Sutiles

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Cuando Arabella camino por el suelo brillante de Golden, jamás creyó lo que sus ojos verían.

Su jefe, aunque no sabía qué tipo de Harry era, se encontraba sentado sobre una de las mesas con una guitarra en sus muslos, tocando una suave melodía mientras los demás empleados limpiaban y ordenaban el lugar.

Sus manos anilladas tomaban el mástil de la guitarra mientras su ceño permanecía fruncido y sus ojos cerrados, completamente inmerso en su nueva atracción.

Arabella jamás creyó que alguien pudiera verse más atractivo y quiso morir allí mismo por eso.

Su rostro estaba ligeramente tapado por algunos mechones que caían sobre su mejilla y su mandíbula, sin embargo la mujer había analizado las facciones del castaño tanto que creía ver a través de ellos.

Quiso arrastrar sus dedos por entre su cabello y besarlo pero supo que aquello iba en contra de toda programación mental; aunque también necesito mucha fuerza interior para no lograrlo y aún más luego de la increíble noche que habían pasado la noche de Año Nuevo.

Se quitó la bufanda blanca y la colgó junto a su abrigo, para luego acercarse hasta él, sintiéndose extraña por la nueva confianza entre ellos y en aquel lugar, donde jamás habían tenido un acercamiento tal.

Parecía irreal.

Tocó su rodilla con la punta de sus dedos y el hombre pareció salir de su trance. Enderezó su espalda y alzó su rostro, le sonrió. Hoyuelos, rizos y ojos verdes.

«Irracionalmente guapo»

—No sabía que tocaras.

—No sabía que eras una chismosa—, respondió, con una pizca de rebeldía y diversión enredada en la punta de su lengua.

La colorada abrió sus labios sorprendida y todo el mundo los observaba, esperando una respuesta que iniciara la revuelta, sin embargo, comenzó a reírse y pronto, pico la costilla del hombre.

—Yo si sabia que eras un imbécil—, le saco la lengua como una nena chiquita, cosa que los hizo reír.

Harry dejó la guitarra de lado, Arabella lo lamento, sin embargo sus lamentos finalizaron en cuanto el castaño tomó su barbilla y dejó un beso suave en su frente, tal como el día anterior y entonces ambos caminaron hasta la barra, donde Luca le preparaba su trago habitual, aunque mirándolos con ojos curiosos.

—¿Ustedes qué?

—¿Qué de que? Se saluda antes, que mal educado—, lo molestó la más pequeña, alzándose sobre la barra para picotear varios besos en su mejilla, ganándose la envidia del más alto— Feliz año nuevo.

—Feliz año nuevo, Ari.

Harry quiso comentar sobre su apodo, el cual le recordaba a la sirenita, sin embargo no dijo nada, escondiendo una sonrisa tras el cristal y notando como Arabella se sentaba junto a él.

—¿Cómo te fue en la reunión?

—Llegué tarde, tuve que llegar a casa, darme una ducha y me dolía la espalda como la mierda.

—No es mi culpa que te quedaras dormido.

Luca no daba crédito de lo que veía, tuvo que llamar a Marko y ambos intentaban entender la situación a medida que iban transcurriendo los minutos. Arabella y Harry discutían, claro, pero había entre ellos una familiaridad casi brillante, una familiaridad que invitaba a sonreír y envidiar.

Sonreían y se molestaban con pequeños toques; era como si el inicio de un nuevo año hubiera reiniciado la historia y se encontraran frente a dos desconocidos, a quienes conocían muy bien.

A Song for You | Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora