Capítulo 67 - Jornada de arte

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Esa mañana me desperté con los nervios a flor de piel: era el día clave. Al acabar de vestirme respiré hondo antes de salir de mi habitación; pensaba que lo llevaba mejor, pero al llegar el día todo cambia... Apreté fuerte los puños y aceleré el paso hasta la cocina, donde me esperaban mis padres.

– Hola, cielo, ¿te vas ya al instituto? – pregunta mi madre mientras desayuna.

– Sí, quiero dejar el taller preparado antes de que llegue todo el mundo – y asegurarme de que Peggy no ha tocado nada. Que aunque hayamos llegado a un acuerdo, sigue siendo Peggy.

– Nosotros llegaremos puntuales a la hora – mi padre me da un beso en la coronilla – Tengo ganas de ver tus fotos.

– Bueno, sabéis que teníamos que reflejar la gula, así que no salgo muy guapa precisamente – comento algo avergonzada. Las fotos hacen su trabajo, pero yo salgo espantosa, que supongo que es lo suyo para representar la gula.

– Tú siempre estás guapa – papá, te quiero, pero no puedo fiarme de tu opinión en estos casos.

– Seguro que habéis hecho un gran trabajo – mi madre me sonríe detrás de su taza de café – ¿Te tocó con algún amigo en el grupo?

Dudo unos segundos antes de contestar.

– Eh... sí, con Nathaniel.

Siempre que hablábamos de él ponían la misma cara de circunstancia. Por desgracia, en lo primero que pensaban cuando mencionaba a Nath era en el suceso de hace unos años con su padre. Recuerdan mi implicación en el tema y los problemas que tuvieron después, y aunque yo les cuente que ahora todo está bien, es algo difícil de olvidar. Mi madre carraspea antes de preguntar:

– ¿Cómo está? – y siempre hacían la misma pregunta.

– Muy bien, lo podréis ver hoy en el instituto – esperaba que verle en buen estado disminuyera su preocupación – Hemos trabajado mucho en las fotos, espero que os guste.

– Seguro que sí.

Tomo rápidamente una tostada y un vaso de leche para poder llegar temprano. Cuando voy a salir de la cocina, me giro hacia mis padres dudosa y algo avergonzada, ellos me devuelven una mirada curiosa.

– Cu-cuando acabe la jornada de arte, quiero contaros una cosa – sus ojos se alarman – ¡No es nada malo! Es solo... después os lo digo, ¿vale? ¡Hasta luego!

Y salgo por la puerta. No pensé que contarles a mis padres que tengo novio podría darme tanta vergüenza, ojalá se lo tomen bien. Eso sí, seguro que ya no me dejarán traer a Nath a casa solo nunca más. Cosas de padres.

Camino hacia el instituto repasando mentalmente todo lo que recuerdo del capítulo del juego. Lysandro discutía con Nina, ella salía corriendo disgustada y él la seguía para pedirla perdón, entonces... pasaba eso. Estoy convencida de que si consigo que nadie se vaya corriendo ni salga antes de lo debido, todo saldrá bien. Aunque claro, suena más fácil decirlo que hacerlo. Fijo que hoy me toman por loca, pero es mejor eso que ver a alguien en el suelo después de ser atropellado.

Cuando estaba a escasos metros de la puerta del instituto, oigo la voz desesperada de alguien:

– ¿¡Dónde narices se habrá metido!?

– ¿Lynn? – pregunto desconcertada.

– Melody, ¿has visto a una chica con el pelo lleno pinzas y adornos? – parecía algo desesperada.

– ¿Adornos de pelo? Ah... – Laeti, se me había olvidado por completo esa chica – Eh, no, lo siento.

– La he perdido de vista un segundo y ya no estaba, no sé que... – gira la cabeza y mira en dirección contraria – ¡Laeti! Maldita sea, ¿cómo te las has apañado para perderte?

Viviendo un isekai en el Sweet Amoris // Corazón de MelónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora