Huida

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Llegó a casa y el silencio sepulcral del que ya se había desacostumbrado lo recibió como un aviso de que algo estaba mal.

Los zapatos finos de cuero italiano hicieron eco sobre el suelo oscuro de porcelanato y aunque llamó en voz alta al nombre de su novia, nada más que el silencio lo abrazó para darle la bienvenida a casa.

Encendió la luz y vio el piso como lo había dejado, excepto que la luz que brillaba vibrante desde hacía unas semanas no se encontraba; su Sirena.

Camino hasta la habitación y se quitó la chaqueta, sin embargo cuando quiso colgarla algo le llamó poderosamente la atención, la ropa no estaba allí.

Sintió el grueso trago de saliva doler en su garganta y cuando abrió aún más la puerta notó que faltaba todo. Todas las pertenencias de su novia habían desaparecido por completo.

Inspeccionó los cajones, cerró y abrió los muebles con la violencia de un fuego ardiendo en su pecho y cuando el bicho del miedo pico fuertemente en su nuca tomó su teléfono y buscó en sus contactos el nombre de la mujer que lo había abandonado.

El contestador automático le sorprendió, sin embargo, lo peor fue que ni siquiera había sonado. El teléfono estaba definitivamente apagado o fuera del área de cobertura.

Golpeó con frustración el mueble delante suyo y cuando creyó que toda esperanza estaba muerta, el sonido suave de una llamada se presentó en el aire. Atendió inmediatamente, sin ver, sin pensar; y con ello fue incluso más duro el golpe que no sabía que iba a recibir.

— Tu padre hizo el anuncio de la separación a través de uno de sus contactos en los medios, está en todas partes. Hijo, ¿qué fue lo que pasó? —, la voz preocupada de su madre lo hizo temblar y aunque siempre había creído que era un hombre que tenía todo bajo su control, ahora se sintió como un niño.

Un niño que estaba a la merced de las órdenes y deseos de su padre. Un niño que no tenía voz ni voto en su propia vida. Se sintió impotente y sin voz, se sintió vacío.

— Mamá, hablamos luego. Arabella no está. Pero no es así, no la deje. No lo hice y no planeo hacerlo, mamá —, corto sin siquiera esperar un suspiro del otro lado e inmediatamente tomó las llaves del auto, bajando por las escaleras con la adrenalina que no le permitía pensar en absolutamente nada que ir en busca de lo único que quería que le perteneciera por siempre.

Subió al auto y volvió a llamarla, pero el resultado fue el mismo. Miro por las calles, buscando por las esquinas en el camino hasta el antiguo departamento de la muchacha y cuando pensó que quizá había una luz de esperanza en aquel lugar, la imagen de Zayn entrando en el edificio lo hizo enloquecer.

Bajó y golpeó la puerta de modo que casi pudo quedar giratoria. Sus piernas dieron pasos firmes y largos, interceptando al hombre que parecía estar relajado mientras entraba en el edificio con una botella de vino en su mano.

— ¿Qué mierda haces aquí? —Si fuera el mundo salvaje, Harry hubiera gruñido y mostrado los dientes, sin embargo intentó mantener las apariencias, enfrentando los ojos miel del morocho; quien lo observaba con burla despertándose en el brillo de su mirada.

— Huyó, ¿verdad? —, el río y el empresario tuvo que obligarse a no golpearlo, por dos razones; la primera era que él era un imbécil y la segunda, es que tenía razón.

— ¿Vienes a verla? ¿Te llamo? —, Harry soltó las solapas de la camisa del morocho, la cual era completamente blanca con besos impresos en un tono pasión.

— Hermano, vivo en el mismo edificio que ella, bueno, vivía. Ella se mudo contigo, no la he visto desde el día que fui al departamento. Ahora te agradecería que arregles tus asuntos y no asaltes a cada hombre que se acostó con ella porque terminarás peleado con medio Lond-

No terminó de decir aquello, un golpe duro cayó en su labio y la respiración ansiosa de Harry fue una señal del golpe que caería a continuación si se animaba a seguir con aquella frase.

— Eres un imbécil —, Harry lo empujó contra la pared y entró al edificio, tomando el ascensor y subiendo hacia el piso que antes le había resultado fan familiar.

Apoyó su nuca en la pared y se sintió demasiado ansioso para esperar, golpeando con su pie el suelo del ascensor, hasta que finalmente se le abrió y la puerta de la mujer estuvo a unos metros suyo.

Casi se arrastró por el pasillo y golpeó la puerta con tanta fuerza que incluso sintió sus nudillos doler y la madera calar en su piel, sin embargo el silencio fue la respuesta del otro lado. Ella no estaba allí.

Golpeó con su pie derecho la pared y se arrepintió inmediatamente cuando el dolor lo hizo apretar los dientes.

Caminó por el pasillo y volvió a intentar con la llamada, pero no funcionó, una vez más. Ella no solo había desaparecido, también estaba ignorándolo por completo de forma que lo había apartado por completo de su vida.

Bajo del edificio y entró en el auto, intentando pensar en qué lugar podría encontrarse y cuando la luz dorada del auto que venía cruzando por la vía del frente iluminó por completo el oscuro automóvil, una idea inmediata lo cruzó.

Comenzó a conducir y aunque deseó ser el hombre prudente que siempre había creído que era, sus conductas viales fueron las últimas de sus preocupaciones.

Bajo del auto, por tercera vez, caminando con firmeza hacia la pequeña casa que había visto solo una vez en su vida y como si se tratara de una superstición supo que ella estaba allí, en la casa de Marko y Luca, sus únicos amigos en la ciudad.

Tocó la puerta roja, está vez intentando ser más paciente, y cuando escucho el sonido de la llave quitar la seguridad de la casa, supo que finalmente tendría una respuesta. Así fue, pero fue menos cálida de lo que esperaba.

El sonido agrio y picante de la mano de Luca fue el equivalente sonoro al dolor que sintió su rostro cuando fue fuertemente golpeado y aunque creyó que ese era el punto más bajo en la historia de su vida, escuchó un fuerte sollozo proveniente de la sala.

— Está aquí, quiero verla —, exigió, intentando observar el interior de la casa por encima de la estatura de Luca, sin embargo el rubio no se lo permitió, empujándolo por el pecho de forma que Harry se sorprendió. A la vista de todos, Luca era un hombre frágil y delicado, sin embargo allí estaba, defendiendo a su amiga con la fuerza y determinación de un titán.

— Ella no quiere verte. Puedes irte con tus millones de mierda y casarte con la huesuda nariz parada de Kendall —, si Luca hubiera sido más rebelde, lo hubiera escupido, pero las facciones desesperadas que mostraba el castaño parecían ser suficientemente tortuosas para él.

— Luca, puedo explicarlo, lo juro —, él quiso comenzar, sin embargo él no se lo permitió.

— Sí claro, por supuesto, todos pueden hacerlo. Vete a la mierda Styles —, él estaba completamente fuera de sí, y Harry no daba crédito a esta nueva faceta que encontraba en él, por lo que cuando creyó que aquello continuaría se sorprendió al ver la mano de Marko tomando la cintura de su esposo y apartarlo.

— Precioso; esa es una decisión que ella debe tomar —, él era calmo, a diferencia del fuego interno de Luca, y mientras sus ojos se enfrentaban a los verdes del mayor, pudo saber que él era el tranquilo de la relación. — Puedes pasar, me llevaré a la fiera, pero no quiero que siga llorando o te juro que el próximo golpe que recibas será el mío.

Harry asintió, ni siquiera hizo falta una palabra antes de entrar y poner su vista en la cabellera cobriza que reavivó su corazón como una fuerte carga de electrochoques en su cuerpo casi moribundo.

A Song for You | Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora