Capítulo 12 - Exámenes

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Si pensaba que por estar en casa, me iba a librar de estudiar para los exámenes, estaba muy equivocada. Aunque mi madre había sido un gran apoyo, al saber que no había estudiado tanto para los exámenes como pensaba, me obligó a hincar los codos todos los días en el horario escolar. También se convirtió en mi tutora después del trabajo e hizo que mis amigos me pasaran todos los deberes. Solo se quedó tranquila cuando descubrió que estaba más que preparada. No solo tenía algunos recuerdos de mi vida anterior, también todos mis conocimientos. Un examen de instituto no me suponía demasiados problemas, y menos después de lo que acababa de vivir.

Mis amigos me enviaron mensajes y me llamaron a lo largo de la semana (en el horario que mi madre les permitió). Nunca pensé que echaría tanto de menos volver a clase, reencarnar me había tenido que dejar secuelas. No obstante, Nath no contestó a mi mensaje, tampoco es que lo esperara demasiado... aunque supe que lo recibió, y saber que todavía no me había bloqueado me hizo sentir un poco mejor. Hasta que el pensamiento intrusivo de que me había bloqueado justo después de recibir mi mensaje me preocupó. Mucho.

Los días pasaron con relativa tranquilidad, hasta la llegada del día que tenía que volver a clase. Y casualmente coincidía con la semana que teníamos los exámenes. Atropéllame, camión. Intenté llegar con el tiempo justo para no tener que sentir todas las miradas sobre mi, pero nada, la gente seguía acordándose de mi. Qué asco. Algunos se reían, otros murmuraban sin ninguna educación y otros simplemente me miraban como si fuera un perro que habla. Intenté hacer caso omiso a la gente e intenté llegar a mi clase, hasta que vi a Ámber hablando con sus secuaces en medio del pasillo. Me miró a los ojos, apartó rápidamente la mirada y se dio la vuelta de forma teatral ¿me dejarán por fin en paz? Mejor no bajo la guardia, pero un descansito me vendrá bien. Si Ámber ha venido a clase ¿significa que Nath también? ¿Se habrán normalizado las cosas en su casa? Esperaba que sí.

Al entrar en clase, le vi sentado en la primera fila del aula, concentrado en un libro. Demasiado concentrado para el ruido que había en el aula. Probablemente fue la forma más lógica que encontró para no mirarme al llegar. El no recibir una mirada de asco nada más aparecer me hizo sentir mejor, supongo. Cuando llegué a mi asiento, las chicas me dieron la bienvenida alegremente, a lo que yo las respondí con una sonrisa sincera, me alegraba tanto de verlas. Pero había algo que no me dejaba estar tranquila:

– Oye – susurré para que solo ellas me oyeran – ¿Cómo está Nath? ¿Sabéis algo?

– Lleva una semana fuera, como tú – me contestó Rosalya en mi mismo tono.

– Nos hemos saludado al llegar, incluso Kim ha conseguido tener una conversación con él, pero parecía un poco nervioso y...

– Ausente – Violeta completó la frase de Iris.

Le miré de reojo con vacilación ¿debería intentar hablar con él? No quiero agobiarle, pero...

– ¿Qué hay, expresidiaria? – la voz de Castiel interrumpió mis pensamientos.

– Oh, por favor, no me llames eso – le rogué sin poder reprimir una pequeña sonrisa. Saludé con la mirada a Lysandro, que había llegado junto a Castiel.

– ¿Por qué? Yo creo que te queda perfecto, y más después del gancho de derecha que le diste a cierta persona.

– ¿No querrás probar este gancho de derecha con esa provocación?

– Bueno, sería un buen gancho para niñas sensibles y pesadas, pero para un tipo como yo no sería nada – Al oír su provocación, mi sonrisa se ensanchó sin remedio.

Tuvimos que detener nuestro toma y daca, ya que acababa de llegar la profesora con un buen montón de papeles bajo el brazo: los exámenes. Estaba tan nerviosa por volver al instituto que ni me acordaba que teníamos examen a primera hora. Al poner mi vista al frente, me percaté de que tenía unos ojos dorados observándome, pero solo fue brevemente, porque cuando me giré para devolverle la mirada, ya no estaban. Suspiré, algo triste. Supongo que cuando sea la hora de ir a la sala de delegados será más tenso todavía. Quiero acercarme a Nath y solucionar las cosas, pero sé que el siguiente paso debe ser suyo y no tengo que abrumarle. Cuando tuve el examen en mi mesa, intenté centrar mi atención en las preguntas para alejar todos mis pensamientos intrusivos. Funcionó hasta que lo acabé, después tuve que lidiar con ellos el resto de la hora.

El día pasó rápido: entregué todos los deberes que tenía retrasados por mi expulsión, las chicas me pusieron al día de todo lo que había sucedido en mi ausencia, y Castiel siguió burlándose de mi. Parecía que todo volvía a la normalidad hasta que abrí la puerta de la sala de delegados y me encontré con que Nath seguía con la cabeza metida en los documentos. Parece que tendré que acostumbrarme a que ahora Nath se haya convertido en una cabeza rubia sin cara.

– Hola – lo saludé con timidez.

No obtuve respuesta, tampoco la esperaba. Vi una pila de documentos solitaria, adiviné que había dividido el trabajo previamente para no tener que lidiar conmigo en ningún momento. Respiré hondo, agarré los documentos y me senté en una silla alejada de la de Nath, para no molestarle más de lo necesario. Después, empecé mi trabajo en completo silencio. No era como los silencios que teníamos antes, llenos de complicidad y compañerismo, ahora eran tensos e incómodos. Cuando llevábamos media hora de trabajo, me di cuenta de que un documento necesitaba la firma de los dos delegados. Lo miré de reojo y seguía en la misma postura en la que estaba cuando llegué. Me pregunté si interrumpir su concentración podría provocar que me odiara más, supongo que lo iba a averiguar:

– Emm esto... Este documento necesita la firma de los dos delegados – Se lo pasé desde mi asiento, para que no tuviera que levantarse – Lo he señalado con un punto rojo.

Sin mirarme, agarró el documento, lo firmó y me lo devolvió. Observé el documento deprimida. Podría ser peor.

– Esta mañana – oír la voz de Nath me asustó tanto que pegué un pequeño salto en mi asiento – me dijo la Directora que teníamos que entregar las autorizaciones y explicar en qué consistiría la excursión de la semana que viene. Está todo aquí.

Había dicho todo eso sin mirarme, pero cuando me dio el papel de la Directora, me miró a los ojos por primera vez. Nos quedamos así durante unos instantes, no dijo nada, pero tampoco apartó la mirada como si le quemara, me lo tomé como algo positivo. Y hasta ahí llegó toda la interacción que tuvimos hasta la hora de irnos. Antes de que saliera por la puerta, me despedí de él, no contestó, pero se detuvo durante unos segundos antes de cerrar la puerta.

Me pasé la semana de los exámenes intercambiando breves interacciones con Nath: me miraba cuando lo saludaba por las mañanas, y empezó a contestarme con un movimiento de cabeza el miércoles, incluso conseguí que se despidiera de mi el viernes. Les dije a mis amigos que no debían sentirse culpables porque Nath sí hablara con ellos, e insistí en que debían comportarse con él exactamente igual que antes. Lo que menos quería era que Nath se aislara por mi culpa, por eso intenté alejarme cada vez que hablaban con él para que conversara más tranquilo. Incluso ayudó a Kim con algunas dudas que tenía en clase. Cuando acabó la semana de exámenes, ir a la sala de delegados era un proceso mucho más sencillo que el primer día.

Después de acabar mis deberes como delegada, recoger mis cosas y despedirme de Nath, apareció un profesor por la puerta:

– Os dejo aquí la guía y el camino que tendréis que seguir el lunes, durante la excursión – Nath y yo le miramos como si hubiese hablado en otro idioma– ¿No os lo han dicho? En la excursión, seréis vosotros los encargados de que los alumnos no se separen del grupo. Tendréis que guiar la visita y explicar varias secciones del museo. Además, vosotros estaréis a cargo de vuestra clase en ausencia del profesor.

– ¿No deberían habernos avisado mucho antes? – Era gracioso ver a Nath protestar con educación, teniendo en cuenta lo molesto que tenía que estar en este momento.

– Es que los preparativos se han complicado demasiado, y se nos ha debido de pasar avisaros de vuestros deberes. Cosas que pasan – no se le notaba preocupado precisamente– Bueno, ahí os lo dejo todo explicado, nos vemos el lunes.

Nath y yo nos miramos desconcertados, observamos el papel que había dejado encima de la mesa, pensando en el marrón que nos acababa de caer. Me puede explicar alguien POR QUÉ NO NOS PUEDEN DAR UN RESPIRO.

Viviendo un isekai en el Sweet Amoris // Corazón de MelónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora