Acompañante

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Era difícil entender la relación que mantenían esos dos jóvenes, enfrentados a la luz del sol y cayendo en el amor en la oscuridad de sus corazones. Resultaba complicado comprender el vínculo que habían comenzado a crear en medio de discusiones y enfrentamientos que no parecían tener fin, fomentando la locura en un brillante bar del centro de Londres.

Ahora, en ese preciso instante, Arabella y Harry se sumieron en un silencio cómodamente comprometedor mientras se acercaban al lugar de destino, con sus sonrisas ocultas tras aquella careta de indiferencia que decidían portar a diario, aunque las grietas comenzaban a asomar.

Estacionó el auto frente a la alfombra roja que se extendía desde el cordón hasta las escaleras del maravilloso hotel, que brillaba con sus luces para recibir a los invitados que asistían con el fin de ayudar... o eso se decían a sí mismos mientras intentaban codearse con los altos rangos para buscar un trato beneficioso para sus compañías.

Allí, Harry Styles estacionó el auto y lo rodeó una vez más, mientras Arabella tomaba una respiración lenta y profunda, intentando ignorar la forma en que los flashes comenzaron a caer sobre el auto como relámpagos, anunciando la tormenta que estaba a punto de desatarse.

Puso un pie en la acera y luego sostuvo la mano del hombre que parecía salido de un cuento de hadas.

No quiso pensar demasiado. Su corazón se rebelaba ante él, y lo único que lo mantenía a raya era el impaciente rencor hacia los hombres que su cerebro le hacía recordar cada vez que las luces de sus ojos verdes se reflejaban en los suyos.

"Tan parecidos", pensó.

Le ofreció el brazo y ella lo tomó, alzando su barbilla hacia él y observando su rostro antes de caminar por el lugar.

Harry no paró a sacarse fotos, simplemente asintió varias veces y sonrió a los reporteros que preguntaban por la aparición en compañía. Arabella dejó de escuchar en el preciso momento en que se sintió abrumada por el recuerdo de lo que había sido su pasado.

Entraron en el lugar, y fue como una película en cámara lenta. Como cuando el príncipe entra en el salón y mira a Cenicienta, solo que ella iba de su brazo y no tenía que regresar a casa antes de las doce.

Se quedaron en la recepción, sin bajar las enormes escaleras que llevaban al salón, ya que todo el mundo se encontraba allí, charlando con sus copas y riendo de una manera que Arabella comprendió: todo era tan falso como los aretes que llevaba puestos. Se sintió un poco más ligera.

Se preguntó si estaba subestimando al misterioso hombre de la mesa trece, cuando, pasando los minutos, la gente aún los observaba. También se preguntó si debió haber buscado su nombre cuando éste estuvo en su mente durante varias lunas en desaparición.

Harry llamó su atención. Arabella miró sus labios, pero no comprendió lo que él decía, así que simplemente se limitó a asistir. Él tomó su barbilla y alzó su rostro, haciendo que ella mirara sus ojos, preocupado.

"Es Harry, solo es Harry."

—¿Estás bien?

—Sí, lo estoy —mintió.

—Necesitamos una bebida.

—Es la primera vez que estoy de acuerdo contigo.

—Y un brindis, por ese milagro.

—Serás idiota.

—Y tú, una loca.

Rió y sintió cómo el nerviosismo comenzaba a desvanecerse con las burbujas del champagne que tocaban sus labios rojizos, mientras observaba con diversión la cara de su némesis, observándola por encima del cristal, con sus elegantes manos adornadas con anillos.

A Song for You | Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora