Semillas

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Harry comienza a sentirse raro en el momento en el que Arabella comienza a llevar todas las conversaciones hacia esa oportunidad que se le había presentado con Alexander.

Por supuesto estaba entusiasmado y feliz por ella, porque no había nadie en el mundo que se mereciera la oportunidad como su Sirena, sin embargo el miedo comenzó a sembrar semillas en su pecho cuando ella hablaba sobre irse por el país y viajar para disfrutar de su música y aquello comenzó a matarlo y aun ni siquiera recibía una propuesta formal.

A los dos días de la visita, las semillas habían dado el fruto que había sido cultivado por los miedos e inseguridades y mientras observaba a la mujer hablando por teléfono con el hombre y sonriendo, no pudo evitar sentir celos y culpabilidad en la misma medida.

Él quería más que el éxito para ella, él quería todo lo bueno para ella.

Pero él la quería a ella.

El entusiasmo de Arabella no fue opacado por el miedo en el hombre, el se encargo de acompañarla, de besarla y felicitarla cada vez que ella nombraba la reunión que se había pactado para el viernes, sin embargo pequeñas viñetas se comenzaban a ver a través de los ojos verdes del hombre, cuando podía ver como la mujer cada día respondía más y más mensajes de texto.

Alexander había dejado en claro su atracción por la cantante y no había tenido ningún problema al demostrarlo incluso cuando ella lo había besado delante de él; no parecía un hombre que se guardara sus opiniones o sus manos, él lo supo cuando esa misma noche lo vio llegar una vez más al bar y sostener a la pequeña colorada por la cintura mientras le presentaba a su socio y estos tomaban sus caderas, su cintura y su espalda baja.

Por supuesto la Sirena había corrido hacia él y le había contado sobre la visita de Alexander y el tal Michael, ahora también mirando el espectáculo desde la mesa de reserva, sin embargo a Harry no le gustó en absoluto la mirada cosificada de los hombres cuando la mujer se contoneaba suavemente en el escenario, cantando una de sus canciones favoritas de Sia.

Encontró la mirada de su chica y cuando el show terminó, como cada noche, ella corrió al encuentro de su novio, besándolo con la explícita sensualidad que la caracterizaba.

— ¿Cómo estuve? —, ella se alejó de él y pasó sus manos por su pecho, mientras se alzaba en puntas de pie para sobre su hombro a la mesa donde los empresarios observaban.

No la culpaba, él sabía que esta era una oportunidad que le cambiaría la vida, pero el bicho de la posesión vivía en él desde hacía meses, cuando conoció a la muchacha.

— Estuviste increíble, Sirena, como cada noche —, el intento buscar sus ojos, sin embargo ella no se los dio, demasiado entusiasmada en encontrar algún indicio en los rostros alejados, pero al no encontrarlo se despidió de Harry con un beso fugaz en la mejilla y él la vio escaparse de sus dedos como arena en el mar.

Suspiró y pasó sus dedos por su cabello por frustración.

Estaba siendo egoísta e idiota, lo sabía, era egocéntrico y un tirano por pensar en aquello como algo negativo, sin embargo no podía evitarlo y mucho menos cuando la mujer parecía tener cabeza solo para eso.

Alzó su mano y pidió un trago a Marko, quien estuvo atento a entregárselo junto con una palmada en la espalda, ante los ojos de sus amigos era obvio lo que pasaba en él, sin embargo Arabella parecía estar enfrascada en su felicidad y demasiado alejada emocional y mentalmente de él para notar el destello de miedo en los ojos verdes que siempre le habían encantado.

— Todo estará bien, esto va a acomodarse —, intento hacerlo sentir mejor el bartender, sin embargo él no pudo estar de acuerdo mientras observaba como Alexander tomaba las manos de su novia y las besaba.

— Si la toca otra vez lo voy a desfigurar —, Harry tomó todo de un trago y Luca no pudo evitar acercarse a la mesa de reserva, tomando la cintura de su amiga y bromeando discretamente mientras la alejaba de los hombres y mantenía las distancias prudentes.

«¿Acaso ella no se da cuenta?», Harry casi gruñía como un animal viendo su territorio ser tomado, pero como si se tratara de anestesia se calmó al instante que vio a su colorada caminar hacia él una vez más y sentarse a su lado.

— Los veré el viernes ¿no es emocionante? —, ella estaba fuera de este mundo, no podía ver con claridad, definitivamente, y él tenía la intención de cuidarla de las malas intenciones.

— Me encantaría acompañarte ¿crees que sea posible?

— Supongo que no habrá problema, le preguntare a Alex.

— Alexander —, él corrigió, rechinando sus dientes ante el apodo. — ¿No crees que es demasiado cariñoso? Me pone los pelos de punta.

— Eso es porque eres británico, Harry. Ellos son americanos, como yo. Para nosotros es más normal el contacto físico, no te preocupes —, ella besuqueo su mejilla y luego se fue, llevándose con ella una botella de licor, la cual sirvió en la mesa para sus invitados.

Ella rió con ellos durante la próxima hora y mientras charlaban sobre la posibilidad de ir a cenar para la reunión. Arabella comentó que Harry quería acompañarla, ellos declinaron la propuesta, diciendo que no era una cena social, era una reunión importante de trabajo. Ella lo aceptó, esperando que Harry no tomara aquello con mal ojo.

Cuando ambos se fueron, la mujer subió las escaleras en busca de su pareja y cuando lo encontró recostado en el sofá, se subió en sus caderas, buscando algo de atención de sus manos.

— Lo siento, linda, no estoy de humor —, mencionó el y beso su cabello, con la dulzura propicia.

— No te preocupes, está bien ¿Pasa algo? ¿Discutiste con los proveedores? —, ella quiso saber, dejando un beso en las arrugas de su entrecejo.

— No es nada, solo quiero llegar a casa y descansar —, el le confeso, medio verdad, medio mentira, mientras llevaba sus manos a las caderas de la muchacha y las acariciaba por encima de su atractivo vestido morado — Te ves realmente increíble.

— Es todo para ti —, mencionó ella, inclinándose para besarlo, sin embargo él dirigió el beso a su mejilla y luego se levantó, dejándola a ella en el sillón, completamente confundida y con un nudo en la garganta a causa del rechazo.

— ¿Estás lista para irte? Quiero ir a casa temprano hoy ¿no te molesta? —, él tomó su abrigo y sus pertenencias, mientras ella seguía los pasos de él por la oficina.

Arabella asintió suavemente, cayendo en la excusa del humor, y tomó su bolso, abrigándose también, saliendo por la puerta cuando él la abrió para ella y ambos se dirigieron hasta el auto, enfrascados en sus propios pensamientos. 

A Song for You | Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora