Capítulo 48 - No lo entiendes

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Durante las siguientes semanas, el padre de Nathaniel se presentó en el instituto para intentar hablar con sus hijos, y cada vez fue rechazado. Se acercaba el concierto de los chicos, y todos estábamos agobiados preparándolo todo, pero notaba que Nath no estaba centrado en nada. Ni en el instituto, ni en el concierto ni en nada, desde que llegó su padre estaba triste y taciturno gran parte del día. Ver a su padre le hacía mal, es probable que le recordara a los días de maltrato y no sabía qué hacer para evitarle ese trago. Al fin y al cabo, solo venía y se quedaba mirando a sus hijos, cuando ellos le rechazaban, se iba sin más, no podíamos echarle de ninguna forma.

Me alegraba que esta situación hubiese fortalecido la relación de Nath con su hermana Amber, estaban decididos a superar esa situación juntos. Lo único que me entristecía fue que mi relación con Nath se enfrió; le notaba distante conmigo, apenas me hablaba y me rehuía, no sabía qué había hecho mal ahora. Todo fue a peor según pasaron los días. Un viernes salí a buscar a Nath para hablar con él, y le encontré hablando con su padre. La sorpresa me paralizó, ¿qué hacía hablando con ese hombre? Se percató de mi presencia, me miró a los ojos y desvió la mirada, marchándose con su padre.

– Tierra llamando a Melody – oía la voz de Castiel, pero no me sacó de mi ensimismamiento – ¿Qué narices te pasa?

No contesto, solo señalo a Nath marchándose con su padre, que aunque lejos, aún podía distinguirse.

– ¿Qué cojones, Nath? – bramó Castiel enfadado – ¿Por eso tenía que irse antes del ensayo? – al ver que seguía sin reaccionar, se puso delante de mi visión, mirándome seriamente – Melody, despierta.

– Perdona – murmuro, aún un poco ida – Es que no puede creerme que haya hecho eso...

– Pues lo es, no tengo la menor idea de por qué ha hecho eso, pero ahora mismo no podemos hacer nada. Así que mueve el culo y ayúdanos con lo del concierto de la semana que viene.

A veces me seguía sombrando lo maduro que podía ser Castiel si se esforzaba. Y lo borde, pero eso no me sorprendía en absoluto.

– Vale – asentí y le seguí al sótano. No comentamos nada, antes de entrar en el sótano musité: Gracias, Castiel.

– Alguien tenía que sacarte de ahí – me dedicó una media sonrisa, y entramos en el sótano.

Intenté ayudar en lo que pude con el decorado y haciendo que todo el sótano estuviese presentable, pero no podía sacarme a Nath de la cabeza. No entendía por qué lo había hecho, pero desde luego que lo iba a averiguar.

El lunes por la mañana le esperé en la sala de delegados, así no tendría la oportunidad de huir de mi. Llegó un poco más tarde de lo habitual, pero por fin hizo acto de presencia. Entró de golpe en la sala, y en cuanto cruzó una sola mirada conmigo, intentó darse la vuelta.

– No, de eso nada – me adelanto a sus pensamientos y cierro la puerta de golpe, poniéndome delante de él – Se acabó eso de correr de mi. Ahora mismo me vas a decir qué narices te pasa conmigo.

– Nada – respondió con sequedad.

– Nada no, porque llevas semanas sin mirarme, y quiero saber por qué mi mejor amigo no quiere acercarse a mi – le arrincono contra una pared – ¿Por qué te saltas los ensayos? ¿por qué no pasas tiempo con tus amigos? ¿por qué no quieres acercarte a mi?

– Porque todo es por tu culpa – suelta de golpe, mirándome como no me había mirado nunca. No, miento, sí me miró así una vez, cuando supo que iba a denunciar a su padre a la policía.

– ¿Qué estás diciendo? – acobardada, doy un paso atrás.

– Si no tengo una familia es porque te metiste en medio – ¿Esas palabras envenenadas salían de Nath? – Mi padre tenía problemas de ira y lo pagaba conmigo, pero podría haberse tratado, podríamos haber hecho muchas cosas para solucionarlo. Desde la cárcel no puede solucionarse nada.

Viviendo un isekai en el Sweet Amoris // Corazón de MelónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora