Pasado: II

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Arabella.

Domingo 14 de Septiembre 2020.
01:35 am.
Los Angeles, USA.

Estaba sola. Completamente sola mientras caminaba por las calles de Los Ángeles, con tan solo lo puesto. Había dejado todo en el departamento, mi orgullo y mi dignidad, también.

La brisa de la noche me ponía los pelos de punta y la oscuridad de la madrugada hacía que la ciudad se viera incluso más insegura de lo que ya era. Pero no podía detenerme, mis pies parecían haber recibido una orden directa del cerebro y ahora estaba obligada a escaparme, obligada a salir de allí, huir de aquella imagen y de todas las que mi mente había creado de un futuro.

Mire mis manos, desnudas y perfectamente pulcras. Ni todo el dinero del mundo podría sanarme y salvarme. Ni mis estudios, ni mi trabajo y mucho menos, mi familia.

No había nada que hacer, ningún lugar a donde ir o nadie con quien refugiarse.

En un momento así, cualquier persona correría a los brazos de su hermana, no huiría de ellos; pero yo no era cualquier persona y mi hermana era la culpable de que la desolación me inundara tanto que me sentía ahogada.

Suspiré cuando llegue a la casa de mi única amiga y entonces toque el timbre del departamento, aguantando las lágrimas cuando escuche su voz completamente confusa y adormilada.

— Soy Arabella, Luisa, necesito entrar. —, murmure con pena, escuchando el sonido de la reja abrir. Ingresé al edificio y decidí tomar las escaleras, mientras mis pies pedían clemencia y mi corazón dejaba una huella de lamento en el aire.

Al subir, solo un piso, pude ver a mi mejor amiga completamente confundida, sin embargo al verme, corrió a mi encuentro y me sostuvo en sus brazos.

— Acá estoy, acá estoy, estás a salvo—, murmuró, pero yo supe que era mentira.

Lunes 15 de Septiembre 2020.
14:20 pm.
Los Angeles, USA.

Luisa salió de la oficina temprano y llegó a su departamento, con una caja llena de mis cosas. Suspiré desde el sillón, cuando la vi dejándola sobre la mesa y luego, pude sentir el beso que dejaba en mi frente, junto con un susurro que identifique como un saludo.

— Nadie se dio cuenta, están todos preocupados, nadie sabe dónde estás. Tu padre parece estar por perder la cabeza y Christian está a un susto de un ataque de pánico, tu hermana -

— No, no quiero saber. Es suficiente. Gracias por esto. —, agradecí, revolviendo las pertenencias que había logrado sacar de mi departamento mientras Christian no estaba.

Luisa era la mano derecha de mi padre, por lo que tenía acceso a nuestras casas. Había logrado sacar mi teléfono, mi billetera, llaves y lo más importante, mi auto.

— La casa era un desastre, pero encontré tus documentos y tu pasaporte, así que espero que esto sea lo que necesitas —, explicó, sacando lo nombrado de su bolsa y dejándolo sobre la mesa, junto a mi computadora portátil.

— Solo necesito unos contactos y vender el auto, ¿crees que puedas con eso? —, pregunte mientras encendía mi teléfono y una catarata de notificaciones y llamadas perdidas invadía mi visión.

— Conozco a alguien que te dará un buen dinero, pero no creo que sea necesario, Arabella, deberías sacar todo lo que quieras de tu cuenta.

— Es dinero sucio, no lo quiero. No necesito tanto.

Ella asintió y entonces camino a la cocina, mientras me encargaba de sacar las cosas de la caja y comenzaba a organizar mi nuevo futuro lejos de ahí, lejos de todos, lejos de quien soy, quien fui y quien se supone que sería y por fin, ser quien quería ser.

Jueves 19 de Septiembre 2020.
20:15
Londres, UK.

La despedida de Luisa había sido difícil, sin embargo ambas sabíamos que era necesaria.

Había tomado su número y guardado para agendarlo cuando cambiara mi número a uno británico, mientras tanto, había decidido tirar mi viejo celular y usar uno descartable, era todo lo que necesitaba por ahora.

Tome mis nuevos documentos y reí ante la fotografía, el colorado me sentaba bien y el tinte que había elegido Luisa lograba que pareciera incluso natural, acompañando a mis pecas naturales y el color verde de mis ojos, lleno cuales parecían apagados y vacíos, nada comparado a lo que había sido. Pero nada lo sería, nada sería como antes.

Arrastré mis valijas por el aeropuerto y al salir pude conseguir un taxi, quien subió de forma amable mis dos únicas maletas y me pidió la dirección.

Las calles de Londres eran limpias y antiguas, con un aire de nostalgia que parecía querer acompañarme. La gente parecía más tranquila que en Los Angeles, nadie corría, nadie empujaba, todos parecían ser más amables y más calmados, solo dios sabe cuando necesitaba aquello.

El conductor informó que estábamos por llegar y se animó a preguntarme de dónde venía, a lo que respondí con una sonrisa y su pago, agradeciendo su amabilidad cuando me ayudó a bajar y tuve frente a mi un pequeño pero pintoresco edificio de ladrillos; allí comenzaría mi nueva vida.

Entre y visualice al conserje, quien charlaba amigablemente con un muchacho y me anime a interrumpir, con una pequeña sonrisa de pena en el rostro.

— Soy Arabella Maxwell, la nueva inquilina. ¿Eres Román? ¿Cierto? —, consulte, intentando que mi acento americano no lo molestara.

Román me llevó hasta el piso que había alquilado y entonces me entregó las llaves, mientras me hablaba sobre el funcionamiento de los ascensores, el horario de la basura y las juntas semanales. Asistí y tomé nota de todo, mientras colocaba mis únicos dos bolsos sobre el piso completamente vacío.

— ¿Necesitarás ayuda con la mudanza? —, preguntó con curiosidad y entonces le ofrecí una sonrisa.

— No va a hacer falta, compraré todo desde cero; así es como se comienza en una nueva ciudad.

— Entonces le deseo suerte, señorita Maxwell.

Sonreí, porque mi nuevo apellido era un anuncio de que la vieja yo había muerto y renacía una mujer completamente nueva.

A Song for You | Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora