Viviendo un isekai en el Sweet Amoris // Corazón de Melón

Capítulo 13 - El Museo

Fue difícil ponerse de acuerdo para organizar una excursión con una persona que apenas sale de los monosílabos, pero de alguna manera conseguimos trazar un plan para la excursión. Mientras esperábamos a que el bus llegara al instituto, a Nathaniel le tocaba pasar lista de los alumnos que tenían que asistir a la excursión. En cambio, yo tenía que recoger los permisos de los padres. Me acerqué a Castiel y Lysandro, que estaban esperando cerca de la entrada del instituto:

– Toma, profe, los deberes – Castiel se mofó de mi con una voz aguda mientras me pasaba de forma teatral su permiso.

– Ja, ja, no es mi culpa que los profesores hayan preferido no hacer nada y dejar toda la responsabilidad en los delegados – puse los ojos en blanco frustrada– Además, me resulta raro que hayas decidido venir por tu propia voluntad a una excursión de clase, a un museo, nada más y nada menos.

– Era eso o ir a clase yo solo – justificó él, aburrido – Y también tenía curiosidad por ver a una expresidaria en un museo. Seguro que no podrá resistir las ganas de delinquir.

Tono burlón y media sonrisa, ahora entendía a la Protagonista del juego: era un cretino adorable.

– Seguro que le costará aguantar las ganas de agarrar un cuadro y tirárselo a alguien que yo me sé en la cabeza – después de responder, agarré rápidamente su papel.

– ¿Cómo te van las cosas con Nathaniel? – preguntó Lysandro, algo preocupado.

– Buff, no sé, cuando pensé que estábamos haciendo avances, nos endiñaron esto – respondí moviendo los permisos en el aire – y ahora estar juntos vuelve a ser incómodo.

Miré de reojo a Nath, que seguía pasando lista y nuestros ojos se encontraron brevemente. Obviamente, apartó la mirada. Respiré hondo, desanimada.

– ¿Ves?

– No estoy tan seguro de lo que dices – comentó Lysandro, echándole un vistazo a Nath – Creo que dentro de poco verás los resultados.

Observé algo confusa a Lysandro, que me miraba de forma enigmática, y oí una pequeña risa por parte de Castiel. Contemplé a ambos de manera intermitente, y me fijé en que los dos tenían la mirada fija en algo que había a mi espalda. Me giré confundida pero no vi nada extraño, solo era Nath, que seguía pasando lista:

– ¿Sabéis algo que yo no?

– Solo digo lo que veo – me respondió Lysandro con tranquilidad. Castiel, por el contrario, simplemente asintió, intentando reprimir otra sonrisa. Falló.

Me despedí de ellos sin entender nada, y seguí con mi trabajo. Al acabar, guardé todos los permisos y Nath me dio la lista de alumnos, de nuevo, de la forma más escueta posible. Cuando llegó el bus, también tuvimos que cerciorarnos de que todos los alumnos habían subido (¿los profesores estaban ahí para algo? Pregunto). Tras acabar, intenté ir al fondo del bus para reunirme con mis amigas, que se habían sentado por la mitad del vehículo, pero en el momento en el que puse un pie fuera de la primera fila, el profesor me increpó:

– ¿A dónde vas?

– ¿A sentarme? – sonó un poco borde, pero la pregunta era rematadamente estúpida.

– Los delegados tenéis que sentaros juntos y delante, por si os necesitamos en algún momento, para teneros localizados.

Nath y yo empezamos a protestar, tuve que censurarme a mí misma para no soltar un "Os estáis aprovechando pero bien". No obstante, no hizo falta, porque Nath, de la forma más sutil y con una argumentación lógica y aplastante, les dijo que se estaban excediendo. Hasta los profesores se quedaron sin habla, sabían que era verdad. Y seamos sinceros, también fue porque estaban tan sorprendidos de ver la reacción de Nath que se quedaron en blanco. No les culpo, a mi también me pasó. Si bien era cierto que nuestra relación se había enfriado, podía ver pequeños cambios en la personalidad de Nath: se quejaba más, no se pasaba el día estudiando y empezó a pasar más tiempo con sus compañeros de clase. Parece que tras desaparecer su padre, Nath podía ser un poco más él, y eso me alegró de corazón.