Al tercer día, Arabella finalmente salió de la cama y, aunque sus ánimos estaban por el suelo, no había forma de que pudiera soportar un día más de autocompasión.
Harry había tenido que volver al trabajo y seguía ignorando las llamadas de su padre, como si eso sirviera de algo más que seguir enfureciéndolo o incluso postergar la inminente charla que él sabía que su padre quería tener.
Los medios de comunicación seguían hablando y, aunque todavía no había pasado nada a la vía legal —«Gracias a Dios»—, había una fuerte sensación de miedo que era imposible no percibir.
Lo que había hecho Arabella era, de cierto modo, ilegal. Sin embargo, el saber que Maxwell era solo el apellido de su madre le pareció un poco más ligero. Realmente no había mentido con su identidad, solo había modificado, aunque de forma no legal, el apellido de su padre.
Por supuesto, había tomado recaudos, y el abogado de la empresa se estaba encargando de la parte legal del asunto, junto con la investigación de quién había sido esa "fuente cercana" que había abierto la boca y arruinado la vida de Arabella.
Una parte de él creía que la insoportable copia de su novia había sido la culpable; otra pensaba que quizá había sido Christian, pero el hecho era que a él no lo dejaba en absoluto bien parado, sobre todo esa parte en la que había perdido toda su herencia en el juego, así que debía ser alguien más.
La respuesta llegó con el llamado de las 12, y aunque Harry creyó que lo mejor era por ahora mantener a su familia apartada, al ver el nombre de su madre después de casi cuatro días de silencio, le dio una sensación de alivio.
Su madre confirmó que Kendall había amenazado con la prensa, y eso fue todo lo que Harry necesitó para acabar con todos los sentimientos que alguna vez albergó por la muchacha. Y es que, aunque por supuesto jamás la había amado, ella era una de las pocas amigas de su infancia que podía entender con exactitud cómo era vivir aprisionado por las reglas de un padre estricto y un apellido que debía recaer sobre sus hombros.
De hecho, Harry estaba en lo cierto; Kendall sabía más que nadie cuál era la situación de su familia y la relación con su padre. Y había hecho esto para manipularlo, para que las cosas se invirtieran a su favor. Aunque Harry creyó que tendría empatía por su situación, ella decidió arruinar por completo su felicidad a costa de sus deseos egoístas.
Sabía que ella no lo amaba, por supuesto; de hecho, Harry no estaba seguro de que ella tuviera la capacidad de enamorarse de algo que no fuera el dinero o su propio reflejo, y había sido eso exactamente lo que siempre había puesto una barrera entre él y los sentimientos.
Era evidente que aquello había sido una manipulación sucia y cruel. Y aunque le hubiera gustado tener más tiempo para pensar en su próximo paso, las constantes llamadas de su padre no le permitían pensar en otra cosa que no fuera esa inevitable conversación.
— Edward, te he estado llamando durante días —, la voz fría de su padre había salido por los parlantes antes de que él pudiera decir "Hola".
— Lo lamento, padre, he estado ocupado —, intentó excusarse, pero sabía que esa pobre respuesta no convencía al viejo, sobre todo cuando un bufido salió de su boca y él pudo escuchar claramente la incredulidad.
— Quiero verte, ven a casa en este instante, tenemos que organizar el próximo paso —, había sido directo, no tenía tiempo para buenos modales británicos.
— No entiendo por qué tendrías que organizar algo respecto a esto, papá. Estoy a cargo de la situación, no hay necesidad de que interfieras —, Harry intentó ser elegante en su respuesta, pero sabía con exactitud que eso no era posible. Sin embargo, intentarlo no le haría mal a nadie.
— No digas estupideces, Harry. Esta es una crisis familiar, te quiero aquí, en una hora. Punto final —. Su padre no esperó a que él pudiera responder; la llamada fue cortada inmediatamente después de la orden, y él entendió que no tenía otra opción.
Cerró su computadora e intentó acomodar su cabello mientras salía de la oficina que antes le había pertenecido a su padre, observando a su secretaria y parándose frente a su escritorio.
— Karen, cancela mis citas de hoy y prográmelas para el resto de la semana. Llama a Arabella y dile que estaré con mi padre y que llegaré antes a casa. Luego, puedes irte, tienes el resto del día libre —. Observó a su asistente y ella se despidió antes de que él pudiera salir del edificio.
El camino fue corto, y aunque hubiera sido largo, no habría bastado para calmar los nervios que sentía.
Caminó por el patio delantero de la casa Styles, y mientras rodeaba la fuente que adornaba la entrada, pudo ver a la asistente de su padre abriéndole la puerta.
La saludó con tranquilidad, y mientras cruzaba el pasillo hasta la oficina personal de su padre, tocó dos veces la puerta. La voz del hombre se hizo presente, indicándole que ingresara; así lo hizo, y cuando se acercó para darle un abrazo, pudo presenciar el momento exacto en el que su padre congelaba la distancia entre ellos y le pedía directamente con su mano que tomara asiento. Evidentemente, no estaba nada contento.
Tomó asiento, desabrochó el botón de su blazer y se apoyó en la silla con elegancia, mientras observaba los ojos marinos de su padre, quien tenía el ceño fruncido y una expresión de pocos amigos, indicándole que aquella reunión no era en absoluto para fraternizar.
— Te pedí que vinieras para que podamos hablar del control de daños que tendremos con respecto a la separación de Arabella —, el hombre fue directo, y Harry mantuvo la cordura, aunque por dentro deseaba golpearlo con todas sus fuerzas.
— No necesitamos tal control de daños porque no hay tal separación —. Fue igual de directo, sin apartar su mirada dura de la de su padre, en un juego estricto de quién se doblegaría.
— La habrá, Harry. Volverás al plan original y dejarás esta aventura estúpida que no te llevará a ninguna parte. Te casarás con los Jenner, como había sido previsto —. El hecho de que su padre ni siquiera mencionara a Kendall, sino a toda la familia, era exactamente lo que denotaba la naturaleza de aquella unión. No era una unión matrimonial basada en el amor, era una unión de los apellidos más influyentes de Gran Bretaña.
— No pienso casarme con Kendall, papá. Si voy a casarme, si tengo que hacerlo, será con la mujer que amo, y esa es Arabella —. No dio el brazo a torcer, y mientras su rostro se ponía de piedra, demostrando una seguridad imponente, Des sonrió de la manera más cínica que Harry hubiera visto.
— Tengo la sensación, muchacho, de que crees tener el poder suficiente de decidir sobre esto —, casi podía decirse que su padre se estaba divirtiendo con él, pero aquella no era más que la primera estrofa de una amenaza bien redactada. — No estoy seguro de qué es lo que te hace pensar semejante estupidez, pero quiero que recuerdes que la única razón por la que te sientes con tal privilegio es porque ese lugar es mío. Este apellido es mío, la empresa es mía y el dinero es mío.
Harry tragó duro y lo observó atentamente, intentando creer que su mente no estaba concluyendo más de lo que su padre realmente había dicho. Sin embargo, no era así. Había entendido exactamente lo que él había dicho.
Si no se casaba con Kendall, tendría que despedirse de su fortuna, su apellido y su empresa.
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A Song for You | Harry Styles.
ספרות חובביםArabella es una cantante con gran talento, que está estancada en un pequeño bar de Londres. Harry es el misterioso hombre que aparece cada noche, en la misma mesa, a la misma hora y la observa desde la oscuridad. Los papeles se invierten en esta his...