Esa noche, Harry no pudo dormir. Su interior estaba hirviendo por las imágenes que su cerebro procesaba para torturarlo.
«¿Por qué, carajo, por qué?», su mente no le daba tregua mientras las escenas se plasmaban en su memoria.
No es que él fuera un acosador, no es que estuviera obsesionado con ella, simplemente la forma en que ella cantaba y se movía lo había embelesado.
La forma en la que acariciaba el micrófono y abría su boca roja. La manera en la que tiraba su cabeza hacia atrás y sus rizos bailaban sobre su espalda, la cual, en ocasiones, había visto marcada. Todo de ella en el escenario, desde aquella vez, en la que sus ojos se cruzaron mientras ella pronunciaba con su deliciosa boca.
«Debería ser yo, como desearía ser yo.»
El sábado llegó. El bar abría en unas horas y la mujer se encontraba enredada en sábanas y los brazos tatuados de su amante temporal. La tarde había fluido entre risas, sexo y siestas intermitentes que la ayudaban a reponer fuerzas para volver al mismo círculo adictivo del que no deseaba salir.
Arabella sabía que iba a llegar tarde si no movía su trasero de allí, pero el pecho firme de Zayn contra su espalda desnuda solo lograba que su respiración se uniera a la suya y el sueño pesara en sus ojos.
—Lo siento, llegué, llegué—gritó, mientras caminaba de forma apresurada al cruzar todo el bar. La mujer sabía que las miradas estaban sobre ella, con diversión, sobre todo cuando al pararse, un radiante chupón hacía presencia en su escote.
—Noche interesante—dijo Marko, mientras secaba un vaso de cristal, logrando que todo el mundo riera a causa de sus impertinentes cejas subiendo y bajando.
—Vida interesante—corrigió Luca, riéndose mientras se inclinaba para dejar un beso suave en la mejilla regordeta de la cantante.
Ellos se habían enamorado en aquel bar, trabajando horas detrás del mostrador. Al principio, Marko se había declarado completamente heterosexual; sin embargo, no pasaron muchos meses antes de que Luca "lo volteara". Y aunque habían pasado por situaciones difíciles, por la familia rígidamente católica de Marko, era una de las pocas parejas que lograba sacar una esperanza en el amor, en el frío corazón de Arabella.
Tuvieron tiempo para ensayar esta vez, logrando que pudieran repasar una vez más las nuevas melodías que el equipo había intentado sacar desde hacía unas semanas.
Las llegadas tarde de Arabella los atrasaban y sabía que debía comenzar a cambiar eso, antes de que las constantes bromas se convirtieran en enojos y peleas que pudieran generar un mal ambiente allí. «Será la última vez, no volveré a llegar tarde», se reprendió a sí misma mientras el baterista mencionaba que necesitarían unas cuantas vueltas de ensayo más.
La rutina continuó, teniendo ahora que limpiar cada rincón del Golden mientras los encargados de las reservaciones comenzaban a nombrar en voz alta a los clientes que estarían esa noche.
No es que se hubiera quedado pensando en sus ojos verdes y sus fuertes manos tatuadas, pero la castaña pudo escuchar a la perfección cuando André lo mencionó:
—Harry Styles, Harry. Mesa 13, como siempre.
—Carajo—salió de su boca, sin siquiera pensarlo, logrando que seis pares de ojos cayeran sobre ella, interrogantes.
Styles, hasta su apellido lograba sacarla de quicio.
Se cuestionaba cómo eso era posible. Cómo su sola presencia cambiaba por completo su estado emocional, de un segundo a otro, pero ahora también era su nombre.
«Harry Styles», «Harry Styles», «Harry Styles»; su maldita mente atrofiada no dejaba de asociar su aroma con el dueño de aquel nombre: «Harry Styles, jodido pedazo de idiota y sus putos ojos de mierda.»
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A Song for You | Harry Styles.
FanfictionArabella es una cantante con gran talento, que está estancada en un pequeño bar de Londres. Harry es el misterioso hombre que aparece cada noche, en la misma mesa, a la misma hora y la observa desde la oscuridad. Los papeles se invierten en esta his...