Capítulo 37 - Kiki 2. La venganza del perrito escapista

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Habían pasado varios días desde la llegada de los nuevos alumnos y no parecía que Kentin fuese a irse pronto. En el juego original, el padre de Kentin le obligaba a irse del instituto para "ser un hombre" porque Ámber y compañía le torturaban (sí, suena tan horrible como parece), pero eso no sucedió, por lo menos todavía. ¿Puede que mi intervención le evite estar en el instituto militar? Esperaba que sí. Con Lynn todo se estaba desarrollando de forma bastante parecida al juego, poco a poco se estaba relacionando con la gente de clase y empezaba a hacer amigos. Creo que la única diferencia es que aquí Castiel y Nathaniel no se llevan fatal, sino todo lo contrario. Eso cambiará mucho el futuro, pero me da igual; lo más importante para mi es que ellos estén bien.

No obstante, había una cosa que no había cambiado, y es que el grupo de Ámber no la soportaba. En cuanto la ven, tienen que ir a molestarla, y yo no podía estar siempre detrás de ella para ayudarla. Intentaría recordar los momentos más complicados, para evitar los peores problemas. Y que me llamen loca, pero juraría que Ámber no es la que está detrás de la persecución. De hecho, parece bastante menos agresiva que como la recordaba en el juego, ¿será porque esta vez está más unida a su hermano? Lo ignoraba, pero esperaba que fuera así.

Estaba llegando a la sala de delegados cuando oigo un grito que me heló la sangre:

– ¡KIKI!

«Otra vez no, por favor» pensé, y me metí lo más deprisa que pude en la sala de delegados. Cerré con fuerza y me alejé de la puerta. He conseguido esquivar la responsabilidad de atrapar a esa escurridiza bola de pelo durante todos estos años, no iba a estropearlo ahora. Sé que parece una exageración, pero bastante se aprovechan de mi siendo la delegada como para hacer "tareas extraescolares". Cuando iba a sentarme, noté como la puerta se abría de golpe, asustándome al momento. Era Nath.

– ¿Qué te pasa? – preguntó al verme sorprendida – Sabes que vengo todos los días.

– Ja, ja, no es eso – intento recuperarme – La Directora ha vuelto a perder a su perro.

– ¿Otra vez? Debería ponerle una correa – comentó Nath. Se para al instante en el que se percata de algo – ¿En serio pensabas que era la Directora para obligarte a buscarlo?

– Puede... – no lo reconocería en voz alta, pero le he cogido un poco de manía a ese perro por culpa de la Directora.

– No puedes tenerle miedo a un perro, y menos a ese – Nath intentó ocultar la sonrisa burlona mordiéndose los labios.

– No tengo miedo a los perros – me quejé – He estado tantas veces con Demonio que es difícil asustarse de alguno después de tener encima a un perro tan grande.

– Sí, el perro de Castiel impone un poco, aunque es muy bueno – coincidió Nath.

Me reí al oír su respuesta. En el juego original, a Nath no le gustan nada los perros, pero ahora pasaba tanto tiempo con Castiel que le fue imposible no encariñarse con Demonio. Cuando salimos del aula, sabíamos que aún no habían atrapado a Kiki, porque todo el mundo estaba buscándolo. Veo una melena castaña moverse de un lado a otro, buscando con desesperación.

– Lynn – la llamó Nath – ¿Qué te pasa? Pareces inquieta.

– Es que la Directora me ha pedido que busque a su perro, pero cada vez que lo veo sale corriendo – estaba bastante agitada, sí que llevaría tiempo buscando – No sé qué hacer, le he preguntado a todo el mundo.

– Yo siempre digo que ese perro está hecho de mantequilla, no es normal lo que corre – me quejé, mirando a Nathaniel, para que entendiera que mi precaución estaba más que justificada.

Viviendo un isekai en el Sweet Amoris // Corazón de MelónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora