perdón a Ámber.

Asentí a una última reprimenda antes de salir del despacho junto a mi madre y mi padre. En la puerta, estaban todos mis amigos, bueno, todos no, Nath no estaba... no le culpo. Mi madre me dio cinco minutos para despedirme y se fue con mi padre a la entrada del instituto. Agarré mi mochila de las manos de Kim:

– Gracias – dije avergonzada. Dios ¿alguien sabe qué hay que decir después de montar un espectáculo delante de todo el instituto, bofetada incluida? – Esto... imagino que ya sabéis qué ha pasado con Nathaniel y yo, bueno, y Ámber...

– Después de la que has liado, era difícil que no se enteraran – Castiel fue el primero en lanzar el primer hacha mientras no podía reprimir una media sonrisa – Buen derechazo, por cierto.

Hice un gesto bobo, mostrando el músculo, intentando suavizar el ambiente. El único que se rió fue Castiel, aunque vi alguna que otra sonrisa.

– Creo que todos os merecéis una explicación y unas disculpas... Lo siento mucho, pero no quería involucrar a nadie en un problema así, y menos siendo un asunto que no me afectaba a mi directamente.

– ¿No confías en nosotros? – Violeta parecía muy dolida.

– No es eso, de verdad – negué rápidamente – Es solo que...

– Nathaniel también es amigo nuestro – intervino Kim.

– Lo sé, perdón... – Sentía que con cada frase me hacía más pequeña.

– Entendemos que ocultases un tema tan peliagudo, pero si tú te estabas preocupando por Nathaniel, nosotros nos estábamos preocupando por ti– Lysandro solía permanecer absorto en sus pensamientos, pero eso no significaba que no se diera cuenta de las cosas – Llevabas semanas agotada y turbada, y nosotros sin saber qué te ocurría. Y la única respuesta que obteníamos de tu parte era un muro de silencio.

– O mentiras – añadió Rosalya – Lo siento, los exámenes no podían provocar ese aspecto tan deplorable. Ni el mejor maquillaje podía tapar esas ojeras.

Me palpé los ojos por inercia. La verdad es que si pretendía mantenerlo en secreto, lo había hecho fatal. Iris, en un arrebato, corrió a mis brazos.

– No queremos que vuelvas a pasar por algo así tú sola – sollozaba sin remedio. Mi corazón se encogió y correspondí a su abrazo con fuerza. Después de unos segundos, apartó la cabeza y me miró con lágrimas en los ojos – Promete que no volverás a hacer algo así sola.

– Promételo – secundó Castiel, esta vez con una mirada seria.

– Lo prometo – dije solemne.

Todos me dedicaron una sonrisa genuina, y se me escapó una pequeña lágrima al presenciar semejante escena. Cuando reencarné, puse en mis hombros la gran carga de intentar salvar a mis personajes favoritos antes de que llegara la Protagonista. Nunca imaginé que después de un trimestre con ellos, se convertirían en mis amigos de verdad. Ya no tenía que luchar sola, tenía a gente que me quería y me apoyaba, y eso me hizo sentir mejor... hasta que recordé que había alguien que no estaba y probablemente no volvería a estar...

– ¿Sabéis algo de Nathaniel? – pregunté cabizbaja – ¿Ha dicho algo... de mi?

– Se ha ido a casa con su hermana sin decir nada– respondió Iris con cuidado, viendo mi estado.

– A ver, normal, después de que todo el instituto sepa lo que le ha pasado y la bofetada que le has dado a su hermana, no le apete... ¡Ah!

Lysandro le propinó a Castiel un codazo antes de que continuara la frase, pero ya era tarde, ahora me sentía aún más culpable. Por Nathaniel, Ámber se merecía esa bofetada y moriré defendiendo esa colina. Creo que debía tener una expresión muy triste, porque tras eso comenzó una retahíla de frases de apoyo:

– Pero se le pasará – se apresuró a añadir Castiel.

– Sí, seguro – corroboró Iris.

– Sí, no te preocupes, tía, Nath es un tío listo, seguro que lo entenderá – Kim solo utilizaba la palabra tía cuando se sentía ansiosa.

– Ya verás que se soluciona todo – añadió Rosalya.

– Gracias, chicos – agradecí de corazón, pero también con pesar– pero lo que le he hecho a Nathaniel no es nada fácil de perdonar. No creo que lo olvide... aunque si él está bien, no me importa...

– Melody, Nathaniel comprenderá que lo que has hecho era por su seguridad y porque te preocupabas por él – el tono sosegado y tranquilizador de Lysandro calmó los malos pensamientos que me pasaban por la cabeza– Entenderá que lo has hecho por él, y cuando esté preparado, hablará contigo y lo solucionaréis.

Yo asentí emocionada. No sabía si sería verdad o no, pero las palabras de mis amigos me inyectaron esperanza y determinación. Cuando Nath esté preparado, haré lo que sea necesario para que vuelva a confiar en mi.

Tras agradecer a mis amigos su apoyo, me despedí de ellos hasta la semana siguiente, y me reuní con mis padres en la entrada. Al llegar a casa, pude reunir el valor para encender mi móvil. El viernes pasado había recibido varias llamadas y mensajes de Iris, Violeta y Rosalya preguntando por mi salud, hasta Kim me envió un mensaje. Castiel también me había contactado, preguntando por mi estado y diciendo que todo saldría bien. Pero no vi nada de Nath, ni llamada perdida, ni mensaje reprochando mi intromisión, nada. ¿Si le envío un mensaje, lo recibirá? Seguramente ya ha bloqueado mi número, pero... tenía que intentarlo.

Nathaniel *Borrar*

Siento haberle pegado una bofetada a tu hermana, pero se lo merecía *Borrar*

Nath, lo he hecho por ti *Borrar*

Espero que estés bien *Borrar*

Dios, era mucho más difícil de lo que pensaba.

Nath, siento mucho haberte hecho daño

Me importas mucho, y te esperaré lo que haga falta

Un abrazo *Borrar*

Un beso

Melody

Y enviar. Dejé el móvil encima de la mesilla de noche, como si no pudiese sostenerlo más. Me quedé observando el techo de mi habitación, pensando en mis amigos, en Nath, y en todo lo que había vivido estos meses... preguntándome cómo podría aguantar el resto de problemas y dramas que se aproximan. Con esa preocupación en mente, cerré los ojos y me quedé dormida.

Operación ruiseñor completada

Viviendo un isekai en el Sweet Amoris // Corazón de MelónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora