Compatibilidad

362 26 0
                                    

Estaba nerviosa y sabía exactamente el motivo. Mientras pasaba sus dedos entre su cabello recién teñido, se preguntaba si realmente todo resultaría como ambos habían estado planeando durante toda esa semana de sufrimiento.

Exactamente no había sido sufrimiento; estaba exagerando. Quizá había sido agónico. Pero no había sufrido. Era una agonía que acompañaba a una punzante satisfacción en su estómago y más allá de este.

El hombre se había encargado de mantenerla saciada; por supuesto, lengua y dedos se habían hecho cargo de la situación más de una vez, pero él no dejaba que ella lo tocara de más, y entonces era cuando la agonía aparecía.

Sus orgasmos eran increíbles, pero moría por escuchar uno del hombre.

Se molestaba cuando él tomaba sus muñecas o sus caderas y la volvía sumisa.

Arabella jamás había sido sumisa, pero se había encontrado con la noticia de que Harry era eso que llamaban un Alfa, en la cama. Bueno, no exactamente en la cama. En el sillón, en la barra, en la mesa y contra las paredes, pero aún no en la cama, y ese era el problema.

Aun así, se encontraba encantada y se dejaba dominar como él quería, porque lo disfrutaba y porque en sus ojos había comenzado a encontrar confianza para permitirse entregarse de esa forma.

Era difícil, por supuesto, por su temperamento y su actitud también dominante, pero ambos se divertían bastante jugando a pasarse el control hasta que finalmente alguno cedía.

En cuanto a Harry, finalmente, y gracias a todos los Dioses existentes, se había decidido a ponerle una fecha a la cita que había estado esperando durante una semana completa para concretar. Se había reunido con todo tipo de gente y, realmente, esa gente empezaba a importarle un bledo, porque no se trataba de su Sirena, y aquello lo sacaba de órbita.

Había estado planeando la forma de decirle, y se sintió algo estúpido, por lo que decidió que finalmente se lo diría de una forma casual y esperaría su respuesta. Al fin y al cabo, no todo podía ser perfectamente planeado, y ambos debían dejar de querer tener absolutamente todo controlado bajo sus dedos.

— ¿Crees que estarás libre el miércoles por la noche? —preguntó, casualmente, mientras llevaba un trozo de pastel de arándanos a sus labios, observando cómo la mandíbula de la mujer casi caía contra la mesa.

— Sí, por supuesto. ¿Qué tienes en mente? —respondió la mujer, aunque había tardado unos segundos en hacerlo. Por la impresión, finalmente logró completar una frase coherente.

No era que Arabella estuviera sorprendida por la pregunta, es que su carta astral le había dicho que su día especial de por vida sería el miércoles, y se preguntó si realmente las estrellas tenían aquel día planeado para ella desde su nacimiento.

Agradeció entonces al Sol en Géminis y a todos los astros existentes. Creyera o no Harry Styles en eso, realmente tuvo que contárselo mientras ambos merendaban y se ponían a sacar la carta astral del empresario, soltando risas realmente tontas al descubrir que, según los astros, tenían una compatibilidad del 90%.

Géminis y Acuario resultaban ser mucho más compatibles de lo que creía, y aquello le daba una leve sensación de satisfacción.

Aún quería leer todo, ascendente, luna y sus casas, sin embargo, tenía al hombre respirando su perfume a la altura de sus hombros, intentando leer alguna cosa que pudiera mientras ella escudriñaba con atención.

Mentalmente, se anotó los datos del hombre para poder revisar sus compatibilidades en casa y mediante una llamada con su buena amiga Luisa, con quien aún mantenía contacto de su vida pasada, y quien seguramente se alegrará al saber que Arabella estaba interesada en compatibilizar con alguien nuevo.

También leyó que el amarillo era su color de la suerte, pero sinceramente odiaba el amarillo y no pensaba usarlo jamás. Quizá el Golden se refería a eso. No sabía. Siempre había pensado en ese lugar como dorado, cálido. Quizá era su lugar de suerte o quizá simplemente estaba tan profundamente loca por el hombre que intentaba que cada pieza de su carta astral comenzara a encajar con él.

El amor nos lleva a veces a pensar cosas que no pensaríamos en un estado completo de sobriedad, y es que Arabella se sentía casi ebria cuando estaba alrededor del hombre y se empezaba a preguntar si alguna vez en la vida se había sentido de aquella manera.

— ¡Harry, tienes todo en Acuario! —chilló la mujer mientras observaba la pantalla del teléfono, sentada en las piernas del nombrado, quien intentaba no reírse, pero no podía ocultar una sonrisa de dientes blancos y hoyuelos.

— ¿Eso es algo bueno o algo malo? —preguntó, confundido, mientras pasaba sus manos por el cabello rojizo de la mujer, haciéndolo hacia un costado e intentando leer alguna cosa del teléfono. Sin embargo, ella se lo corría y continuaba leyendo. — ¡Arabella! Es mi carta, quiero leerla.

— Yo debo leerla primero, resulta que quizá eres un asesino en serie y yo voy a verme a solas contigo el miércoles —se defendió, con su nariz casi pegada a la pantalla.

El empresario soltó una risa tan alta que la mujer no pudo evitar responderla con un pequeño golpe de hombro a hombro.

Para ella, la astrología era cosa seria.

— No te burles o te quedas sin sexo.

— Jamás me burlaría, Sirena —el hombre llevó una mano solemne a su pecho y luego volvió a reírse, al notar que la mujer lo observaba con ojos de juicio.

La colorada atinó a levantarse ante la burla del mayor. Sin embargo, este fue mucho más rápido y sostuvo sus caderas cerca, llenándola de besos en consecuencia y logrando que las pequeñas risas se vieran cortadas entre picos.

— Debes tener Venus en idiota —mencionó, entre risas, empujando sus hombros masculinos hacia atrás y haciendo que éste se riera más fuerte antes de dejar un beso en su cuello, que la dejó deseando más.

— No tengo idea de lo que estás hablando, pero definitivamente me vuelves loco —confesó con su rostro escondido debajo de la mandíbula femenina, dejando besos suaves que cortaron la respiración de la cantante.

— Eres un mentiroso como todos los acuarianos —respondió, intentando aligerar el hecho de que su cuerpo temblaba por aquella confesión. — Y un egocéntrico, también eso.

— Tendré que aprender de astrología o no podré discutir contigo, siempre sabes sobre cosas que no entiendo. Odio perder las discusiones.

— Es porque soy Géminis, quiero saber todo sobre todo.

— Es porque eres una chismosa.

— También —coincidió, dejando un beso suave en la boca del hombre antes de devolverle el teléfono.

El hombre guardó el celular y la observó caminar hacia el escenario, donde rápidamente se perdió entre instrumentos y partituras, dejando claro que ella quería su tiempo a solas, por lo que así lo hizo, caminando hacia su oficina para terminar algunas cuestiones antes de tener que abrir las puertas del bar.

A Song for You | Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora