Suyo

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Quiso tragar saliva, sin embargo su boca se encontraba seca debido a lo que producía él en su cuerpo.

«Si fuera un viejo de cincuenta años y no un jodido Adonis esto sería más fácil», pensó, mientras observaba la firmeza con la que el Adonis la miraba, sin siquiera sentir un mínimo de vergüenza al estar acosándola con la mirada. Sin embargo, mantuvo su postura firme mientras sus brazos permanecían cruzados entre sí, con su mirada puesta en el hombre "Harry"; quien la observaba con una pizca de diversión en su fina boca rosa.

Abrió sus labios para hablar, sin embargo el hombre volvió a interrumpirla, dibujando una mueca de incredulidad en la cara de la cantante.

—Estoy interesado en comprar el bar, simplemente estoy viendo las atracciones y usted, ciertamente, atrae.

La boca de la mujer cayó una vez más, completamente indignada por el atrevimiento en sus palabras, mientras aquella expresión de seguridad y satisfacción no se borraba de la angular cara de Harry.

Por supuesto, Arabella se tomó el tiempo y lo observó con más detenimiento, mientras él hablaba. Sus ojos eran incluso más profundos que el bosque más frondoso y su mandíbula acompañaba a su acento, tan británico, que hacía sonar sus palabras como la estrofa de un poema interpretado. Su cabello estaba atado a lo alto de su cabeza en un moño irregular y masculino, que hacía ver aquel hombre como un verdadero misterio y ciertamente, a ella le fascinaban.

— El bar no está a la venta, así que puede dejar de interesarse en las—, hizo una pausa mientras buscaba aquella palabra, la que tanto le había molestado, enfatizando al golpear la mesa con el repasador que colgaba de sus manos —, atracciones. Buenas noches. —concluyó.

Los pasos de la colorada fueron rápidos y molestos, haciendo sonar sus tacones en el suelo de madera mientras se acercaba con poca sutileza, y bastante enfado, hacia la barra.

Su mente procesaba más rápido de lo que sus palabras podían ser emitidas, logrando que un sin fin de conclusiones cayeran en su mente y terminaran en su boca, en una catarata de ideas.

«Ese jodido idiota, ¿quién se cree? Me llamo atracción, una jodida atracción, como un payaso de circo» , pensaba, mientras dejaba el repasador con más fuerza de la pensada y tomando la bandeja que Marko le entregaba, con una extraña mirada en sus ojos.

—Ari, ¿todo está bien? —

—¿Cómo podría estar bien? Acaban de tratarme como payaso de feria —,casi gruñón, mientras tomaba los chupitos de mala forma, robándose uno y llevándolo directamente al final de la garganta, ganándose la desaprobación del bartender.

—Arabella, por favor, ¡eso es para los clientes! —,murmuró, mirando hacia todos lados y quitando el pequeño vaso de la mano, lavándolo para entonces servir uno más y dejarlo sobre la bandeja—. Deja de ser tan gruñona, siempre hay un cliente idiota en el publico, no te dejes afectar por eso.

—¿Sabías que planean vender el club? —, interrogó—. Y mi querido amigo, nosotros seremos los payasos del circo vendido.

—Tú serías la leona —, gritó, riendo, mientras tomaba el pedido del siguiente cliente.

Así fue, entonces, que la noche pasó entre risas y gruñidos. Arabella podía sentir la mirada del hombre "Harry" haciéndola refunfuñar, ganándose las risas de sus compañeros cada vez que se cruzaba alguna palabra al respecto. Ellos realmente sabían que la cantante tenía un temperamento fuerte y filoso, por lo que a este punto y luego de tantos años, habían logrado reírse y tomar su mal humor como un atributo de la mujer que hacía brillar "Golden bar".

Las mesas comenzaron a vaciarse, sin embargo el hombre seguía allí y su paciencia estaba llegando al límite, logrando que sus manos se apretaron en el repasador, el cual servía como objeto de desquite, mientras murmuraba palabras con sus amigos, quienes comenzaban a preocuparse por los rumores de venta.

Las bromas habían quedado fuera y los susurros, junto con las miradas de preocupación, habían tomado su lugar. Los rumores de venta comenzaron a hacerse fuertes cuando terminó la noche y cerraron el bar, luego de que el último cliente dejará la esquina oscura del establecimiento, dejando un espacio de dudas y un vacío en el estómago de Arabella, el cual no pudo llenar siquiera con la boca de su amante de turno.

No es que fuera una mujer fácil. Arabella no consideraba que el tener amantes ocasionales fuera algo malo y eso estaba bien con ello. Sus preferencias sexuales no definían la clase de persona que era o como se mostraba ante los ojos de las personas a las que sí amaba, porque ella amaba. Simplemente, su corazón no creía poder volver a caer lo suficiente para mantener una relación donde la fidelidad, el deseo y el amor, fueran de la mano. Y tampoco deseaba ser la mujer que rompiera el corazón de un hombre enamorado, luego de unos ocasionales, aunque apasionantes, enredos de sábanas.

Por ello apreciaba su relación con Zayn. Él podía entender a la perfección sus pensamientos y sus decisiones, porque él disfrutaba de su cuerpo sin importar si le pertenecía y aun así, lo volvía a hacer suyo cuando ella se lo entregaba, para luego despedirse hasta un nuevo encuentro, sin preguntas u objeciones.

Sus compañeros ya estaban acostumbrados y habían dejado de buscar un interés romántico para ella, incluso, habían dejado de preguntar quienes eran aquellos misteriosos hombres que iban a buscarla a la puerta del Golden y en aquella oportunidad, las cosas no era diferente para ellos. Pero si para los ojos profundos que fueron testigos de la escena; cuando el morocho presiono el cuerpo de la colorada de forma tosca contra una moto y la besaba sin pausas, reclamándola como suya, saboreando la piel que él deseaba besar. Aquel cuerpo que él había visualizado desde la oscura esquina del bar, aquel cuerpo que había prometido hacer suyo.

A Song for You | Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora