Sus tacones resonaron en las baldosas de las enormes calles de Londres.
Sus piernas estaban heladas, tan solo cubiertas por unas medias finas. Sin embargo, no podía darse el lujo de retroceder; se haría tarde y la ciudad no esperaba a nadie.
Arabella dio los últimos pasos antes de abrir las enormes puertas del club, sintiendo inmediatamente el cosquilleo en sus piernas debido al cambio de temperatura y recibiendo el aplauso de la gente allí. Esto hizo que sus ojos se volvieran en protesta.
— El subterráneo tuvo una demora —. Su relato terminó allí, pero ante la mirada del resto del equipo, decidió completar aquella frase, la cual había dicho incontables veces en un afán de justificar sus llegadas tarde constantes —. Otra vez —. Dijo la pequeña colorada, comenzando a quitarse las prendas de abrigo, las cuales la protegían del fuerte diciembre que había llegado con frío y tormentas de nieve.
El club era brillante y parecía sacado de una película de los años 40. Una enorme barra de madera brillante, con terminaciones redondas, ocupaba la parte derecha del lugar, llenando una pared completa donde se exhibían al menos 500 botellas de los mejores licores del mundo. Allí, los visitantes podían sentarse en las banquetas de piernas largas y disfrutar la vista del resto del lugar.
La luz dorada hacía que todos allí tuvieran esa tonalidad especial en la piel. Las mesas y butacas se extendían por todo el salón en dirección al escenario, donde los instrumentos negros y dorados estaban siendo ocupados por el resto de la banda.
Su banda.
— Si no fueras tan buena cantante, créeme que estarías fuera desde hace mucho —, dijo el baterista mientras jugaba con las baquetas, como si estas fueran una extensión de sí mismo.
Su cabello era rubio y algo despeinado, debido a sus rizos incontrolables y sedosos. Sus ojos azules la observaron cruzar todo el vacío bar mientras se despojaba de su bufanda roja y su sobretodo negro, quedándose en un elegante y sensual vestido negro.
— Supongo que es una ventaja el ser tan buena —, protestó la muchacha, con las mejillas rojas por el frío.
Esta dejó un pequeño beso en cada uno de los integrantes de la banda, dejando su característica marca roja en la piel de estos, mientras apretaba su pequeña y respingada nariz fría contra los pómulos de los molestos hombres.
— Saben que los amo, lo siento, lo siento —, se disculpó, por vez cinco mil, mientras se ponía al centro del escenario.
La ojiverde tronó su cuello dos veces antes de que su postura cambiara por una más recta y segura, mientras acariciaba el soporte del micrófono dorado, el cual iba perfectamente con el estilo vintage del lugar.
Su mano sintió el frío metal bajo su tacto de forma descendente, sus ojos se cerraron y su mente viajó a otro lugar, sintiendo la música correr por su cuerpo de forma que comenzó a interpretar las palabras que brindaba la sinfonía. Entonces, su voz salió ronca y suave cuando abrió sus carnosos labios rojos para dar la primera nota de la canción.
La melodía del resto de la banda comenzó luego de su pequeño rasgueo de garganta. La melodía de "Back to Black" y las miradas de Marko y Luca, quienes atendían el bar, se dirigieron hacia ella, haciendo que la mujer sonriera mientras comenzaba a cantar.
Tenía talento, ella lo sabía, y el resto del personal también. El bar se mantenía en pie gracias a sus presentaciones, noche tras noche, luego de su casi cierre hacía tres años atrás. Ahora, oleadas de clientes hacían reservación, con meses de anticipación, para poder tomar uno de los lugares de "Golden Bar" y escuchar a la magnífica banda, pero sobre todo, a la estrella.
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A Song for You | Harry Styles.
FanfictionArabella es una cantante con gran talento, que está estancada en un pequeño bar de Londres. Harry es el misterioso hombre que aparece cada noche, en la misma mesa, a la misma hora y la observa desde la oscuridad. Los papeles se invierten en esta his...