Styles

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El 31 de enero despertaba con un sol brillante y, aunque el frío en Inglaterra era duro y calaba profundo en los huesos, Arabella se sintió cálida y feliz mientras los frondosos pinos se hacían presentes ante su vista. Mientras Harry conducía a su lado, tarareando suave y disfrutando de la hermosa vista de su sirena despeinada y adormilada por la siesta que había tomado en el asiento del copiloto.

— Gracias a Dios la nieve ya terminó.

— ¿No es de tu agrado? —preguntó Arabella, girando su rostro para verlo.

— Lo es, sin embargo, sería difícil llegar hasta aquí.

Arabella asintió de acuerdo. Aunque había sido un viaje corto en avión hasta Irlanda, era cierto que con nieve todo se habría complicado, incluso aquel pequeño viaje que hacían en el auto de alquiler.

El silencio volvía a ser protagonista, y aunque ella se sentía un poco culpable, Harry no la culpaba; al contrario, sabía que era su culpa que ambos estuvieran en esa posición y por ello debía aprovechar este momento a solas para disculparse y así sanar la relación que había dañado antes de la llegada de Adrién.

— Quiero pedirte disculpas por lo que pasó en el bar. Por todo —susurró sin más, ganándose la sorpresa de la colorada que se removió en su lugar con incomodidad.

— Yo debería pedirte disculpas. Fui quien rompió las reglas y te golpeó.

— Debo admitir que nada fue agradable, sin embargo, podría haberlo manejado de otra manera.

— Y entonces no serías tú —bromeó, ganándose una sonrisa a cambio. — Quiero que estemos bien, además, odiaría que tu madre o cualquiera estuviera incómodo por nosotros. Creo que suficiente hemos torturado a Luca y Marko.

— No podría estar más de acuerdo.

Así finalizó la conversación, y ambos sonrieron, con la vista al frente y las ilusiones puestas en un fin de semana que ambos deseaban disfrutar.

Al llegar, Arabella se sorprendió y se carcajeó tan alto que Harry la observó mientras estacionaba el auto, con una ceja en alto ante la incógnita.

— Dijiste cabaña, no hotel 5 estrellas.

Harry respondió con una risa también y luego bajó del auto, abriéndole la puerta a la mujer y bajando su bolso, junto con la maleta de ella; negándose rotundamente al ofrecimiento de ayuda por parte de la colorada.

Caminaron hasta la entrada y entonces ambos ingresaron, escuchando a lo lejos las risas y murmullos que llenaban el cálido ambiente del lugar. Ambos se sentían felices por haber llegado.

Pronto estuvieron todos reunidos en la sala, junto al flamante calor del hogar, saludándose con abrazos de cariño y palabras que denotaban lo mucho que habían conectado los presentes en aquella noche de fiesta hacía un mes atrás, la noche que lo había cambiado todo para ellos.

Entre los presentes, Arabella pudo identificar con facilidad a Anne, Gemma, Michael, Darren, Eliza y Michael. Aunque también había algunas personas que ella no lograba reconocer, y Anne le había presentado como Bruce y Kris, así como el padre de Harry, Desmond Styles.

Luego de las debidas presentaciones, ambos se disculparon y subieron las enormes escaleras de la cabaña, caminando en silencio hasta las habitaciones que se les habían asignado, siendo estas una frente a otra, separadas tan solo por un pasillo intermedio.

Primero fue Harry quien dejó las maletas en la habitación de la mujer, dejando luego lo suyo en la propia, después de que la colorada se excusara para poder cambiarse y ponerse algo adecuado para bajar con los presentes.

Harry la esperó en la puerta mientras revisaba algunos mensajes en su teléfono e informaba de la falta de su presencia en la empresa, por obvios motivos. Cuando la vio salir, sonrió y ambos bajaron las escaleras, tomando posesión de uno de los sillones de la estancia, donde ambos pudieron aliviar las tensiones del viaje desde Londres.

Mientras charlaban y bebían una taza de té —menos Arabella, quien había preferido el café, haciendo notar sus raíces americanas—, pudieron escuchar el sonido del timbre, el cual fue atendido por Anne, quien sonrió con tensión cuando vio a Kendall entrar al lugar y saludar, a quien ella quería fuera su próxima suegra.

Caminaron hasta la sala y fue entonces que Arabella sintió cómo todo su humor caía por el suelo al verla, como todas sus expectativas sobre aquel fin de semana caían en manos de la mujer que elegantemente caminaba hasta ellos, para saludar a quienes ahora Arabella reconocía como padres de Kendall.

Cuando fue su turno, Harry no tardó en introducir a Arabella, recordándole a la morocha de su existencia, haciendo que esta sonriera por los recuerdos de la noche que ahora traía a todos a ese lugar recóndito del país vecino.

— Arabella, un placer volver a verte. Qué curioso.

— Lo mismo digo —respondió sin más, recargándose en el sillón cerca del calor hogareño que le transmitía Harry a su lado y la sensación de protección que lo rodeaba.

— ¿Cómo planeas celebrar tu cumpleaños 28, Harry? Debemos preparar las actividades para mañana.

Arabella se quedó quieta ante aquella mención, girando por completo su figura hacia el hombre que recargaba su cuerpo en el respaldo del sillón, justo detrás de su espalda, como si fuera natural el verse tan jodidamente bien.

«Será su cumpleaños. Estamos aquí porque será su cumpleaños».

— Mis únicas expectativas son que todos la pasemos excelente. Estoy seguro de que todos queremos descansar. No quiero hacer mucho alboroto, Kendall —Harry explicó mientras llevaba su taza hacia sus labios y bajaba la mirada de todos los presentes, pero sobre todo los de Arabella, quien quería ahorcarlo en aquel instante.

No dijo nada con palabras, sin embargo, su rostro debió ser una explicación precisa de aquello que pasaba por su mente mientras observaba al hombre, quien la miraba divertido mientras toda la conversación se desviaba a las diferentes actividades que harían durante el día siguiente.

Styles se inclinó hacia el oído de su acompañante y Arabella creyó morir al tener su aroma una vez más, tan cerca.

— No tienes que darme nada, no tenías que saberlo tampoco, no te preocupes, Sirena.

Quiso replicar, pero la voz de Anne llamó su atención, no solo por la interrupción, sino también por el contenido de ella.

— Los tortolitos pueden despegarse, intentamos organizar las actividades conjuntas, luego podrás encontrar lugar para las íntimas.

Las risas fueron estridentes en la habitación, sin embargo, Arabella pudo notar por el rabillo de su ojo que aquello no había caído en gracia en absoluto para los Jenner y mucho menos para el patriarca de los Styles.

A Song for You | Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora