Capitulo 28

36 3 0
                                    



Un día de soledad. Creo que es suficiente tiempo como para arreglar mis pensamientos antes de ir a Chicago. La nieve cae y algunos copos se quedan en la ventana de mi habitación, ya de vuelta en mi apartamento, estaría en total silencio de no ser por la música que suena desde mi teléfono. Una melodía alegre, en la cual puedo sentir las teclas en mis dedos y visualizar los dedos el compositor recorriendo el piano forte. Ni siquiera tenía ánimos de pensar. Acostada en mi cama, las sábanas enrolladas en mi piernas, mi cabeza deja de llenarme de preguntas y regaños. Podría quédame dormida pero mi subconsciente no lo permite. Y se exactamente por qué.


{...}


No se que da mas asco. Que el que tuve sexo en esta barra hace unas semanas y no limpie esto o el hecho que no me di cuenta de que tan sucia estaba. Recogí mi cabello en una coleta alta y me decido a limpiar hasta que mis brazos estén entumecidos pero las palabras fantasmas de Ada aun me persiguen.

No tengo ningún valor para hacerlo. Para preguntarme a mí misma en quien me había convertido. Con mi día de ocio me mantengo ocupada terminando mis lecturas pendientes y aprender alguna nueva receta en la cocina ya limpia.


{...}


-Bienvenida, Srta. Gallagher, su habitación esta lista.

En silencio tomo la llave de la habitación y me dirijo al elevador, respiro sin hacer ruido cuando las puertas se cierran a mis espaldas. Cierro mis ojos y exhalo con cansancio, el vuelo no había sido malo pero siempre es una molestia pasar por los aeropuertos. Las puertas se vuelven a abrir pero no mi piso, una pareja de ancianos entra y me saludan cordialmente. Me aclaro la garganta y regreso el saludo, me doy cuenta de que no había dicho una palabra concreta en setenta y dos horas.

Verlos tomados de la mano, sonrientes me alegro el día. No todo en el mundo es miseria y dolor. Las puertas de elevador vuelven a abrirse, esta vez en mi piso correspondiente, me disculpo y salgo.

La habitación es perfecta.

Los colores claros y azules hacen que la habitación parezca clara y amplia. La cama es lo suficientemente grande como para tres personas, un sofá azul marino junto a la pared de cristal en la pared contraria de la puerta, una televisión en la esquina colgada y un espejo frente a la cama. El baño es mas espacioso que mi baño. Dejo mi maleta sobre el sofá y abro la cortina. Me quito los zapatos y miro el reloj en mi muñeca.

11:00 am.

Mi reunión con Lawrence es dentro de dos horas pero tengo que llegar antes para hablar con otros directivos. Me digo mentalmente, lavo mi cara y dejo que mi congelada cara se entumezca con el calor del agua. Sin prisa comienzo a quitarme la ropa, y enciendo la ducha detrás de mí. El silencio de la habitación me tiene intranquila, ya que eso hace que pueda escuchar mi conciencia reclamando.

"Ellos te extrañan" "Deja de huir" "No empujes a los que te aman" "Madura de una vez" "No tienes por qué estar sola" "Perdónenme"

Mi propia cabeza sigue atacándome, sigue recordando. ¿Cuándo he llegado a esto? ¿A tener miedo de mis propios pensamientos? El agua cae sobre mi cabeza, y me quedo así, por un rato al menos. Sonara extraño pero para mí, en los minutos que estoy en la ducha, son los minutos donde no me preocupo por lo que paso minutos antes, ni me preocupo por lo que pasara después. Como si tomara un descanso, uno corto. Desgraciadamente tiene que terminar en algún momento. Tomo una toalla cercana y me envuelvo en ella. Inconscientemente apresuro mi paso antes de manchar la alfombra ¿será por esto por lo que mi humor esta mas jodido que de costumbre? Solo llevo tres días...

Nada como empezar el año con tu periodo. Genial.


{...}


La alfombra se come mis pasos, con mi espalda recta camino hacia la sala de juntas. La recepcionista en el vestíbulo ni siquiera me detuvo e el momento en que cruza la puerta. Sin molestarme en hablar la gente se quita de mi camino. Carajo ¿porque escogí estos zapatos? Me detengo cerca de la puerta donde se supone que están la mayor parte de los directivos de esta empresa.

Deberías empezar a escribir un libro de tus decisiones, puedes titularlo "Como joder tu vida en seis meses o menos" consígalo en su librería de preferencia.

Sacudo mi cabeza, dejo de poner atención al dolor en mis pies y camino como si nada hacia la sala de juntas.

Me considero una persona observadora, mi mirada va desde las cámaras en cada esquina hasta la mota de polvo bailando entre mis zapatos. En la habitación blanca y gris hay tres, no, cuatro hombres, tres de ellos hablando entre sí, el cuarto no se ve por ningún lado, pero hay una chaqueta azul en el respaldo del asiento vacío más cercano a los hombres. Aclaro mi garganta y uno de ellos me dirige la mirada.

Su expresión es fría y carece de emociones. Lo habría considerado una amenaza si no hubiera visto el reflejo de la luz en su amplia y clara calva. Alan Capaldi. Solo había hablado una vez con el cuando decidí que ya sabia todo lo que necesitaba de él. Un Freddie Kruger solo que más gracioso a la vista.

El segundo con una piel bronceada y con una cara más joven y animada arquea sus cejas. Zayde Aderinto. El mas joven e inexperto de la mesa directiva, su familia: Los Alberinto bien podrían ser de la realeza en Turquía. Es tierno y tranquilo. No me preocupa.

El tercero podría considerarse como el gemelo de Leo Fadder. Bueno casi lo es, es Conan Fadder, hermano menor de mi antiguo jefe. Puedo contar las veces que lo he visto con una mano. Completamente lo opuesto a su difunto hermano. No necesito, ni quiero, decir más.

-Señores- saludo con la cabeza en alto.

-Srta. Gallagher- me saluda Zayde Aderinto- Un placer volver a verla, lastima que sea en estas circunstancias.

Asiento.

-Créame Sr. Aderinto, es mejor que las distancias se mantengan, Sr. Capaldi, Sr Fadder.

Ninguno se molesto en hacer un saludo verbal. Capaldi señala un asiento frente a ellos.

-Tome asiento Srta. Gallagher- su voz es áspera, obedezco, cruzo mis piernas debajo de la mesa- ¿Ahora díganos porque estamos aquí y no celebrando?

Finjo sorpresa ante su tono y desprecio. Sonrió burlonamente.

-Sr. Capaldi- recargo mis brazos en la mesa de cristal- ambos sabemos que mi presencia no le hace ninguna gracia, pero créame la suya no me hace el mínimo efecto.

-Niña insolente.

-Me han dicho peores, no se preocupe, en cuanto terminemos este asunto más rápido me largo de este lugar.

- ¿Y cuál asunto seria ese, Srta. Gallagher?

-Por lo que es por derecho y legalmente mío.

FALLEN [SAGA CAIDOS #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora