Capitulo 12

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No dormí en toda la noche.

Todo fue un conjunto de pesadillas y llanto, como fueron las noches en aquel hospital, no hice más que mirar el techo mientras mi pecho se contrae y me hundo en mis propias lágrimas, este sentimiento de impotencia y desdicha que tanto me ha costado reprimir comienzan a emerger, pero no por completo.

Desperté más de tres veces llorando, gritando y sudando después de eso no volví a cerrar los ojos.

El reloj junto a mi cama marca las cinco de la mañana con quince minutos, no debía estar en la editorial hasta dentro de tres horas. Me levante con el frio en la punta de mis dedos y nariz, me vestí con ropa deportiva abrigada, me olvide del frio cuando me dirijo a Central Park. Los árboles sin una sola hoja, el camino blanco y algunas luces, se ve pacifico mientras corro en el camino.


{...}


Quince minutos después mis pies ruegan por detenerse, pero no lo hago, mis manos llevan cerradas con fuerza desde que salí de mi apartamento, en algunos momentos las aprete clavándome mis uñas en mis palmas, mi mano herida tiembla un poco al hacer contacto con mis uñas pero este dolor me recuerda que no es una pesadilla. Veinte minutos después me detengo frente a una banca congelada, trato de tomar algo de oxígeno pero el aire frio es como una navaja en mi garganta, pongo mis manos en mi rodillas y bajo mi cabeza. Ya hay algunas personas afuera, unas dirigiéndose a sus trabajos o haciendo un ejercicio, un grupo de corredores pasan a mi lado y me quito del camino. Estoy tentada de recostarme en la cama de nieve detrás de mí pero algo me dice que no es buena idea, al controlar mi respiración pongo mis manos en los bolsillos de mi chaqueta.

Un hombre de tercera edad camina y pasa frente a mí, mi corazón se estremece ante la ternura del hombre. Al pasar una cajita de madera oscura con franjas doradas se cae de sus bolsillos. Extraño lugar para guarda una caja. Lo recojo rápidamente, toco su hombro dos veces tímidamente:

-Dejo caer esto- dije entregándole la caja.

Abre más sus ojos al ver la caja y la toma con suavidad.

-Oh, se lo agradezco señorita- dice con su voz igual de suave.

-Es hermosa- puse de nuevo mis manos en mis bolsillos- Debería tener más cuidado.

-Mi esposa adoraba la música-empieza a hablar-. En esta caja le entregue su añillo de compromiso, hace tantos años de eso- baja la mirada pero la vuelve a subir a mi- ¿Está usted casada?

-No- digo ahogando una risa- Y lejos de estarlo.

El hombre también ríe.

-Los jóvenes de hoy- se reclama a su mismo-, solo quieren relaciones de una noche- niega con la cabeza.

-No todos.

- ¿Que hace afuera? Si yo fuera usted estaría en cama- ríe de su comentario.

-Tratando de despejar mi mente, es todo.

- ¿A las seis de la mañana? – hago una mueca- Discúlpeme, no pretendía ser entrometido.

-No se preocupe, tenga un buen día, señor.

-Igualmente Srta.

-Un placer- dije alejándome.

Aunque sé que mis piernas dolerán mañana no me arrepiento. Logre olvidarme un rato de mis angustias pero solo por unos momentos... al caminar a mi apartamento no me apresuro, veo como la gente sale de sus edificios, los autos en la calle, fue un tanto reconfortante. Paso frente a mi local de panadería favorito y el calor hogareño me invade, siento la tentación de comprar algo.

FALLEN [SAGA CAIDOS #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora