Capítulo 7 - Estudiar para los exámenes

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Las semanas seguían pasando sin que pudiese hacer nada por Nathaniel. Estuve investigando por mi cuenta sobre el maltrato infantil y las formas que tienen las autoridades de detenerlo, y no era nada sencillo. Mi palabra no valía nada, y mucho menos si la familia se negaba a colaborar, cosa que sé perfectamente que ocurrirá en el futuro cuando la Protagonista intenta destaparlo. Tenía que encontrar la forma de atar todos los cabos para que no haya ni un solo error, pero no iba a ser nada sencillo.

La investigación había afectado gravemente a mis horas de sueño, y los dos hoyos que tenía debajo de los ojos podían corroborarlo. Mis padres lo achacaron a que estaba estudiando mucho para los exámenes, y no le dieron importancia. En cambio, mis compañeros sí que se preocuparon un poco al ver mi aspecto. Intenté quitarle hierro al asunto, diciéndoles que los exámenes pasarían y que intentaría cuidarme más. La verdad es que deseaba con todas mis fuerzas solucionar todo esto cuanto antes, pero se trata de un asunto peliagudo y no se puede acabar sin más.

Empecé a quedarme más tiempo con Nathaniel en la sala de delegados, ya sea haciendo deberes, estudiando o acabando responsabilidades de delegados. Lo cierto es que eran excusas para evitar que Nathaniel pasara tiempo con esa odiosa familia. Una de esas tardes, acabando los deberes, se me ocurrió una idea un tanto arriesgada. Bueno, como todas mis ideas:

– Oye, Nathaniel.

– Nath – pidió él de forma cansina.

– Nath – repetí. Llevaba unos días insistiendo en que le llamara así, y aún se me hacía muy raro – Estaba pensando en que como los exámenes están muy cerca, podríamos quedar para estudiar.

– Sí, me parece bien. Podemos pedir un aula vacía en la sala de profesores...

– El caso es que... – A ver cómo me lo monto para guiarlo al punto que quiero– ...en el instituto, siempre hay interrupciones o gente entrando y saliendo de las aulas. Por eso, había pensado que podríamos quedar en alguna casa.

He tocado un tema delicado, porque en el momento en el que he pronunciado la palabra casa se ha puesto muy incómodo.

– Va-vale, podemos ir a tu casa si quieres – No quería decir eso, lo siento.

– Claro, vamos a mi casa. Oh, espera ¿hoy es miércoles? – Nath asintió – Hoy empezaban las obras en mi casa, no vamos a poder ir estos días... ¿Y qué tal tu casa? – Y llegamos donde quería.

– Pues... es que...– Balbuceó. Nadie dijo que sería fácil– ... en mi casa está mi hermana, y como habéis tenido muchos problemas, es posible que se ponga muy pesada si vienes a casa, y no nos dejaría estudiar, entonces...

– Si tu hermana no pone ninguna objeción ¿podríamos ir? – pregunté de forma insistente. Lo siento, Nathaniel, pero es algo que tengo que hacer.

– ¿Eh? Pues, supongo... – la duda y la preocupación eran palpables en él.

– Muy bien – me levanto rápidamente de mi asiento.

– ¿A dónde vas? – pregunta extrañado.

– A solucionar el tema con tu hermana. Ahora vengo.

– Oye, que no hace falta ¡Espera!

Pero ya había salido por la puerta. Estaba muy cerca, y no podía dejar pasar esta oportunidad. Lo más importante era encontrar a Ámber cuando esté sola, sin su séquito es más vulnerable. La encontré delante de su taquilla, mirándose al espejo como si fuese una cacatúa, fascinada por su propio reflejo. Vamos allá. Cuando estoy lo suficientemente cerca, carraspeo para llamar su atención, haciendo que se ponga a la defensiva.

Viviendo un isekai en el Sweet Amoris // Corazón de MelónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora