Extra: Santa Claus

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|Capitulo extra: Parte 1
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Si alguien con una máquina del tiempo hubiera viajado al pasado y le hubiera intentado explicar con lujo de detalles en lo que se había convertido su vida; definitivamente Arabella se hubiera reído en la cara del viajero del tiempo y lo hubiese mandado a la mierda.

Quizá llamaría a un psiquiátrico o a el equipo de seguridad de su padre, cualquiera que le hubiera dado la posibilidad de alejar al hombre que le dijera todo aquello que deseaba pero creía, honestamente, que jamás podría tener.

El matrimonio con Harry era espeluznantemente perfecto.

Las peleas y el amor era la base fundamental de su matrimonio y aunque hubiera creído que con el tiempo las peleas se hubieran reducido, a base de cansancio o madurez, estaba bastante equivocada. El amor se mantenía fuerte y crecía, pero las peleas y las discusiones sin sentido eran la llama que mantenía encendida la higuera de la pasión y los mantenía lejos de el aburrimiento y la monotonía.

Harry estaba lejos de ser perfecto y aquello le encantaba. Era el hombre detallista, fuerte y cariñoso que siempre había amado, pero también era caprichoso, celoso e incluso infantil, lo que dificultaba enormemente la crianza de los gemelos, quienes tenían a su padre cómo un hermano mayor y no una figura de autoridad, cómo Arabella lo era.

Amaban a su madre, por supuesto, pero en su padre se refugiaban cuando armaban algún desastre, del cual huir de sus consecuencias. Cuando Harry los acogía en sus brazos y el par de ojitos claros lo derretían, al igual que a una mantequilla en verano.

Arabella amaba eso. Amaba el hecho de que aunque Harry estuvo por años sufriendo por su temor a ser padre, y el terrible pensamiento de parecerse al suyo, se había convertido en la versión perfecta del padre que sus hijos necesitaban y no podía agradecerle lo suficiente. Juntos hacían un equipo magnífico.

— Haz silencio, los niños se van a despertar —, susurraba, mientras daba pequeños pasos en el suelo de madera, de la sala en donde ahora vivían.

Hacía unos años, cuando Arabella llegó con la noticia de un embarazo sumamente buscado y felicidad en los ojos, habían decidido que el departamento de solteros había quedado demasiado chico y frío para la familia que querían construir. Además, con la fama en subida de la colorada y el montón de fans en la acera del edificio, donde habían estado todo su noviazgo, era bastante complicado criar a dos niños.

— Mi amor, los niños están demasiado dormidos —, mencionó la colorada, riéndose suavemente por la imagen de su esposo vestido en pijamas y unas enormes botas de nieve. — Aún no entiendo que es lo que intentas hacer

— Sirena, eres muy amargada, no tienes espíritu navideño —, el empresario buscaba en los gabinetes de la cocina, haciendo movimientos lentos y pequeños, cómo si cualquier movimiento brusco fuera a arruinar la sorpresa para sus niños.

— ¡Claro que tengo! —, se molestó, empujando la cadera de su esposo con su trasero y alejándolo para alzarse en sus puntas de pie y alcanzar el azúcar glass en lo alto de la alacena. — El amargado de la relación eres tú, quítate.

Harry le robo el paquete de la mano y salió de la cocina, riéndose ante la imagen de su esposa derrotada, mientras se dirigían hacia la sala de la casa, en donde el árbol de 3 metros se robaba gran parte de la esquina de la casa, completamente lleno de luces y adornos que todos habían puesto; en un hermoso momento en familia que habían compartido al principio de la temporada navideña.

Ambos se habían encargado de colocar los regalos para los hermanos, también los suyos, los de la familia y amigos que pasarían la época de fiestas con ellos, sin embargo, Harry, quien siempre había tenido un espíritu infantil oculto parecía querer elevar las expectativas navideñas y preparar una sorpresa para los pequeños. Porque aunque el resto de los padres se conformarían con ser el hombre disfrazado de santa; él deseaba que sus hijos tuvieran la mejor experiencia de navidad posible.

A Song for You | Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora